– Horas de nostalgia y recuerdos vivieron los caletoninos que participaron en los viajes al ex campamento minero.
Horas de emociones, nostalgias y recuerdos vivieron los caletoninos (as) que participaron en los viajes que hace unos días se realizaron a Caletones.
Héctor Fernando Cavieres comparte las vivencias de la jornada.
“Siempre que voy a Caletones, sé con certeza que el día será lleno de alegrías, emociones y responsabilidades. Alegrías de encontrarme con caletoninos(as) con quienes por mucho tiempo no nos veíamos; y es agradable retomar la amistad que el camino de la vida separa. Responsabilidad de que todo sea bueno para el grupo; las normas de seguridad del viaje son drásticas y hay que respetarlas. Y tantas emociones, porque a todos, cuando estamos en la tierra en que nacimos nos llama a volver al pasado, volvemos a ser jóvenes, queremos correr, saltar por las escalas y veredas que están ahí en lo alto de nuestro pueblo. Estar en el lugar que fue la casa, ver las acacias que plantamos y regamos, recordar a nuestros vecinos y amigos, todo esto hoy no se puede hacer. Es difícil controlar las ganas de recorrer todo, las normas de seguridad no dan lugar a que se haga; sin embargo nos confórmanos con ver de lejos lo que queda de nuestro barrio.
Las emociones son propias de las personas que expresan en palabras la vida que llevaron en los distintos barrios caletoninos, todo esto se vive en la liturgia, que es el momento más emocionante del viaje, cuando escuchamos hablar entre lagrimas y sollozos que nacen del corazón, llenas de sentimientos, amor, añoranzas, recuerdos de nuestros padres, hermanos, amigos que ya no están. Ese momento nos une más porque estamos ahí, en nuestra tierra bendita de Caletones.
Volveré hasta que me lo permitan, sentiré las alegrías de estar en mi tierra, sentiré un nudo en mi garganta al escuchar las vivencias de mi gente, reiré con ellos, lloraré con ellos y daré gracias a Dios de haber nacido en Caletones. También daré las gracias a mi gente por sido parte de mi vida, ahí donde nace el alba entre los cerros cordilleranos”.