‘Robar a Rodin’ se llama la cinta que presenta MiraDoc en la ciudad. El filme aborda el hurto que sufrió en 2005 el Museo Nacional de Bellas Artes, cuando un estudiante se llevó una millonaria escultura de Auguste Rodin.
Una mañana de junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes notaron el robo de una millonaria escultura de Auguste Rodin. Después de 24 horas, un tímido estudiante de Arte regresó la pieza. El joven argumentó que realizaba un proyecto para comprobar que una obra está más presente en su ausencia.
Doce años más tarde, el cineasta Cristóbal Valenzuela indaga en el famoso caso mediante entrevistas a artistas, abogados, teóricos y al propio protagonista del hurto. ‘Robar a Rodin’ se llama la cinta, premiada como Mejor Documental Latinoamericano en FICViña. María Paz González produjo la propuesta, quien explica que el título audiovisual funciona como “un relato detectivesco que permite ironizar sobre el estado del arte contemporáneo y las contradicciones de este quehacer”.
MiraDoc estrena el filme en Rancagua este sábado 4 de noviembre, a las 16 horas en la Biblioteca Pública Eduardo de Geyter -Avenida Cachapoal N°90-. La entrada general cuesta $1000 y tiene un valor de $500 para estudiantes. También podrá ser vista el 11 -en un cineforo con González-, además del 18 y 25 de este mes, en el mismo horario.
COMPLEJIDADES DEL RODAJE
Cristóbal Valenzuela ubicaba al artífice del robo, Luis Onfray, cuando éste cometió el hecho. “Yo estudiaba Cine en la Universidad Arcis y él estaba en Arte” en el mismo plantel, recuerda el realizador. “No nos conocíamos, pero viví el tema muy de cerca. Allá era usual ver alumnos implicados en acciones subversivas, sin embargo, el caso de la escultura de Rodin era distinto. Por primera vez estábamos frente a un estudiante que justificaba su acción delictual con argumentos estéticos”, sostiene.
Valenzuela confiesa que la historia le quedó dando vueltas, pues tenía un gran potencial para convertirse en una intrigante película policial y también en una bizarra comedia delirante. “Ambas líneas funcionaban como un vehículo muy interesante para hablar del arte contemporáneo, su función, la definición de arte y el rol de los artistas en las sociedades”, comenta.
La investigación duró seis años en los que contactaron a decenas de personajes implicados. El director cuenta que “varios no quisieron hablarnos, entre ellos los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes. Sólo uno aceptó y creo que lo hizo porque es evangélico. Al protagonista nos costó encontrarlo. Había cambiado de nombre, de Luis Onfray a Emilio Fabres, del primer al segundo nombre, del primer al segundo apellido. Cuando dimos con él, se mostró muy colaborativo. Vio en este proyecto una oportunidad de explicarse y expresarse como artista. Nunca antes le habían dado una ventana así”.
María Paz González confiesa que otro obstáculo fue lidiar con el bloqueo del Museo Rodin, en París. Ellos se negaron a que grabaran en sus espacios y prohibieron a su gente hablar con los realizadores. “Lo interpretaron como que nuestra película era una ‘apología al robo’. Si bien hay una ironía respecto a lo absurdo del hecho, nunca fue nuestra intención plantearle eso al espectador”, esgrime.
La productora también asegura que “fue muy difícil conseguir a Milan Ivelic”, director del Museo de Bellas Artes desde 1993 a 2011. “El robo es uno de sus peores recuerdos, de todos los años en los que estuvo a cargo. Recordar eso no era algo que le generara interés, por eso agrademos mucho la apertura al diálogo que tuvo el recinto y las autoridades que se vieron vinculadas al caso. Ellos entendieron la dimensión reflexiva que proponía la película, en torno al arte y al quehacer del artista”, indica.
‘Robar a Rodin’ fue premiada como Mejor Documental Latinoamericano en FICViña y obtuvo una mención especial por parte del jurado en la Competencia de Cine Chileno de Sanfic.
“En los festivales en que hemos pasado la cinta, aunque sabíamos que era divertida, hay carcajadas que no esperábamos. El filme puede ser de interés para los teóricos del arte, pero también para el público masivo que alguna vez va al museo y muchas veces no entiende bien de qué se trata el arte contemporáneo”.