Estudio del Centro de Desarrollo de Liderazgo Educativo (CEDLE) de la Universidad Diego Portales exploró la primera versión en Chile de programas de mentoría a directores escolares que se inician en el cargo.
La fase inicial de la trayectoria laboral de los directores escolares es una etapa crítica. Estos profesionales se enfrentan a un proceso que, con frecuencia, se caracteriza por sentimientos de soledad, profunda incertidumbre, intenso aprendizaje, permanente adaptación y, en casos más extremos, se experimenta la sensación de estar sobreviviendo. Para contrarrestar estas dificultades los sistemas educativos exitosos a nivel internacional concuerdan en que la mentoría a directores novatos, a cargo de pares experimentados, contribuye significativamente a apoyar el aprendizaje, la socialización y el desempeño de los nuevos líderes durante sus primeros años en el cargo.
En el marco del Fortalecimiento de la Educación Pública, por primera vez en Chile se asumió el desafío de potenciar el liderazgo de los directores novatos que se desempeñan en escuelas públicas y privadas subvencionadas por el Estado, a través de Programas de Inducción que incluyen el componente de mentoría, impulsados por el Ministerio de Educación e impartidos por instituciones universitarias. Si bien esta inédita iniciativa de formación constituye una valiosa invitación a construir capacidades de liderazgo escolar a partir de los beneficios que brinda una alianza entre profesionales, al mismo tiempo presenta numerosos desafíos en cuanto a su diseño e implementación.
Un estudio desarrollado por Carolina Cuéllar y María Paz González, investigadoras del Centro de Desarrollo de Liderazgo Educativo de la Universidad Diego Portales, exploró los procesos de mentoría llevados cabo recientemente, encontrando consenso entre los nuevos directores, mentores y coordinadores de los programas respecto a la percepción de logro de diversos aprendizajes, a partir de la alianza establecida entre líderes escolares principiantes y sus pares con mayor trayectoria.
En el ámbito profesional, estos actores coinciden en señalar una mejora en la capacidad de observación y detección de necesidades de los contextos escolares, que anteriormente pasaban inadvertidas para los directores noveles. Así como también, el fortalecimiento de la relación y el trabajo de estos líderes aprendices con sus equipos directivos y docentes, superando visiones más individuales de la conducción las organizaciones educativas.
En el ámbito personal, se destaca el aumento de la seguridad y la confianza en los directores novatos para introducir cambios en sus establecimientos, empoderándose del rol de líder escolar de una comunidad educativa. “En general, la mentoría permitió que los directores con mayor experiencia contribuyeran a ampliar la visión que tenían los nuevos directores sobre sus escuelas, ayudándolos a clarificar y articular las dinámicas y procesos que se dan al interior de las unidades educativas desde una mirada sistémica”, cuenta María Paz González.
Claves de un proceso de mentoría exitoso
La mentoría se sustenta en una interacción significativa entre directores experimentados y colegas principiantes que busca promover aprendizaje y desarrollo profesional, con beneficio mutuo. Para que una mentoría resulte exitosa, es necesario conjugar diversos factores. Al respecto, Carolina Cuéllar explica que “la selección y asignación de los mentores son elementos centrales. Nuestra investigación corroboró que contar con experiencia destacada en el cargo de director y desempeño en contextos similares que el mentado, así como tener empatía, flexibilidad, capacidad de suspender el juicio y generar un clima de confianza, son características del mentor que tienen una fuerte incidencia en la calidad del vínculo que se establece en la mentoría y en su propósito formativo”.
La investigación también evidenció diversas problemáticas que se convierten en riesgos para el éxito del proceso. Entre ellas se encontró que el universo de los mentores que participaron de esta iniciativa, carecía de experiencia práctica en mentoría y cerca de un 20% no poseía trayectoria como directivo escolar. Otra problemática identificada fue la inclusión de directores con experiencia superior a dos años en el cargo en calidad de mentados, en un programa diseñado originalmente para apoyar a nuevos directores en su transición al cargo. Así también, los programas lidiaron con la participación obligada y desinformada de algunos nuevos directores, junto con agendas sobrecargadas, situaciones que obstaculizaron la calidad de su participación en el proceso.
Reacomodar
Parte de las conclusiones del estudio, que contó con financiamiento del Ministerio de Educación, revelaron cuatro grandes nudos críticos que deben ser reacomodados en futuras versiones de Programas de Inducción a nuevos directores basados en mentoría. Primero, contar con mentores que no solo posean experiencia directiva, sino además habilidades para potenciar procesos de aprendizaje que incentiven la reflexión y la autocrítica constructiva en los beneficiarios en relación a lo que ocurre en sus contextos educativos. “Un buen director no siempre es equivalente a un buen mentor, por lo tanto, se requiere que estos participen de programas específicos que los preparen de manera teórica y práctica para asumir el rol de mentor”, describe Carolina Cuéllar.
Segundo, desarrollar prácticas de mentoría menos prescriptivas y más ajustadas a las distintas realidades profesionales y personales de los mentados, con el fin que la formación resulte pertinente a esta diversidad. Tercero, seleccionar como beneficiarios a directores efectivamente novatos y asegurar la voluntariedad de su participación. Por último, garantizar disponibilidad de recursos y tiempo. Por un lado, que las instituciones cuenten con caudal suficiente para sostener el funcionamiento de un programa de mentoría durante un período significativo; y por otro, que los mentados no interrumpan su participación en la mentoría por demandas externas o situaciones emergentes. Todo esto se traduciría en que los directores consideren esta innovadora iniciativa de desarrollo profesional como algo valioso y no se transforme en una carga laboral adicional.
En el 2018 se espera que el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) del Ministerio de Educación desarrolle una segunda versión de los Programas de Inducción a nuevos directores, ampliando su cobertura.