Por: Manuel Polgatiz C.
Fotos: Marco Lara S.
Soportando más de 30 grados de temperatura, miles de peregrinos provenientes, desde toda la Sexta Región, se llevó a cabo la celebración de la Inmaculada Concepción. Ya en el exterior del recinto, emplazado en un empinado cerro, se podía apreciar la gran cantidad de fieles, quienes descalzos y bajo coloridos quitasol, subían el montículo para arribar al campo de oración. No pocos abandonaron la titánica expedición y aguardaron a sus religiosos familiares, capeando el calor en las faldas de imponentes sauces. No había tenue brisa, que permitiera dar un respiro a los devotos. Todos los bebestibles eran bienvenidos. Algunos incluso, bolsa con hielo al hombro, emprendieron rumbo hasta lo alto.
Allí, entre verde vegetación y una espectacular vista del valle de Colchagua, se realizaron sucesivas liturgias para conmemorar tan importante festividad católica. Fue el propio párroco de Nancagua y rector del santuario, Fernando Miqueles, el líder de las actividades. De acuerdo a los cálculos de carabineros, más de 20 mil personas, treparon y pusieron todo de sí para cumplir con el mandamiento de la Virgen.
“No me interesa que haga calor. Yo hice una manda por mi hijo y tengo la obligación de concretarla. Por eso, llegaré como sea”, dijo Javiera Hernández, mujer de avanzada edad y rostro duro, que en compañía de su nuera, caminaban a paso cancino por el cerro. Ya en la cima, amables monjas de la congregación, recibían a los extenuados peregrinos con un calendario de regalo. Premio al tesón y la constancia, pues no es un objetivo fácil, cumplir con la tarea que muchos se autoimpusieron con la inmaculada.
LA HISTORIA SE INICIÓ EL SIGLO PASADO
En la madrugada del 8 de diciembre de 1904, fiesta de Natividad de la Virgen , se reunieron el párroco y los fieles para formar una sociedad, con el fin de embellecer el templo y erigir un monumento a la virgen. Sólo 1905 llegó la estatua de la Virgen de Rancagua, por medio del ferrocarril. En 1906, año de la Epifanía del Señor, se bendijo la primera piedra, con gran regocijo, en la puntilla conocida con el nombre de la Santa Cruz, perteneciente a los cerros de Puquillay, que separa a los valle de Rancagua y de Chimbarongo.
Una de las mayores dificultades en esa época, fue abrir un camino para subir la estatua y las piedras del monumento. Se estima que cien feligreses, colaboraron como operarios y sin remuneraciones. El 8 diciembre de 1907, fue llevada la imagen de la inmaculada hasta la cima del cerro y el 30 de mayo de 1908, fue colocada sobre el pedestal. El 15 de agosto de 1908, fiesta de la Asunción del la Virgen, se inauguró solemnemente el Santuario de Puquillay.