Fotos: Felipe López / Nico Carrasco
El sacerdote Luis Escobar conversó con El Rancagüino, para comentar una situación que afecta a algunos habitantes de las villas donde él ejerce como sacerdote. Párroco de la Parroquia de la Santísima Trinidad de Rancagua, Escobar además atiende a la capilla de la Vicuña Mackenna, la capilla de la Claudio Arrau, la Cruz, La Palma. Y la sede parroquial, que está en la villa Costa del Sol.
Habla el padre Luis. “Hace una semana atrás, la capilla de la población Claudio Arrau sufrió el robo de su campana. El artefacto no debe costar más de 120 mil pesos. Pero a las personas que la van a vender, no les van a dar más de 20 mil pesos”, dijo resignado el sacerdote.
Pero agrega. “Pero esa es la punta del iceberg, de las cosas que están pasando. Nos han roto las murallas, hemos hecho de nuevo las panderetas. Las vuelven a quebrar. Y la junta de vecinos no nos ha colaborado mucho en ese sentido, porque han puesto unas canchas de rayuela, con las cuales se motiva a que se nos destruyan las cosas. Tiran basura en la esquina. Le he solicitado a la municipalidad una ayuda, a ver si pueden ir a sacar los escombros. Y el riesgo es que en algún momento, puedan quemar el lugar, porque es de madera. Y estoy bastante preocupado por eso”.
Pero Escobar explica lo que a juicio de él, es el gran problema del sector: la droga. “Hay demasiado tráfico y consumo. Y yo no veo a las autoridades preocupadas por el tema. Carabineros está ausente. No sé si hay poco personal, no sé si no tienen la autoridad correspondiente como para intervenir. Pero yo veo, objetivamente, que hay mucho consumo, mucho tráfico y micro tráfico. Veo además que los jóvenes se están involucrando cada vez más en el tema. Y no veo preocupación de las autoridades ante eso”.
Además, Escobar es Capellán de la nueva Cárcel de Rancagua. Por eso, sabe de lo que habla. “Por otro lado, lo que más preocupa es que muchos jóvenes están cayendo a la cárcel, como consecuencia de lo que exprese anteriormente. Porque como son pobres, hay que robar, hay que cometer delito, para tener dinero y consumir drogas. Me preocupa que la juventud esté cayendo presa. También quiero agregar que yo veo a mucha gente armada. Hay muchas armas en el sector. En la noche, se escuchan balaceras por todos lados. Ya ha habido muertes de personas baleadas. Y no sé que está pasando. Pareciera que no existimos. Somos como en el mapa, un plano. Nada más”.
Un cruce mortal
Otro flanco de la conversación con el sacerdote, fue la situación que viven a diario, los vecinos al cruce de la avenida La Cruz con avenida República de Chile. Escobar dijo que “ahí han muerto muchísimas personas. Yo he reclamado, he pedido, he hablado. Y nunca lo he querido hacer por escrito, precisamente, para utilizar los conductos regulares. Hay personas de la comunidad de la parroquia que han muerto en ese cruce. Entre ellos, niños. Y nunca hay Carabineros. Nunca yo he visto Carabineros en el cruce, controlando. Por último, de presencia. Jamás. Pero sí los veo a la vuelta de la avenida La Cruz, sacándoles partes a las personas que tienen sus vehículos ahí. La gente pobre que muchas veces los tienen para trabajar, y que con mucho esfuerzo tienen sus vehículos. Y luego en la avenida El Sol, se instalan debajo de un aromo, a sacarle partes a la gente. Pero yo no los he visto nunca en el cruce. Yo he sido testigo de accidentes ahí. He visto tres atropellos. Porque ahí nadie respeta los semáforos, las indicaciones. Todos conducen como locos. Entonces es un ‘cruce de la muerte’.
Reunión con el alcalde
Escobar participó de una reunión con el alcalde de Rancagua, Eduardo Soto. “El señor alcalde me dijo que iban a tomar algunas medidas. Nos van a ayudar con la limpieza en el sector de la Claudio Arrau, donde la gente empezó a amontonar basura”.
Respecto al robo de la campana, el sacerdote dijo saber quien la robó. “Sé quien es. Y está la droga detrás de esto. Y no voy a hacer denuncias formales, porque creo que no es la solución en estos momentos. La campana es recuperable. Lo que me interesa a mi es la vida de los jóvenes, que se están involucrando cada vez más en el consumo. Y yo no sé que van a hacer las autoridades en un tiempo más. Porque esa es una bomba de tiempo”.
¿No teme alguna represalia por esta denuncia?
-“No. Yo soy el párroco. Yo vivo ahí. Y es mi deber de sacerdote, de cristiano, de denunciar el pecado. Y el pecado en este caso, se manifiesta en el tráfico y en el consumo de drogas. Porque eso conduce a la muerte y a la esclavitud de las personas. Y eso es totalmente contradictorio al cristianismo. Y los que trafican drogas y son cristianos, deben saber que están condenando su alma. Se es o no se es. Si son cristianos, yo los llamo a esa conciencia. Hay otras formas de ganarse la vida. Pero no destruyéndoles la vida a los inocentes. Porque ellos son padres, también tienen hijos. Y son a sus propios hijos a quienes están condenando a vivir en un ambiente de violencia y de muerte”.
Una luz de esperanza
“No quiero con esto decir que toda la gente es mala. Por el contrario, hay gente muy buena. Personas de mucho trabajo, de mucho esfuerzo. Gente cristiana, solidaria, fraterna. Tenemos nosotros los grupos de oración. Asiste mucha gente. Pero no nos podemos quedar con la boca cerrada, frente a este fenómeno que afecta a otro grupo grande de la población”.