Texto y Fotos:
Luis Fernando González
Ellos estuvieron de moda nuevamente tras el terremoto, pero la emergencia hizo que sus “clientes” estuviesen aún más ocultos. Pero terminada la emergencia han vuelto a su razón de ser, a los campamentos. Lamentablemente nuestra Región proporcionalmente presenta una de las mayores cantidades de campamentos a nivel nacional, son más de 70 los que existen, razón más que suficiente para que un “Chile sin campamentos” sea una meta asumir regionalmente.
Así voluntarios de “Un Techo para Chile” por estos días se encuentran realizando trabajos de verano en tres lugares de nuestra región, pero ya no se encuentran instalando mediaguas, sino apoyando otras necesidades de las comunidades; trabajar espacios y necesidades comunes que permitan a los residentes tener una mejor calidad de vida, conocerse y trabajar juntos para la superación de su situación de pobreza.
PARA QUE LOS NIÑOS PUEDAN JUGAR
Debajo de “Tierras Blancas” por la carretera del Cobre, en la parte superior de “El Cajón” de Machalí se encuentra el campamento “Los Peumos”, donde varias casas de material ligero han surgido a la sombra de dos inmensos Peumos que dan le dan nombre al asentamiento. En este lugar no hay mayores problemas de “techo”, pero al estar ubicadas las casas prácticamente en la cordillera, sin pasto y con muy poco sectores planos. La comunidad está más bien dispersa, no poseen un lugar donde reunirse en las tardes, ni donde los niños puedan jugar seguros, ya que por el camino principal suelen transitar motos que se dirigen hacia El Cajón o hacia la carretera del cobre. Por este motivo un grupo de voluntarios se encuentra realizando una plaza. Con apoyo municipal se limpio, nivelan una parte del terreno donde se instalaran juegos y una pequeña pérgola.
Un proyecto similar se está realizando en las poblaciones Manuel Ford I y II, donde se levanta a un costado una multicancha con cuyo arriendo, la junta de vecinos puede financiar los costos de agua y luz de la sede vecinal.
Los voluntarios que trabajan en este lugar son en su mayoría universitarios rancagüinos, los mismos que organizaron la “navidad solidaria” realizada en el Estadio Marista.
Si bien estas poblaciones son casa de construcción solida, urbanizadas y distan bastante de ser un campamento, también presentan necesidades Sebastián Dawes director regional de “Un Techo para Chile” reconoce que esa comunidad no los quería mucho tras el inconveniente del invierno, pero como “compromisos son compromisos” igualmente están ahora instalando los juegos y mejorando el entorno. Christian Andersen, explico “En invierno vinieron voluntarios que no rindieron como esperábamos entonces quisimos levantar este proyecto”, acá se encuentran trabajando jóvenes de la universidad Adolfo Ibáñez –los mismos que durante la emergencia post terremoto trabajaron en la comuna- y voluntarios del movimiento “San Vicho levántate”, una organización juvenil que surge tras el 27 de febrero para ayudar a su propia comuna.
Con voluntarios locales “San Vicho levántate” para la emergencia logró levantar más de 300 mediaguas. Fue justamente en ese periodo que estos dos grupos se conocieron, los universitarios y los locales, y para el verano renace esta unión con este proyecto de la plaza bajo el alero de “Un Techo para Chile”.
En el lugar arreglaran los juegos que existían e instalarán una pérgola, que permita estar en el lugar ya que no presenta ninguna sombra y a pleno sol el calor es insoportable.
La presidenta de la junta de vecinos, la señora Graciela, confiesa que el tener una plaza es un verdadero sueño. Señala que servirá para que los niños se conozcan y tengan donde jugar, pero adelantó mano dura y que no se permitirá que este lugar se mal utilice, para consumo de alcohol, “quien sea que se ponga acá yo llamó a carabineros señaló”.
CUANDO EL AGUA ES UNA NECESIDAD
Ubicado a una orilla del río Antivero, detrás de la población 18 de Septiembre, en San Fernando se encuentra un campamento conformado por 27 familias, que forman el comité “La unión hace la Fuerza”. Sólo hace 4 meses los vecinos de este campamento se reunieron, formaron el comité y comenzaron a luchar por sus necesidades comunes, bajo el alero de “Un Techo para Chile” que los ayudó a juntarse, así lo relató Pía, presidenta del comité. Este trabajo comunitario este verano empieza a ver sus primeros frutos a raíz del proyecto que voluntarios están realizando en el lugar. Los beneficiados tuvieron que elaborar un proyecto y presentarlo a unos fondos concursales que la ONG tiene para estos fines.
La necesidad más urgente que presentan es el agua, el sector no está urbanizado y no cuentan con el vital elemento. Dependen de un camión aljibe municipal que según relatan los propios vecinos debería pasar una vez a la semana, pero “a veces no pasa”. El problema era que almacenaban el agua en baldes, lavadoras en desusó. Así el agua almacenada en lugares no aptos al poco tiempo se “echaba a perder” no siendo apto para el consumo, lo que obligaba a los vecinos a conseguirse agua con familiares o a pedir en algún lugar.
Al principio se barajó la idea de solicitarle al municipio que instalará un medido común, un arranque de la red de agua potable y pagar en forma comunitaria la cuenta. La idea no prosperó por conflictos internos del mismo comité, así que surgió una idea intermedia que presenta una solución individual. El instalar unos estanques de cerca de 650 litros de capacidad por familia, ubicados en una pequeña “torre de agua”. Al estar almacenado el liquido en un embase preparado que además permite clorar el agua esta durará más. Cada familia debió aportar el 10% del costo, el resto fue asumido por la ONG y la instalación realizada por voluntarios. Finalmente 20 familias se sumaron, ahora esperan, más bien añoran que el camión municipal idealmente pudiese pasar 2 veces a la semana. Pía aseguró que por estos días esperan reunirse con funcionarios municipales para plantear la inquietud.
El otro gran drama que viven a diario los miembros de este comité es el de la basura, ya que señalan que tanto vecinos de la villa 18 de septiembre e incluso, haciendo el mea culpa, ellos mismos. Pero especialmente carretoneros e incluso camiones botan basura al río, con todos los problemas de salubridad que eso acarrea. Si bien está prohibido botar basura en la rivera, señalan que la falta de un cartel que lo indique claramente, hace que muchos piensen que es lícito hacerlo. Ese es su nuevo proyecto, el dotar de letreros el sector que indiquen la prohibición de botar la basura y las multas que arriesgan quienes lo hagan y el conseguir que el cumplimiento de esta orden sea fiscalizado y sancionados quienes persistan. Aunque la aspiración de todos ellos es salir del campamento, el que “les salga” una casa, ese sería el primer paso para poder limpiar su entorno.
Los recursos, los materiales para realizar este y otros proyectos explicó Sebastián Dawes son los que se obtuvieron en la campaña “Un Techo a mil”, en las donaciones realizadas por la propia gente.