Marcela Catalán
Fotos: Felipe López
Mientras algunos rancagüinos viajan a la playa, un grupo de jóvenes pertenecientes a la parroquia Santa Gemita y a la de El Manzanal, dedican parte de su tiempo a ayudar a otras personas. Durante una semana, ellos se reúnen para auxiliar a más de 150 menores (de entre 3 y 15 años) en riesgo social. Los chicos asisten a las actividades, en busca de recreaciones y compañía.
Así nace Ceva – Centro de Vacaciones –, una instancia planificada por el Padre Carlos Naranjo, de la parroquia Santa Gemita. Él inició estas actividades hace 8 años, solicitando que el Colegio Manuel Rodríguez prestara su establecimiento. “Nosotros atendemos a una gran diversidad de alumnos. También tenemos que ayudar a muchos de estos, que asisten al Ceva. Por lo que facilitando las aulas, les damos nuestro apoyo”, menciona la directora Gladys Carquín.
“Durante una semana, entretenemos a estos niños. Les hacemos clases de catequesis, realizamos trabajos manuales y dinámicas de grupo para que compartan. Queremos acercarlos a Dios”, indica Flavia Quijón (20), coordinadora. Según ella, los 35 jóvenes que integran el centro (llamados “tíos” o “monitores” por los chicos), lo hacen de manera voluntaria, dejando de lado sus propios intereses. De hecho, para formar parte de la iniciativa, cada uno de ellos debe recibir una capacitación, con el fin de relacionarse bien con los niños y para realizar las catequesis.
Para los adolescentes, lo relevante es distraer a estos menores, los cuales no tienen posibilidades de salir de vacaciones. Además, parte de los niños pasan este período solos, ya que los padres trabajan. Y ellos son los más entusiastas con la participación de sus hijos, pues están seguros. “Mis papás están contentos, porque dicen que éstas son como unas vacaciones”, dice Valentina Jorquera (10), menor que asiste a las actividades.
No obstante, también concurren infantes con problemas mayores: “Aquí llegan muchos niños agredidos. Mediante las manualidades, tratamos de que ellos reviertan toda su sensibilidad”, señala Militza Puga, pedagoga de artes plásticas perteneciente a la parroquia Santa Gemita.
De acuerdo con Gladys Molina, profesora de religión e integrante del Ceva, “el problema es que no hay un seguimiento. Es decir, pasa un año y a muchos no los vemos. Y ellos ya han crecido”. Lo anterior, puesto que el grupo no cuenta con un establecimiento propio. Además, funcionan en base a donaciones de la comunidad de Santa Gemita. “Pero este colegio ha tenido muy buena voluntad. Siempre que solicitamos las dependencias, no hay problema”, indica.
Felipe Condal (17) no pertenece a la parroquia del sector, pero “la sonrisa de los niños” lo motiva a participar. En tanto, Lucas (20), estudiante de Publicidad, menciona que es gratificante “el agradecimiento de los niños cuando ellos se van el viernes, hasta el próximo año, y te dicen gracias, tío”.
Con ayuda de los vecinos de Santa Gemita, Ceva reúne donaciones: materiales escolares, juguetes, son algunos de los implementos que el grupo necesita para entretener a los niños. Junto a Junaeb, Ceva da almuerzo y once a los menores. Si bien esta última no sacia a los niños mayores – consta de un galletón y té-, para muchos de ellos ésta es su última comida del día. “Hoy llegaron 40 niños más”, indica Flavia. Mientras tanto, Militza Puga señala que “no importa si llegan más chicos. Siempre hay espacio para ellos”.