Por: Alexis Apablaza Campos
Fotos: Joshua Mattassi / Nico Carrasco
Para comenzar, permítanme una licencia: nunca en mi corta carrera como periodista había tenido una entrevista tan larga. Siempre pensé que las cuatro horas de conversación con el doctor Nicolás Díaz, hace tres años, serían imbatibles. Sin embargo, el viaje a la capital a la oficina de Ricardo Abumohor, presidente de O’Higgins FC, me permitió ingresar a su oficina a las 10 de la mañana y salir de ella a las 3 de la tarde.
Es que se trata de un hombre que come, vive y respira fútbol. Esta es, quizás, la mayor ventaja de tener al clan Abumohor como inversionista en Rancagua. Por lo que hubo de sobra tiempo para analizar el presente del club, del fútbol chileno en general y para que aparecieran también algunos recuerdos del cuadro celeste.
Sin embargo, la ronda de la simpatía, los cafés y los desayunos debían quedar de lado. El objetivo de esta conversación no era el de las tradicionales entrevistas publicadas en las ediciones aniversario anteriores, en las que había una mera evaluación y una cantidad de promesas sobre un futuro mejor del club.
Es que el actual ambiente no está para eso. Sólo basta con ver los comentarios que dejan nuestros lectores sobre el club en la edición on line. Este 2010 ha sido quizás el peor año de la administración por el número de críticas al manejo del club, la baja asistencia de público, el cuestionamiento a los refuerzos y a la campaña de Roberto Hernández.
Las voces que quieren afuera al ex presidente de la ANFP son cada vez más fuertes, y los vínculos de la sociedad anónima con la identidad parecieran estar cada vez más lejanos.
La muestra más clara fueron los 1.606 espectadores que asistieron a El Teniente al partido ante La Serena, la que no sólo fue la presencia más baja de público a un partido oficial desde la llegada de la actual administración, sino que ésta no se daba desde el 2004, cuando el equipo estaba en Primera B.
“Se está jugando con el sentimiento de la gente: nos ilusionaron con ser campeones, pero no ha pasado nada. Al contrario, este equipo cada vez juega menos y parece que los dirigentes sólo piensan en cómo ganar más plata”. Frases como ésta parecieran estar pegadas en la mentalidad rancagüina.
Pero Abumohor no tiene problemas en defenderse: “Me tratan de afuerino y me siento más rancagüino que muchos porque quiero saber cuántos de ellos habrían invertido lo que hemos puesto nosotros. No pretendemos recuperarlo, sólo estabilizarlo”, expresa.
Es que hace tiempo no se le ve en el estadio y públicamente sólo apareció para el aniversario del club. “Por favor, explícales que sufrí una parálisis facial y por eso no puedo asistir a eventos. Imagínate que no fui a Sudáfrica y ni siquiera pude ir al estadio para los partidos de la selección en las Clasificatorias”, solicita.
LAS EVALUACIONES
– ¿Cómo evalúa los cinco años que lleva O’Higgins como sociedad anónima?
– Positivamente. De pronto uno quisiera que las cosas hubieran avanzado más rápido, pero existen circunstancias en el fútbol que hacen que dos más dos no sean cuatro. Somos una institución seria, sólida, respetada en el medio, un actor permanente de los torneos de la mitad de la tabla hacia arriba, a veces con mayores aspiraciones y con el deseo íntimo de darle satisfacciones al hincha que desea un título tanto como nosotros, pero esas no son cosas que se compren, sino que se deben dar dentro de las circunstancias.
– ¿Cómo analiza el ámbito deportivo? Recibieron al equipo clasificado a la liguilla de ascenso en Primera B el 2005 y hoy están en los primeros lugares de la tabla en la A.
– Las cosas se dieron muy rápido en una parte y a lo mejor un poco más lenta en otras. Subimos antes de lo esperado, y eso es como tener un sietemesino: necesitas más tiempo para recuperarlo, pero todos tenemos la misma esperanza y el mismo deseo. Cuando digo que los grandes esfuerzos se hacen en las divisiones menores, se puede ver que éstas se desarrollan, empiezan a aparecer los muchachos que antes no había, jugadores de 17 años que alternan en el primer equipo. Se tienen las condiciones, pero se necesita tiempo de madurez para que puedan convertirse en figuras del equipo.
– Cambiando al ámbito institucional, ¿cuál es su análisis en este período? El club ha tenido tres gerentes generales y un cambio de sede de por medio…
– Todas las empresas, cuando recién comienzan, y sobre todo cuando tomas entidades deficitarias, tienen un timing para armar los equipos de trabajo. Hay unos que se necesitan para ciertas etapas y otros que se requieren para las siguientes. Todos han respondido a lo que le corresponde, y están trabajando para hacer grande a O’Higgins. Eso incluye un cambio de sede a una que sea más importante, que pueda albergar más socios y que éstos compartir más dentro de ella.
– ¿Qué debilidades ha sentido durante este proceso?
– Una de las críticas que recibí durante este tiempo fue la poca incorporación de la gente de la zona, que es lo que hemos estado tratando de hacer buscando identidad en la región. Hemos incorporado personas importantes, como Alfonso Orueta, y está funcionando la Comisión del Hincha. Vivimos preocupados de Rancagua, de lo que pasa y de las cosas que se pueden hacer.
– Cuando asumieron en noviembre del 2005, prometieron que en dos años serían una sociedad anónima abierta. ¿Por qué no lo han cumplido?
– De repente son las circunstancias las que no te dejan crecer más. Aquí en O’Higgins hay una gran inversión y no es algo que lo diga yo: invito a los que quieran para que vean los números. La idea es normalizarlos, tratar de llegar a un nivel donde no haya pérdida y ahí permitir la participación de la comunidad.
– La queja constante de la gerencia celeste en este período es que no han logrado el apoyo de los empresarios de la región. ¿A qué lo atribuye?
– O’Higgins dejó muchas dudas en el pasado. Nos encontramos con potenciales clientes que tenían tan mala imagen de lo que les sucedió que hubo que darles pruebas de suficiencia para que se fueran convenciendo, y en el intertanto el esfuerzo lo tuvimos que hacer nosotros. Por eso veo con alegría cada vez que tenemos una empresa dispuesta a ser partícipe de algo que en el fondo le debe pertenecer a la comunidad.
LAS QUEJAS DE LA GENTE
– ¿Cómo recibe las críticas de los hinchas de que sólo quiere ganar dinero con el club?
– Son injustas. Felizmente son la minoría, pero no quisiera que la gente se quedara con la convicción de que las cosas no se están haciendo. Me gustaría que vieran los números y me dijeran que cuántos de Rancagua han hecho lo que hemos hecho nosotros y que vean la inversión que hay. Ni siquiera me interesa recuperar lo invertido, sólo quiero estabilizarlo.
– Sin embargo, el que recibe los dividendos del club es usted, y no el hincha.
-Esto es como la selección nacional: no tiene dueño, le pertenece a la comunidad. Habrá que seguir dándole valor para que el día de mañana estén todos incorporados, ¡qué más quisiéramos nosotros que todos pudieran estarlo!… Ojalá en el estadio siempre hubieran 10 mil personas, algo que te puede ir ayudando al desarrollo, pero acá se cree que si hay un gran borderó uno se lleva la plata para la casa.
– ¿Y no fue así con Waldo Ponce? El jugador fue comprado por el club, pero sólo fue un negocio, porque él nunca jugó en O’Higgins.
– Fue una inversión que se hizo para generar recursos al club, no para hacer negocios personales. Tengo las manos y los libros abiertos para que la gente pueda darse cuenta de cómo son las cosas.
– Otro tema que se critica es la atención al socio en la sede y que la gente que trabaja en el club no tiene identidad con él, incluyendo a la gerencia.
– (Se altera) ¿Cómo no van a tenerla, si están trabajando permanentemente allá?
Ellos están en la institución haciendo sus funciones, ¿cuál es la identidad que deben tener? Son leales y trabajadores, ¿qué más tienen que ser? Puedo dar fe de que hay trabajo, esfuerzo, ganas, que se sufre, que se llora y que se ríe. ¿Cuál es la identidad que quieren?
– Usted dijo públicamente que habitualmente leía Laceleste.cl, el foro de los hinchas. Ahí apareció un tema llamado “Fuera Abumohor”. ¿Cómo lo recibió?
– Sólo leí el titular porque por, extrañas razones, cuando intento no puedo ingresar, por lo que desconozco el análisis.
– Dicen en resumen que desconoce la realidad del club, que la regencia nunca logró entender al hincha y que el lucro pesa por sobre lo deportivo.
– No sé cuál es la solidez de esos argumentos. Si tienen una institución seria, si se están jugando recursos importantes, si estamos todos detrás de algo, si se están desarrollando los trabajos, si estás avanzando, si cumplimos nuestros compromisos, y si hemos sido un actor permanente de los torneos con mayor o con menor suerte en cada temporada. Espero que con este trabajo se pueda lograr la primera estrella, pero para eso se requiere incondicionalidad.
– Hace más de dos años que usted no va al Estadio El Teniente a ver un partido de O’Higgins. ¿Por qué?
-Exclusivamente por un tema de salud. Vivo muy intensamente los partidos, y una de las cosas que no debo hacer es correr riesgos en la emoción en situaciones muy vibrantes. Por eso lo miro más a la distancia, aunque eso no significa que esté ausente ni mucho menos. Siempre trato de conversar con el técnico y los jugadores; de hecho, la semana pasada almorzamos juntos. Básicamente evito todos los cambios de climas y fríos… Ojalá llegue luego la primavera para compartir más con todos.
LA ACTUAL CAMPAÑA
– ¿Cómo recuerda la polémica salida de Jorge Sampaoli del club?
– Era un equipo que iba al ataque, que daba espectáculo, pero a él lo cortaron de todos lados. Lo ofendieron en la cancha, en su casa, le rayaron el auto y se tuvo que ir porque no lo resistió. Todos los extremos son malos.
– ¿Qué le ha parecido la actual campaña de O’Higgins?
– Ha tenido altos y bajos. Si uno lo quiere analizar en la globalidad podría decir que, por puntos, sólo estamos bajo los tres grandes. ¿Es bueno? Creo que se ha cumplido con creces. En el fondo es un orgullo estar donde estamos y con un tercio de los recursos que tienen los demás.
– Sin embargo, el hincha no está conforme.
– Si se quiere analizar que el equipo no hace cuatro goles por partido o que somos “ratones”, esas son circunstancias de acuerdo a cómo cada uno ve el fútbol, pese a que hemos tenido altos y bajos con partidos muy irregulares.
– ¿Comparte la opinión de Roberto Hernández de que la campaña tuvo un antes y un después con el terremoto?
– Sin lugar a dudas hay cosas que afectaron a la gente. Lo que se vivió fue un momento muy traumático, terrible, que de una u otra forma afecta a las personas. Los que están en el fútbol necesitan la tranquilidad mental, y esto golpea. Costó en el ambiente general del país, pero hay tan buen elemento humano en el plantel que ellos lo han sabido sacar adelante con esfuerzo y con convicción. No puede ser que algunos, al ver perder al equipo, rompan el carnet y no sigan siendo socios, cuando lo que más tratamos es de escucharlos.
– Los números no mienten: este año es el que han tenido menor asistencia, y desde que está la sociedad por primera vez van sólo 1.500 personas a El Teniente como ocurrió con La Serena. ¿A qué factores lo atribuye?
-A todo un poco. Al exitismo que tenemos todos porque acá sólo somos futbolizados en el éxito, pero en la derrota demasiado negativos sin tener una fría capacidad de análisis. Esto lo digo en líneas generales. El equipo anda bien, juega bonito y va la gente al estadio; si no es así hace frío, es día de semana o llueve y no tengo el interés, pero los que nos quedamos con el problema somos nosotros que tenemos un presupuesto en el año. Si éstos no se cumplen, las cosas se atrasan de nuevo. La única forma de estar mejor de lo que estamos es ser primeros y eso no se compra: se logra con esfuerzo.
– ¿Por qué se demoraron tanto en la llegada de los refuerzos en la intertemporada? Roberto Hernández puso un plazo máximo para la contratación de los jugadores, del cual se excedieron por más de 20 días.
– Hubo una demora básicamente porque en esto del fútbol el contratar jugadores pasa mucho por los representantes. Siempre esperan hasta la última hora para contratar, mirando para el lado si hay una oferta superior, por lo que se hace difícil firmar con antelación para ver si alguien les paga mil dólares más. Es un tema que se tendrá que ir regulando con el tiempo, pero forma parte del sistema: nadie quiere cerrar nada hasta ver la última posibilidad en el último día de inscripción.
– ¿Cómo analizó la situación de Roberto Gamarra y su amenaza de partir si no le subían el sueldo?
– Entiendo al jugador de fútbol. Es una carrera corta, en la que tienen que capitalizarse en pocos años. Sobre todo lo entiendo en personas que con edad avezada (N. de la R.: Roberto Gamarra tiene 29 años) buscan firmar los mejores contratos posibles porque ya tienen una responsabilidad con su familia. Lo entiendo desde ese punto de vista, pero no comparto el que intenten cambiar las condiciones luego de firmar un contrato hace menos de una semana. Nosotros creemos que en la medida que sigamos siendo serios, los jugadores van a preferir esta institución.
VIVIENDO A CONCHO
– Desde el año pasado se habló de posibles inversionistas o de que podía vender el club. ¿Ha recibido alguna oferta?
– Ninguna. Al contrario, sabemos que para ofrecerlo a la comunidad y tener inversionistas hay que ofrecer una base muy sólida y todavía estamos en eso. Espero que, Dios mediante, el próximo año estemos en condiciones de fijarnos un objetivo de esa naturaleza, pero nuestro deseo es incorporar a la comunidad y ya va a llegar ese minuto.
– ¿Cuáles son los objetivos que O’Higgins FC se plantea para el futuro?
– Este es un proyecto deportivo y social que le pertenece a toda la comunidad y la región, por lo que tratamos de hacer el club lo más grande que podamos. Eso no lo hace sólo una persona, es necesario un grupo, por lo que nuestro deseo es hacer que la gente pueda invertir y sentirse partícipe. Para eso estoy dispuesto a entregar todo lo que la gente necesite.
– Una frase para el bronce lo hizo famoso en Rancagua: “no me quiero morir sin ver a O’Higgins campeón”. Este sueño salió de la institución, por eso la crítica de los hinchas es de un “sueño incumplido”. ¿Cómo lo explica?
– Es un sentimiento que reitero, es una de las cosas que más quisiera en mi vida. Más que para mí, para la gente de la comunidad. Si eso se comprara, ya seríamos campeones. Esa una meta, un deseo, como pasa siempre donde se compite. ¿Cuál es el objetivo? Económico no es, porque estás creando un valor dispuesto a entregarlo para que siga creciendo y no se destruya. Esto no lo hace una persona: lo hace un valor, un grupo en el cual todos se sientan partícipes de esto.
– Finalmente, ¿le ha sacado muchas canas verdes este O’Higgins?
– Sí, ha sido una de las mayores inquietudes que he podido tener, en lo bueno y en lo malo, lo he vivido a concho. Mucha gente no se da cuenta de que cuando la institución anda más o menos la sufrimos todos, desde mi papá para abajo. Estamos perseverando, pero si no están contentos con eso y quieren cambiar, yo estoy dispuesto a conversarlo.