La opinión de Manuel Polgatiz
Periodista y Comentarista Deportivo
La fiesta se instaló en El Teniente. Alegría, orgullo y felicidad, sentimientos que no muchas veces están presentes en Rancagua, porque para ser celeste, debes sufrir y llorar.
Pero el sábado y ante seis mil fieles hinchas, O’Higgins expuso lo mejor de su repertorio. Controló el juego desde el minuto inicial. Sin contratiempos, logró imponerse en cada zona de la cancha. Desaparecieron los errores no forzados y el bloque defensivo destacó por la solvencia, liderada por el capitán Albert Acevedo y el regreso, como corresponde, de Juan Fuentes.
El sólido triunfo encontró sus fundamentos, en una oncena que comienza a consolidarse. Cuando los técnicos repiten los equipos y solo matizan con ciertas modificaciones, el indicativo es claro y preciso: “estamos funcionando bien”.
Una goleada para renovar fuerzas y alentar el alma. Tres puntos que demuestran la capacidad del plantel y el manejo adecuado de Gabriel Milito. Los cuatro goles incluso pudieron ser seis o siete.
Pero no nos perdamos en el éxito. Esta es una carrera larga, de muchas fechas y donde los altibajos son inevitables. Quizás lo único preocupante, es el escaso recambio en la banca, que definitivamente marcará el rumbo de O’Higgins en este torneo hecho para los equipos capitalinos.