Por: Hugo Soto Riquelme
Fotos: Marco Lara
Fue una mañana distinta, de esas que se espera con ansias solo una vez en el año, la vivida en distintos hogares de Rancagua. Es que el viejito pascuero, colmó de felicidad y alegría a los más pequeños, luego de visitar cada una de las casas para dejar un presente. Las calles eran testigo de cómo los infantes se entretenían con sus nuevas adquisiciones, que obviamente cuidaban como hueso santo. Bicicletas, muñecas, patines, skates y una innumerable lista de juguetes, sacaron más de una sonrisa entre los pequeños rancagüinos, quienes felices aprovecharon de mostrar sus mejores regalos y comenzar, así, una odisea por el mundo de la entretención y los juegos.