Por: Alexis Apablaza Campos
Fotos: Christopher Bueno
No era la primera opción. Se buscó a Arturo Salah, pero la oferta que le hicieron fue insatisfactoria y terminó firmando en Huachipato; luego vino el turno de Fernando Carvallo con quien se estuvo muy cerca, incluso estaba todo listo para que firmara por O’Higgins, el problema fue que no se pudo conseguir el preparador físico que quería y por eso no se concretó.
Roberto Hernández recién apareció como la tercera opción. Su nombre aparecía con ventajas y desventajas. Lo bueno: identidad con O’Higgins, preferencia de los hinchas por las buenas campañas como jugador (1973) y como entrenador (1994). Lo malo: sus cinco años sin dirigir y su estilo de juego bastante pausado, cuyo fin es tratar de no pasar grandes zozobras en la cancha.
Su llegada, de todas formas, fue recibida con beneplácito. “Nunca voy a la primera que me ofrecen. No tengo esa búsqueda, en esta pasada esperé la oferta que me gustaba, la que era precisa porque tuve otras oportunidades que es algo que tampoco anduve diciendo. Pude ir a otros lados, pero no quise; siempre he tenido el privilegio de elegir donde ir, por lo que siento que en esta oportunidad elegí la mejor de todas. Estoy así de contento porque O’Higgins es lo que más quería y siento que es un privilegio”, así declaraba en su llegada a finales de noviembre.
Una semana después tuvo su primera práctica, fue el momento de tomar decisiones: optó por no recontratar a Cristóbal González, mandar a préstamo a Joan Henríquez y por pedir la salida de Carlos Herrera y José Rosales, así con no darle la opción a Mario Núñez que quería volver al cuadro celeste. A quien sí dejó fue al portero juvenil Rodrigo Flores, que llegó a prueba.
La mano del “Guagua” de a poco se comenzaba a notar. Vio las divisiones menores y decidió subir a nueve jugadores, además de traer para el inicio de la temporada 2010 a Mauricio Aros, Marco Villaseca, Juan Luis González, Federico Elduayén, Lucas Ojeda, Francisco Ibáñez y Roberto González. Eso además del regreso de Rodrigo Ramírez, a préstamo en Everton.
Su debut oficial fue exitoso: triunfo sobre la hora ante San Luis de Quillota. Sólo tres días después tiene un paupérrimo partido en su debut por los puntos en El Teniente ante la Universidad de Concepción –día en que Hernández escucha las primeras pifias del hincha–, pero luego vienen muchas alegrías: triunfo ante Cobresal en El Salvador, goleada ante Audax Italiano en Rancagua y luego otra sonrisa ante Universidad Católica en El Teniente. ¿Resultado? ¡O’Higgins puntero!
La luna de miel entre Roberto Hernández y la hinchada sólo duraría cuatro días, puesto que otra pésima actuación —con penal malogrado por Enzo Gutiérrez incluido— produjo una caída ante San Felipe. El siguiente desafío era ante la Universidad de Chile para el cual había estreno de camiseta y la gran posibilidad de ser punteros porque los azules pondrían equipo alternativo priorizando la Libertadores, sin embargo y tal como para todo el país, el 27 de febrero cambió todo.
CÚMULO DE CRÍTICAS
Luego de tres semanas el fútbol pudo recuperarse, no así el ritmo de juego de O’Higgins que por más que lo intentara nunca más volvería a ser el mismo. Tras el receso, el equipo estuvo tres partidos sin ganar y perdió pie en la lucha por la punta. Derrotó a Santiago Morning por la mínima, pero la hinchada igual mostró su disconformidad e insultó al técnico por el nivel mostrado. Después del partido, en una radio local le preguntan a Hernández si siente que el sueño del título está por sobre todo en el hincha, la respuesta del técnico quedó para la historia: “si tanto quieren una estrella, cómprense una para el árbol de pascua”.
Ese fue el inicio del fin de una relación que fue de mucho más odio que amor. Sólo el 3 a 0 ante Ñublense en Chillán mostró el nivel de un equipo que podía pasar por encima ante cualquiera, el problema fue que en los partidos siguientes mostró aquella supremacía ante todos los rivales que enfrentó, pero nunca encontró el gol. Así llegaron los 311 minutos que el cuadro celeste estuvo sin convertir.
En eso llegó el receso mundialista, con él las salidas de Kevin Harbottle —una de las principales figuras del año—, Francisco Ibáñez, Jaime Grondona, Cristián Suárez y un Rodrigo Ramírez que llegó en noviembre con ganas de irse. Por el contrario sólo llegaron Diego Olate —de vuelta del préstamo a Colo Colo—, Gonzalo Ludueña y Roberto Gamarra.
En medio del receso llegó otro duro golpe a la estadía del “Guagua” en el cuadro celeste: la Copa Chile. Sufrió más de la cuenta ante un discreto Colchagua, considerando que juega en la Tercera A, y luego enfrentó a Linares, el único equipo en competencia de esa categoría. Para muestra de las diferencias un botón: sólo el sueldo mensual de Federico Elduayén ($ 3 millones) paga casi dos veces el valor total de la planilla de la escuadra de la VII Región. ¿Qué pasó? Caída en la ida y eliminación por penales en El Teniente.
Hernández se negó a hablar de fracaso, pero llegó a una segunda parte del año con muchas dudas y críticas del hincha. Además de los constantes cuestionamientos a los refuerzos, que llegaran sólo dos cuando se fueron cinco hacía presagiar que sería complejo mantener la cuarta ubicación que ostentaban desde antes del mundial. No obstante, el empate ante Universidad de Chile y la goleada ante La Serena hicieron pensar lo contrario.
El equipo estaba cuarto, e iba confiado a darle pelea a Universidad Católica en San Carlos, este sería el comienzo de cuatro estocadas mortales: tres derrotas y un mediocre empate de local ante San Luis de Quillota, el colista. “El Guagua” decide no hablar con la prensa tras la caída ante la Universidad de Concepción y algunos medios de comunicación estaban vetados por el plantel.
“A Hernández no lo quieren ver ni vendiendo películas piratas en el paseo Independencia”, ese fue el comentario de un hincha por la Web, en la que aparecían todas las voces que querían al técnico afuera culpándolo de ratón y de cuestionar su ritmo de juego abúlico, de mucho toque y carente de poder de definición.
Él insiste que no se irá, que sacarán esto adelante y que las críticas del hincha no le importan mucho porque, según él, no representan al verdadero fanático celeste. No obstante, al acordarse su salida a mediados de semana dijo que las críticas del hincha no eran contra él, sino contra el Grupo Abumohor, que parte de la prensa incidió en su salida y que su error fue pensar que podía terminar el año con sólo dos refuerzos.
Dentro del cúmulo de críticas que tuvo y el perder parte del cariño que se ganó con su identidad celeste por sus declaraciones de la estrella, la principal molestia con Hernández era que se no se movía del banco durante el partido, independiente del resultado: “no puedo ir a dirigir chicos y ser el viejito chocho que está dando instrucciones quedándose dormido en la tribuna para dirigir el primer equipo”, eso dijo en su llegada, el problema fue que en su salida la gente lo terminó viendo exactamente como lo contrario.