Por: Tania Arce Saavedra
Fotos: Marco Lara
En la madrugada de ayer, falleció el Padre Horacio Rivas Rodríguez, precursor del movimiento Schoenstatt en Rancagua.
El “Padre Horacio” como le llamaban los seguidores del movimiento, dejó de existir tras haber sufrido un agresivo cáncer. Sus últimos días los vivió en el Santuario de Bellavista, en la comuna de La Florida en Santiago, lugar donde viven los padres de ese movimiento de origen Alemán.
El religioso dejó un gran legado de amor en Rancagua, siendo por más de 25 años el asesor de las familias rancagüinas de esa “alianza de hermandad”, además de ser el precursor de la construcción del Santuario ubicado en Avenida Membrillar de esta ciudad. Tras un alejamiento temporal, debido a que debió cumplir otras labores pastorales y fundacionales en distintas ciudades y localidades del país, regresó a Rancagua. “Había comenzado a viajar a la ciudad nuevamente, para retomar su trabajo en esta comunidad que tanto lo quería” señaló Francisco Daniels, integrante del movimiento en la Capital Regional.
Daniels se refirió a este sacerdote describiéndolo como: “un padre en todo sentido. Muy cercano, ya que más que un sacerdote era como un papá” .
Cuenta que el padre Horacio asesoró a las familias schoenstetianas durante muchos años. “Nos vio formarnos como familia, bautizó a nuestros hijos, los vio crecer, y luego los casó. Hasta alcanzó a bautizar a nuestros nietos”.
Para este profesional la pérdida del sacerdote es por un lado muy dolorosa, “porque deja un vacío difícil de llenar. Pero a la vez es una alegría porque sabemos que está junto al Padre, a la Mater y a nuestro Fundador” afirmó.
Daniels también relató lo dolorosa y dura que resultó ser la enfermedad que le llevó a la muerte. “Fue un cáncer repentino, muy duro y rápido” señaló
Precisamente, ese cáncer que le haría partir un domingo 26 de diciembre, fue motivo de una carta, enviada por el religioso a sus amigos, conocidos y “hermanos de Alianza” como les llamó con cariño. “Un saludo muy cariñoso y agradecido por tantas oraciones y recuerdos que han hecho permanentemente por mí. Creo que es ya la hora de compartir con Ustedes lo vivido en estas largas semanas de ausencia. Ya han escuchado que todo comenzó con fuertes malestares estomacales, producidos posiblemente por antibióticos recibidos para superar una infección.(…) El equipo médico de la Universidad Católica ha actuado con mucho profesionalismo, dedicación y cariño. No se ha dejado nada de lado por examinar. Sobre todo ha tenido una paciencia de «santos». (…) Con motivo de los repetidos exámenes que me han hecho en estos días (2 scanners) aparecen por primera vez metástasis. En todos mis exámenes anteriores (desde la operación de Abril del año pasado hasta antes de estos scanners) todo había sido perfecto, sin ninguna señal negativa. Ahora se ve con claridad que los ganglios de esa zona del cuerpo están infiltrados por el cáncer y que de a poco eso irá avanzando. No se recomienda que se haga quimio o radioterapia, porque para este caso puede ser muy negativo. Así es que hay que esperar solamente su desarrollo y su avance. Según los conocimientos médicos se calcula en algunos meses y según el Plan de Dios en lo que El disponga.(…) Yo estoy en paz, ya asumí el primer golpe, ya lo he entregado todo al Señor, a la Mater y a nuestro Padre. Estos días y estas horas me han ayudado mucho a ver esta nueva etapa de mi vida, ya final, a hacer más presente aquello para lo cual fui llamado por Dios y que he tratado de vivir en la fuerza de la Alianza de Amor con la Mater en el Santuario. Que el espíritu de la Inscriptio me acompañe en este camino final, para vivirlos en toda la maravilla de ser sacerdote. ” con estas palabras el “padre Horacio” prácticamente se despide de quienes hoy le lloran.
Horacio Rivas está siendo velado en el mismo lugar que le vio partir: el Santuario de Bellavista. Sus restos serán despedidos hoy, a las seis de la tarde, con una misa, y luego serán trasladados al cementerio destinado a los padres ubicado dentro del mismo recinto.
Nany y Carlos Willat : “Nos impactó fuertemente su enfermedad, tan repentina y dolorosa”.
“El Padre Horacio Rivas fue para nosotros un verdadero Padre espiritual, un maestro de vida, un educador y formador de personas, traspasado por un profundo amor al Señor, a la Santísima Virgen que dedicó su vida a conducir a los hombres hacia Dios, como lo hizo el Padre Fundador de la Obra de Schoenstatt,
Extraordinariamente acogedor, cálido y cercano, fue increíblemente respetuoso y paciente con los procesos de vida de las personas. Conocedor de la naturaleza humana, irradiaba sabiduría, bondad y serenidad y tenía la capacidad de captar y potenciar lo mejor de cada uno. El nos transmitió el mundo sobrenatural de la manera más sencilla y cercana.
Tuvimos el privilegio de trabajar junto él y a la Familia de Schoenstatt de Rancagua en la construcción espiritual y material del Santuario Siempre nos sorprendió con su audacia, su fortaleza, su alegría, su optimismo, su entusiasmo y su inquebrantable confianza en Dios, en la Mater y en cada una de las personas.
Nos impactó fuertemente su enfermedad, tan repentina y dolorosa. Sin embargo, el Padre nos mostró nuevamente su gran fortaleza y su increíble y heroica disposición al sacrificio, con su decisión de compartir y seguir trabajando con sus hijos espirituales hasta sus últimos días”.
Sonia y Esteban Zubiaguirre: “Fue un Padre en estos tiempos sin padre”
“El Padre Horacio fue un Padre en estos tiempos sin padre, nos enseñó a ser más flexibles, más comprensivos…. él le daba tiempo a las personas para hacer sus propios procesos. Alegre, de buen humor, conductor de la vida, nos quiso y nos probó su cariño hasta la última gota: viajó a Rancagua a darnos su bendición, celebró misa, se reunió con la Familia de Schonstatt , soportando en silencio los dolores de su enfermedad.”
Verónica y Roberto Contardo: “Tenía un gran carisma y cercanía con los jóvenes”
Un verdadero Padre, formador de familias y personas, una persona santa en su vida, en su actuar y pensar.
Acogedor, cercano, irradiaba bondad, era un reflejo del Padre Dios y del Padre Fundador.
Fue un verdadero pastor. Tenía un gran carisma y cercanía con los jóvenes. Trabajó siempre por la familia y daba formación a pololos, novios y familias para formar las generaciones del futuro. Tuvo especial preocupación por las personas separadas (escribió un excelente libro al respecto) y por quienes se sentían alejados de la Iglesia.