Julio César Moreira
Fotos: Marco Lara
Vicente, de escasos 9 meses de edad, al igual que otros 27 amiguitas y amiguitos de entre 1 mes y los 14 años, tendrán que pasar esta Navidad en la unidad de Pediatría del Hospital Regional. Lo mismo ocurrirá con otros 10 menores de cirugía infantil
Cuando los tíos del Rotary Club Cachapoal le informaron sobre esto al Viejito Pascuero, el hombre de la alba barba y traje rojo, se puso un poquito triste.
Pero como él no es un hombre dado a la tristeza, sino más bien alegre y cariñoso, en vez de ponerse a gemir, se dio a la tarea de dar prioridad a los niños que, por esta vez, no podrán estar con sus papitos, hermanitos y abuelitos.
Y cómo tiene un termostato a prueba de bajas y altas temperaturas, llegó ayer, al mediodía, en medio de todo el calor, hasta el centro asistencial.
Su trineo estaba cumpliendo otra misión en el norte boreal, por lo que Santa Clauss, ¡tan valiente él!, ascendió subido en la espectacular escalera telescópica de los tíos de la Cuarta Compañía de Bomberos.
Aplausos y vítores de niños y adultos, saludaron la hazaña de Papá Noel y su efebo ayudante.
Fotos, abrazos y todo tipo de congratulaciones recibió cuando bajó de la estructura, en el quinto piso, dando un atlético salto.
Con su gran bolsa a cuestas, cargada de muchos lindos regalitos, subió elásticamente hasta el sexto piso.
Allí, la pequeña Consuelo Moreno, de sólo 8 años, sorprendió al Viejito al ejecutar, ante sus barbas, el “Noche de Paz, Noche de Amor”, ¡en violín!.
Vicente, abrió sus brazos y le sonrío abiertamente, dándole la bienvenida. Santa inició su recorrido por todas las salas, entregando a cada uno de los pequeños su regalo de Navidad. Siempre seguido de Consuelo y su melodioso violín.
Las estudiantes de intercambio rotario se sumaron a la fiesta, entonando en castellano y en sus propios idiomas, canciones alusivas, acompañadas de una eximia intérprete de clarinete.
El incansable Pascuero continuó su labor en Cirugía Infantil.
Un pequeñito se cogió de los brazos del efebo de Santa, sin querer apartarse de él, en tanto lloraba y repetía ¡papá, papá!.
La jornada concluyó en el aparcadero del Hospital, en donde una veintena de niños recibió también un regalo y abrazo de tan ilustre personaje.