Tania Arce Saavedra
Fotos: Gentileza Mauricio Toro.
Hay un día en que la alegría y la gratitud inundan las calles y caletas de todos los pueblos pesqueros de Chile. El 29 de junio, se celebra a “San Pedro el Pescador”, patrono de los hombres y mujeres de mar.
Este 2010 tuvo una especial connotación dicha fiesta, ya que en la mayoría de aquellos lugares en que el mar arrasó con todo lo que se interpuso por su paso, tras el terremoto de febrero, los pescadores dieron gracias al patrono por intervenir ante el altísimo por la pronta recuperación de sus botes y motores, extendiendo su plegaria por aquellas vidas que se perdieron aquella madrugada de sábado.
En Pichilemu no fue la excepción, y el lunes 28 fue el día que se eligió para celebrar a San Pedro. El frío matinal no fue obstáculo para seguir las hermosas danzas de la Cofradía de baile perteneciente a la Iglesia de la Inmaculada Concepción. El chocolate caliente una vez mas fue el protagonista después de la misa realizada en la Caleta de Pescadores. Y es que cada año la gran fiesta de los hombres de mar da un toque especial al frío invierno que se vive al alero del océano pacífico.
La bendición de los nuevos botes para aquellos que los perdieron tras el tsunami, fue parte de la fiesta. Había entonces muchas razones para celebrar.
La comunidad entera participó, y para los visitantes del largo fin de semana, la atracción fue mayor. Autoridades entre los que se cuenta al alcalde Roberto Córdova, el gobernador Julio Ibarra, concejales y miembros de la Armada, todos al unísono cantaron y dieron gracias en esta especial liturgia.
Todos los años, en esta homilía se recuerda a quienes han dado la vida o se premia a los mas sacrificados, que son todo un símbolo para sus herederos, sin embargo este 2010 el premio especial fue para Navarro y Merello; Ramón y Cristián, —surfistas de profesión y ligados a los hombres de mar desde la cuna— hicieron sendas campañas por el mundo entero para reunir fondos y ayudar a los afectados por la tragedia de febrero. Es por eso que junto a San Pedro, debían recibir la gratitud del pueblo que les vio nacer y fue esta la ocasión precisa para recordarles y homenajearles por la gran entrega para con su gente, y era que no, si es el mismo mar— el que tranquilo nos baña — el que da las maravillosas olas para estos lobos que cada día las surcan por el mundo entero.
Los pescadores eran los más felices, pues una vez mas el santo “apóstol” era recordado por todo un pueblo, lo que prometía abundancia y salud a quienes cada mañana surcan el mar bendito, ya por más que el frío les cale los huesos, y la niebla les ciegue el amanecer una hermosa mañana de junio todos pueden decir “gracias San Pedro Pescador”.