Por: Hugo Lillo I., Presidente Regional, Colegio de Profesores de Chile A.G., Sexta Región.
La introducción de Liceos Bicentenario (de Excelencia), versión actual de los fallidos Liceos de Anticipación de administraciones anteriores, genera alguna controversia aunque a partir de 2011 serán una realidad incremental que podremos evaluar por sus frutos no así aun por su impacto en el Sistema Público.
A la luz de los lineamientos enunciados, el valor que les asignemos depende de desde donde conceptualmente nos situemos para emitir juicios.
Así en general, las organizaciones de profesionales de la educación y sectores de la Academia compartimos diagnósticos sobre la dificultad de avanzar en la calidad de la educación pública (tal como se la mide hoy) que se explican en función de las brechas socioeconómicas de las poblaciones escolares atendidas. Hay evidencia suficiente en las mediciones censales nacionales ratificando que los resultados educativos son tributarios fundamentalmente del nivel socio-económico y del capital cultural de las familias, con excepciones por supuesto.
Desde este punto vista, intervenir el sistema educativo apartando sea a los alumnos de mejores rendimientos o de bajos rendimientos en cursos o colegios es un despropósito sin impacto positivo en el sistema, contribuyendo quizás a mayor segmentación.
El Instituto Nacional de Santiago, paradigma de los liceos públicos de excelencia, no ha tenido en verdad impacto en el conjunto del sistema público y todos entendemos que se trata sólo de un establecimiento que, en buenahora, funciona en condiciones excepcionales.
Sin embargo, otra mirada posible es, obviando las consideraciones sistémicas, considerar estos liceos sólo como espacios de mayores oportunidades para aquellos alumnos talentosos y pujantes que los liceos regulares no pueden llevar al máximo de sus potencialidades, demasiado presionados como están para mejorar los resultados generales de todos sus alumnos. Este objetivo aunque no declarado, resulta sin duda valorable pues constituye un aporte neto a la democratización de la formación de las elites del país, hoy radicada por completo casi en los buenos establecimientos de la Educación Privada.
¿Tendrán algún impacto en el Sistema público 25 liceos, 40 liceos de Excelencia o serán sólo magníficos “terroirs” de trasplante para buenas cepas?. Mejor esperar y ver.