Por: Alvaro Rivera E.
Fotos: Nico Carrasco
Ayer en la capital regional, no se hablaba de otra cosa. El desfile en honor a los Héroes de la Batalla de Rancagua, estaba en la mente de muchas personas. Y los 22 grados de temperatura, fueron un factor preponderante momentos antes de que los colegios, militares e instituciones, hicieran su ingreso al Parque Estadio El Teniente.
Variados puestos de bebidas, agua mineral —y sobre todo— de helados de agua, hacían las delicias de los asistentes, ubicados preferentemente en calle Almarza, donde se encuentra la puerta de ingreso principal del campo deportivo.
Los profesores a cargo de los grupos estudiantiles, trataban de poner orden, mientras algunos alumnos y alumnas hacían una simpática vida social. Es que el desfile es una buena ocasión para hacer nuevos amigos. Las últimas llamadas por celular a los familiares y amigos, y a formar.
Por su parte, las bandas que tocarían en el gramado de El Teniente, afinaban los últimos detalles. Sonidos de tambores, pitos y flautas, antes del momento crucial, donde cualquier error es imperdonable.
Una vez adentro, el reencuentro entre amigos —que desfilan cada año—, también ocurre. Las voluntarias —con sus mejores atuendos— se preparaban nerviosas. Un cigarro para calmar la ansiedad, era el mejor amigo en aquellos momentos.
Asimismo, las cámaras fotográficas ya se han hecho una costumbre. Todos buscaban retratar el momento previo al desfile. La democracia fotográfica digital se hacia presente en el principal complejo deportivo de la ciudad heroica.
Todo tranquilo en El Teniente
El orden y la espera ya se terminaban. La hora del inicio del desfile ya llegaba. Nervios en algunos de los estudiantes que marcharían. “¡A formar la fila!”, gritaba un profesor. Los efectivos de las fuerzas armadas daban el ejemplo, formando prestos.
El locutor del estadio daba la bienvenida, a las más de 10 mil personas. Los controles de seguridad se hacían más estrictos. Sobre todo, con los infaltables “colados” que llegan siempre, cuando se realiza un evento importante.
Ya no quedaba tiempo. A las 16:12 ya no había vuelta atrás. Comenzaba el desfile. El resto, quedará en la historia. Otro año más gallardía, rectitud y destreza. Los asistentes, lo agradecieron con un cerrado aplauso. Y si buscaba el calificativo de impecable en esta crónica, lamentamos desilusionarlo. Sabemos utilizar otros.