El 15 de agosto del año 1916, en un día como hoy, algunos amigos, individualmente, llegaron hasta la oficina de Miguel González Navarro, en calle Independencia 519, en Rancagua, para saludarlo en el día en que su periódico, fundado el año anterior, cumplía un año de existencia. Con sorpresa, el novel periodista, agradeció la gentileza.
Al año siguiente se repitieron esas espontáneas demostraciones de afecto. Lo mismo sucedió en los siguientes años y cada vez iba creciendo el número de los que llegaban, generalmente al mediodía, a repetir sus saludos. Pero, Miguel González, se preparó y tenía una tetera con agua hervida, algunas tazas de té, y un paquete de galletas, para corresponder la atención.
Desde el año 1919, el director del periódico, recién casado, tuvo quién solícitamente, le ayudó en la tarea de atender a las gratas visitas. La joven esposa rancagüina, Herminia Valenzuela de González, se convirtió en la anfitriona.
Y pasaron los años. La banda municipal de músicos, a cargo del director don Arturo Arancibia Uribe, llegaba también, y ante las puertas del periódico ejecutaba un alegre saludo musical. Algunos años después, llegaban, así mismo, grupos artísticos, representantes de instituciones y cada vez nuevos amigos y amigas.
Ya no bastaba una taza de té y un par de galletas. Entonces se institucionalizó la “torta de cumpleaños”.Y así nació una simpática tradición, característica de Rancagua, y que hoy, 95 años después, aún perdura.
HÉCTOR GONZÁLEZ V.