Todavía conmovidos por las vivencias que tuvieron en la mina San José se encuentran los mineros de El Teniente que durante algunos días participaron en las labores de rescate de los 33 trabajadores atrapados en el fondo del yacimiento de Copiapó.
En la edición pasada presentamos el testimonio de Luis Bueno y ahora entregamos el de otros tenientinos que arriesgaron su vida por intentar rescatar a los mineros que aún siguen a más de 700 metros de profundidad. Ellos no pudieron cumplir el objetivo de rescatarlos, pero sigue en el intento otro grupo liderado por el gerente Minas André Sougarret.
Manuel Robles, Jefe Unidad Reparación y Construcción, Superintendencia Preparación Minera:
“Nos encontramos con una mina aparentemente estable, pero al ingresar en su interior nos dimos cuenta de que el túnel estaba absolutamente cortado por un bloque de gran tamaño, que cortó y bloqueó la rampa de acceso en varias partes. Fue la primera gran decepción. Sentimos impotencia, porque nosotros íbamos a tratar de pasar y sabíamos que en esas condiciones sería imposible”.
“Destaco el espíritu de equipo y la fuerza con la que trabajamos. Nadie dudó, nadie preguntó nada. Quedó demostrado que en minería subterránea somos los que más experiencia tenemos”.
“Estaba en el supermercado cuando un amigo me llamó para contarme que los mineros estaban vivos. Es que es una de las grandes felicidades que he tenido en mi vida, porque la verdad es que dejamos todo para tratar de rescatarlos y yo me había venido con una gran frustración, porque no habíamos podido accesar a los niveles inferiores”.
“Les deseo todo el éxito en lo que queda del rescate. Felizmente se sabe que los mineros están vivos, que han tenido una tremenda entereza para mantenerse en buen estado y que han trabajado ante la emergencia como un verdadero equipo, en la oscuridad del fondo de la mina. Esa misma entereza es la que tienen que tener los equipos de rescate. Con la misma fuerza con que los mineros se han aferrado a la vida, los rescatistas tienen que terminar la tarea”.
José Ríos Barra, coordinador de producción Teniente Sub 6:
“Nuestro objetivo era llegar a una chimenea que, nos decían, estaba conectada a los niveles inferiores en donde estaban los mineros atrapados. Íbamos dispuestos a entrar por la chimenea, o por la misma rampa. Pero pensábamos que tendríamos que levantar ‘cerro hundido’, para lo cual somos casi todos expertos, pero lo que encontramos fue un bloque que nos obstaculizó el paso. Entonces, primero tuvimos que fortificar para poder llegar a la chimenea. Después, la preparamos, la ‘escaleramos’ y me tocó bajar a niveles que nadie había llegado. Lo hice con equipo de alta montaña, ya que soy andinista aficionado. Pero no pudimos seguir avanzando, porque se nos estrechaba la chimenea. Alcanzamos a llegar hasta el nivel 295. En ese momento sentí tristeza, porque partimos con la idea de encontrar a alguien”.
“Yo sabía que estaban vivos. He participado en otros rescates y se siente en el aire cuando hay gente muerta. El aire te lo dice. Cuando se confirmó esto, sentí un alivio muy grande, porque sentía que estaba en deuda con ellos, por no haber podido seguir bajando o buscando otras alternativas”.
Pedro Carmona Ibarra, Unidad Reparación y Construcción, Superintendencia Preparación Minera:
“Cuando me dijeron que nos íbamos a Copiapó, pensé ‘altiro’ que haríamos algo bueno y que aplicaríamos toda nuestra experiencia en rescates. Con todo el equipo creo que hicimos una gran labor”.
“He participado en seis rescates, en El Teniente y en otras mineras. Tenía mucha fe en el equipo y en los ingenieros, los geomecánicos y los geólogos, que nos decían donde se estaban abriendo otras grietas para que pudiéramos retirarnos. Alcanzamos a estar a unos 200 metros de los ‘viejos’, pero del otro lado del bloque que obstruía la rampa, entonces para abajo se nos complicaba y para atrás la mina también estaba ‘viva’, estaba en constante movimiento, una grieta que se abría de caja a piso y techo, la ‘moneábamos’ le poníamos ‘testigos’. Realmente había movimiento. La determinación que tomamos, con los profesionales y nuestra experiencia, fue lo que, en definitiva, nos llevó a un buen fin. Era realmente peligroso seguir trabajando en la mina en esas condiciones”.
“No puedo expresar con palabras lo que sentí en el momento en que decidimos no seguir trabajando en el túnel. Yo siempre supe que había vida. Cortamos unas cañerías de plástico que llevaban agua para las máquinas que estaban en los nivele inferiores y por ahí gritábamos para ver si lográbamos comunicarnos. Llegamos a quedar ‘roncos’ de tanto gritar, pero no pudimos comunicarnos”.
“Estaba en Valparaíso cuando supe que estaban todos vivos. Fue algo extraordinario, una alegría que no puedo explicar. Ahora viene una parte bien delicada y esperemos que el cerro nos acompañe y le pido a Dios que así sea. La gente que quedó allá tiene una vasta experiencia, el señor Sougarret, el señor Montecinos y los demás rescatistas, son gente muy equilibrada, lo que es muy importante cuando hay que tomar decisiones sometido a muchas presiones de los familiares”.
Angelo Moreno, Telecomunicaciones:
“Para llevar los distintos materiales que, en un comienzo, se necesitaban en los trabajos que se estaban desarrollando en la chimenea, las cuadrillas se demoraban como una hora. Eran como 5 ó 6 kilómetros entre la entrada a la mina y el nivel 355, donde estaba el derrumbe. Entonces, nuestro trabajo fue llevar comunicación hacia el interior, de cualquier forma, para que este proceso fuera más rápido. Lo primero que hicimos fue tirar un cable UTP para poder instalar teléfonos en todo el trayecto. Nos demoramos 3 horas en tener operativos todos los teléfonos que nos solicitaron, en los lugares previamente definidos, hasta el mismo lugar del derrumbe, con central telefónica y respaldo de energía”.
“Una segunda etapa fue implementar el sistema de radios, para los distintos equipos que estaban transitando por la rampa. Ahí utilizamos la tecnología ‘leaky feeder’, que es un sistema que permite ampliar una red los kilómetros que tu quieras, instalando amplificadores cada 350 metros. La comunicación por radio la tuvimos en un día, con 5 kilómetros de cable irradiante coaxial, con amplificadores, respaldo, energía y antenas para irradiar en el exterior. Trabajamos 3 personas, más otra que estaba afuera operando la central telefónica”.
“Se nos cortaron unos cables porque estaba ‘planchoneando’, era súper peligroso. Nosotros técnicamente no manejamos la minería, pero nos apoyábamos en todo el equipo de tenientinos para saber cuál era su estado. Fue bastante complicado”.
“Cuando me preguntaron si quería venir, inmediatamente dije que sí. Y me sentí orgulloso de que hubieran pensado en mí. Lo más gratificante es que cuando tuve que elegir a una persona de mi equipo para llevarlo a Copiapó, todos querían acompañarme”.
“Es la experiencia laboral más importante de mi vida, me ha llenado mucho el alma”.
“Estaba con toda mi familia en la casa cuando supe que estaban todos vivos. Lloramos y nos abrazamos”.
“Lo único que deseo es que se cumpla la misión”.