Cuando faltan 11 días para que se cumplan doce meses de aquella fatídica madrugada, aún hay alrededor de 200 familias viviendo en el lugar debido a no contar con una nueva vivienda. A pesar de que ya se ha comenzado el proceso de expropiación, y cuando se habla de una supuesta demolición simbólica liderada por el propio presidente Sebastián Piñera, el domingo 27.
Tania Arce Saavedra
Fotos: Nico Carrasco
Fueron declarados inhabitables. A las pocas horas del gran sismo las familias debieron ser- la mayoría -erradicadas del lugar. El resto debió resignarse a vivir en carpa junto a los edificios, por varios meses.
Tras el terremoto del 27 de febrero de 2010, Villa Cordillera, ha sido el lugar simbólico de Rancagua . Y porque no decirlo: de todo Chile. Es que, según lo señaló la propia ministra de vivienda, Magdalena Matte, “estamos frente al conjunto habitacional más grande del país. Al que afectó a mayor número de personas y familias”.
Cuando faltan 11 días, para que se cumpla un año de aquella fatídica madrugada, aún hay alrededor de 200 familias viviendo en el lugar. A pesar de que ya se ha comenzado el proceso de expropiación, y cuando se habla de una supuesta demolición simbólica liderada por el propio presidente Sebastián Piñera, el domingo 27.
Era la mañana del 27 de febrero. Todo Chile amanecía impávido tras la cruda realidad. “Estaba todo en el suelo” recuerdan algunos con mucho dolor. Mientras en los sectores costeros, el impacto venía con el tsunami, y la ola de destrucción que dejó, los poblados rurales veían destruido el patrimonio histórico de Chile. Muertes, dolor y pérdidas materiales.
Pasadas unas horas, y cuando el alba dejaba ver la “otra realidad” la desesperación aumentaba exponencialmente. En Rancagua, los más de mil 500 departamentos de Villa Cordillera, dejaban entrever los enormes daños sufridos. “Hay que evacuar de inmediato” decían las autoridades. El pánico se apoderaba de los afectados, y quienes pudieron salir a casa de familiares lo hicieron. Otros prefirieron instalarse en carpas, para poblar posteriormente la Aldea de emergencia instalada en el sector. Pero un grupo no menor, simplemente prefirió quedarse en el lugar. Hoy, aún habitan esa especie de ciudad fantasma ubicada en el sector nororiente de Rancagua. Simplemente se niegan a salir.
La Villa Cordillera fue construida en la década de los 90. Perteneció a un programa habitacional denominado Programa Especial para Trabajadores (PET) y fue incluida en un conjunto de villas y poblaciones que resultaron con serios problemas de construcción. Las llamadas “casas de nailon” . En esa oportunidad, estas fueron, primero tapadas con plástico, y posteriormente impermeabilizadas y revestidas. Por lo anterior, muchos de sus propietarios optaron simplemente, por abandonar el lugar, y adquirir una vivienda en otro sector.
Tras el terremoto de febrero, los más de 160 edificios fueron declarados inhabitables por el departamento de Obras de la Municipalidad de Rancagua. Ahí fue cuando comenzó el éxodo de los habitantes de ese conjunto habitacional.
Faltan 11 días para que se cumpla un año de aquella fatídica madrugada. Sin embargo, existe un grupo de familias que simplemente no ha podido salir del lugar. Han debido sortear muchas dificultades, entre las que se cuenta un aumento inexplicable de las cuentas de agua y luz, un clima de inseguridad, y toneladas de basura, que inescrupulosos automovilistas botan en el sector.
“Ahora sí que tenderemos que salir”
Fresia Barahona es madre de tres hijos. Vive en el cuarto piso del edificio que obedece a la numeración 02117. Está cesante, y es propietaria de su departamento. “Cuando recién fue el terremoto me fui de allegada a casa de unos familiares. Pero eso no se pudo prorrogar por más tiempo, y me vi obligada a volver. Lo peor de todo es que me habían saqueado, por lo que prácticamente tuve que reconstruir el interior de mi departamento” dice la mujer. Ella afirma no estar en condiciones para arrendar otro inmueble, y la desespera saber que pronto comenzarán las demoliciones, lo que significa que esta mujer comenzará a vivir un segundo terremoto. “Ahora sí que tenderemos que salir”. Fresia Barahona, asegura que está desolada. Quiere trabajar y no ha conseguido nada. Sin embargo tiene la esperanza de que pronto conseguirá el anhelado subsidio habitacional, el que le permitirá obtener una casa propia, y definitiva. Dice eso sí, que ha estado tranquila. Sin embargo reclama que inescrupulosos boten basura junto al edificio en que vive. “Es indigno soportar esto. Que inconsciencia hay entre quienes lo hacen” dice Fresia Barahona.
Ana Valdivia arrendaba un departamento en Villa Cordillera. Dice que pagaba 60 mil pesos, pero que ahora le dijeron que no era necesario que siguiera cancelando. Vive con sus dos hijos y su marido. Afirma que extraña a sus vecinos y esa vida tan familiar que llevaban. “La pascua y el año nuevo lo pasamos solitos y muy tristes” señala esta dueña de casa.
Daniela Parra también aún vive en el sector. Junto a su pareja aún no pueden encontrar otra alternativa para salir de ahí. Dice que su situación es “compleja” por lo que prefiere no entregar más detalles de ella.
Así aún hay, según los cálculos de los propios vecinos, alrededor de 200 familias que se han arriesgado a vivir en el lugar, con el peligro constante de que una fuerte réplica termine por echar todo abajo.
Según un trascendido, y como señalábamos al comienzo de esta nota, sería el propio presidente Piñera quien encabezaría el comienzo de las demoliciones, el domingo 27, enmarcada en la conmemoración del primer aniversario del terremoto. Miguel Aedo está preocupado por eso, ya que de comenzar las demoliciones, simplemente no tendrá adonde ir. Tampoco ha abandonado el departamento de primer piso donde vive, y junto a sus hijos, simplemente ha debido resignarse, pues no tiene los recursos para pagar un arriendo. “Los arriendos se dispararon. Yo no puedo pagar esa cantidad que piden ahora”, asegura este trabajador. Cuando se apresta a salir al turno de la tarde, relata a El Rancagüino que les han dicho que a medida que comiencen las demoliciones, los van a ir reubicando.
Carolina Ovalle es esposa de un dirigente. Sabe lo de las demoliciones del próximo 27 de febrero, y afirma que estas serán simbólicas y en el sector uno. “El problema es que habemos muchos que no tenemos adonde ir, y casa no hay esperanza hasta el 2012 aproximadamente”. Dice que la situación de quienes viven ahora en Villa Cordillera es muy compleja, y que hay una incertidumbre de lo que será el destino de estas familias damnificadas que aún no saben adónde ir.
Así como Carolina, Fresia, Daniela y Ana, hay muchas mujeres que han debido soportar esta compleja situación. Ya hace un año. Y no saben por cuánto tiempo más.
Eran las cuatro de la tarde de ayer martes, y un grupo de niños y niñas jugaban en la multicancha de un sector de la mencionada villa. Todos contaron a este medio, que aún viven en los departamentos. Algunos incluso en el piso cuatro o cinco. Relataron que en este lugar los temblores se sienten muy fuertes, “hasta marear” dicen y que, sus padres no tienen como ir a otro lugar. Es la realidad de uno de los conjuntos habitacionales, donde más familias, en forma simultánea resultaron afectadas por el quinto terremoto más grande de la historia universal.
Dirigentes anuncian movilizaciones
Molestia existe, de parte de dirigentas de distintos comités de Villa Cordillera, respecto a la metodología empleada para adjudicar subsidios habitacionales a un importante número de familias de ese conjunto habitacional. Según señalara la propia dirigenta a este medio, “ellos ( el SERVIU) no estarían respetando el acuerdo tomado en diciembre, en que todas las partes se comprometían a formar una comisión que evaluaría caso a caso aquellos en que hubiera dudas”. Según Rojas, “esto simplemente no se respetó, y ahora nosotros sí debemos pasar por ese filtro. Lo peor, es que a nadie le consta que esas personas estén todas dentro de lo que se debe en cuanto a cumplir los requisitos” dijo Rojas. “A nosotros no nos molesta que ellos hayan obtenido el subsidio. Al contrario, nos alegra, pero las reglas deben ser iguales para todos. (…) a nosotros nos han demorado porque nos consideran revolucionarias, y eso es una forma de castigarnos” advirtió Rojas.
Junto a otras personas, la mujer hizo un llamado a las autoridades a acelerar los procesos, ya que según ellas “las vacaciones han truncado toda posibilidad de avanzar, pues quienes hoy reemplazan al Seremi, no tienen poder de resolución” aseguró.
Rojas, adelantó que en los próximos días realizarán una serie de movilizaciones, entre los que se cuenta una gran jornada a partir del próximo 23. “Todo en conmemoración del primer año del terremoto del 27 de febrero pasado.