Hugo Soto Riquelme
Fotos: Nico Carrasco
Llegó la primavera y con ello aflora un entusiasmo completamente renovado. Las flores y una brisa más calida a la de meses atrás, forman parte de un paisaje que alegra y encanta. Pese a ello, las precipitaciones aún no quieren retirarse, convirtiéndose para las plantaciones frutales en una enemiga a todas luces. Aspecto que la ingeniera agrónoma, Pamela García, confirma al señalar que nunca es bueno una lluvia primaveral para los árboles frutales.
Según García, encargada del Centro Agrometereológico de la seremi de Agricultura, la explicación radica en que “las lluvias de primavera son bastante negativas, porque están en proceso de floración y pueden producirse dos problemas. Uno sería la caída de la flor y lo otro, es que a veces cuando la flor está desarrollada y comienza a formarse el fruto, a veces los golpes del agua provocan manchas después en el producto final. Entonces, también hay un deterioro en la calidad, producto de estas lluvias atemporales”, sostuvo.
De acuerdo a lo planteado por la experta, el lunes último cayeron precipitaciones en la Región, producto de un sistema frontal -por efecto de la Niña- que en el sector costero registró pluviometrías del orden de los 10 a 12 milímetros. A su vez, el agua caída en el valle bordeó los 12 milímetros en algunas comunas, situación que afectaría a los frutales de continuar este panorama.
Para los frutales estas lluvias en periodo de floración generalmente no son muy benéficas, puesto que se producen caídas de flores y eso se traduce en una menor cantidad de frutos. Por el mismo tema de las temperaturas, al no estar tan altas de alguna manera, no ocasionaría un brote brusco de enfermedades fungosas que es lo que normalmente sucede en las lluvias de primavera con altas temperaturas”, aseguró García.
Pero no todo es malo, la agrónoma aclaró que si bien en las plantaciones frutales pueden provocarse problemas, hay consecuencias positivas en los cultivos agrícolas enfocados principalmente para la siembra de trigo y avena en los sectores costeros. “Algunos agricultores producto de estas lluvias empezaron a preparar los suelos para las siembras de maíz”, añadió.
Respecto al déficit de precipitaciones, en tanto, manifestó que pudiesen provocarse problemas en la disponibilidad de agua para riego dentro de los meses de febrero y marzo. “Por el mismo efecto de la niña, muchas de las precipitaciones que han ocurrido en esta última etapa, han sido más bien de precordillera y cordillera, lo que ha generado una acumulación de nieve. Las temperaturas se han mantenido más bajas y eso ha permitido que la nieve dure un tiempo más”, señaló García.