– La niña que pesó 385 gramos al nacer no resistió más, falleciendo este viernes en el Hospital Regional de Rancagua a los 5 meses de edad. Su historia impactó, tanto por su condición de salud, así como también por el drama social que había tras sus padres.
Tania Arce Saavedra
Fotos: Marco Lara
Desde la comuna de Nancagua llegó el pasado 24 de junio, Yáquelin Toro de 19 años para dar a luz en forma inesperada. La joven madre tenía sólo 29 semanas de gestación, y se encontraba afectada por un cuadro de Preclampsia, patología que se manifiesta con una fuerte alza de la presión arterial en las embarazadas, por lo que hubo que proceder a realizar una cesárea que terminó con el nacimiento anticipado de Valentina Ignacia. Pero la historia no termina aquí, ya que la menor pesó apenas 385 gramos por lo que debió ser asistida de inmediato en la Unidad de Neonatología del Hospital Regional.
En la oportunidad los médicos se mostraron muy conformes con su evolución asegurando que “a pesar de presentar complicaciones propias de un menor prematuro, al cumplir un mes de vida ya se encontraba sin ventilación mecánica y esperando una evolución posterior, igual de positiva”.
El sueño de todos quienes estaban al cuidado de una de las guaguas más pequeñas nacidas en el Hospital Regional, era que cuando fuera el momento, ella debía salir del recinto “sana y en los brazos de su madre” como un bebé normal y con todas las oportunidades que debe tener un niño o niña.
Pasaron los meses, y Valentina seguía creciendo. Aunque no lograba llegar al peso de su “edad corregida” como le llaman los médicos cuando un prematuro alcanza el peso ideal para su edad, “la niña estaba estable y evolucionaba lentamente”. Sin embargo para el médico tratante, Alexis Díaz, el diagnóstico de la menor no era el mejor, ya que según el galeno, la pequeña presentaba un severo daño neurológico y una serie de malformaciones congénitas. Sus padres, los profesionales y la propia Valentina daban una dura batalla.
Cada mañana Yáquelin—la madre— debía viajar desde Cunaco, en la comuna de Nancagua, para visitar a su hija en la Capital Regional. La joven debía luchar todos los días junto a Francisco Salinas—el padre de la menor—, para conseguir recursos, y así poder viajar. En una oportunidad estuvo afectada por una fuerte gripe, por lo que no visitó a la niña durante varias semanas. “Pero siempre tuvo la disposición de estar con ella y entregarle el amor que toda madre da a sus hijos” señala un familiar de la mujer. Ellos, los padres, hicieron un grito desesperado para poder conseguir la ayuda necesaria que les permitiera asistir a su pequeña hija. Necesitaban vivir en un lugar que brindara las mínimas comodidades para poder entregar a la niña los cuidados adecuados para una guagua de esas características. Necesitaban ayuda, por lo que El Rancagüino verificó en terreno las condiciones de vulnerabilidad en que la pareja vivía.
Pero todo acabó. Valentina Ignacia dejó de existir este viernes en el Hospital Regional de Rancagua, cuando ya casi cumplía cinco meses. La pequeña niña que pesó 385 gramos al nacer no resistió más, dando así por cumplidos los vaticinios de quienes pocas esperanzas tenían en su recuperación . Francisco Salinas contó que el día jueves el médico tratante les llamó y “nos informó personalmente que la niña se había agravado y que solo se debía esperar”. A las diez de la mañana de ayer viernes Valentina falleció. Al parecer su fortaleza no pudo más con los graves problemas de salud que arrastró desde que vio la luz. Valentina Ignacia emprendió un largo viaje. Su madre ya no tendrá que madrugar para salir a la Ruta 90 a tomar bus hacia Rancagua. Ella quedó inmersa en el más profundo de los dolores que debe enfrentar un ser humano: perder un hijo.
Los restos de la niña fueron trasladados a Cunaco. Sus padres al fin la tienen en casa y hoy a las 18 30 le darán el último adiós en el Cementerio de Nancagua. Termina así la triste historia de Valentina Ignacia Salinas Toro.
El Rancagüino quiso conocer el entorno que rodeó a la madre durante el embarazo, confirmando muchas de las hipótesis que ya se manejaban al indagar sobre ello.
Yáquelin y Francisco viven en una pequeña mediagua en el sector de Cunaco, en la comuna de Nancagua. El lugar estaba rodeado de pequeñas parcelas, adornadas por muchos árboles frutales destinados a la exportación. A lo lejos se sentía el ruido de un tractor, el que según contó una persona del sector, “estaría realizando fumigaciones en el predio aledaño”. Algo normal para la época.
Los salinas Toro viven en un pequeño caserío conocido como El Álamo. Sin agua potable. En una mediagua se esconde el drama que pesó sobre la niña de los 385. Esa misma que una dura batalla, y que dejó de existir después de casi cinco meses.