La aeronave de la comitiva presidencial se encontraba en Achao, cayendo al mar a eso de las 15:05 de la tarde del 6 de diciembre del año 1984. Hasta el día de hoy se desconoce el paradero de los tres fallecidos
Fernando Ávila Figueroa
El día 6 de diciembre del año 1984, fue un día triste para Rancagua y en general para la Región de O’Higgins. En aquella ocasión, por razones que hasta el día son hoy una incógnita, caía a las aguas de Achao, Chiloé, el helicóptero 260 de la comisión presidencial que era pilotado por el Capitán, Roberto Goicochea Richardson, quien vivía en Rancagua junto a su familia.
El caso sigue siendo recordando día a día por Bernardita Guerrero, viuda del Capitán Roberto Goicochea Richardson, quien señala que la información que maneja es que el helicóptero cayó al mar en la bahía de Achao, asegura que antecedentes mayores nunca recibió. Junto al Capitán Goicochea viajaba un segundo Capitán, Gabriel Herrera Benavente, y el Cabo mecánico, Juan Beltrán Miranda, quienes fallecieron en el lugar. Por lo menos eso es lo que nos indica Bernardita, ya que esa fue la información oficial que se le entregó, ya que los cuerpos nunca aparecieron.
Una explicación más detallada nunca recibió la familia rancagüina, pese a que existieron muchos testigos que apreciaron el despegue del helicóptero, cayendo a pocos metros de la playa, en el mar. Sin embargo, existen versiones que hablan de una explosión, lo que hace más enigmático del caso.
Parte del fuselaje salió a flote, específicamente su parte posterior, quedando en la época en custodia de Carabineros, iniciando una investigación de la que la familia no conoció detalles, así como tampoco recibieron una respuesta concreta de que fue lo que pasó, y cómo pasó, duda que sigue manteniendo la familia.
Los años pasaron y recientemente por medios electrónicos la familia se entera que una salmonera de Achao, mientras realizaba trabajos, que tenían como fin la búsqueda de un barco hundido, avistaron restos del fuselaje del helicóptero. Esto fue avisado a la Armada de la Gobernación Marítima de Castro, confirmando el avistamiento, e iniciaron una investigación que daba cuenta que precisamente se trataba de parte de la aeronave 260.
Se trataba de parte del fuselaje del helicóptero que había caído el día 6 de diciembre del año 1984 a las 15:05 de la tarde en las aguas de Achao. Pese a ello la respuesta que recibió la familia es que es imposible sacar el fuselaje, ya que el paso de los años ha provocado un irremediable deterioro que haría que sacarlo a flote produzca una destrucción total.
El año 2005, Bernardita Guerrero, realizó una serie de investigaciones por cuenta propia, donde pudo acceder a sumarios de la época que no la dejaron conforme, por lo que el anhelo de la familia es que este caso pueda ser reabierto, con el fin de que se pueda bajar hasta las aguas de Achao e investigar de manera detallada que hay en esa parte del fuselaje, sin embargo, para concretar una determinación se esas características necesita alguna prueba concreta que permita reabrir el sumario interino que se realizó en aquellas época.
Los reportes de prensa cuentan de intensos trabajos que permitiesen dar con el helicóptero Puma, el que había caído a unos 100 metros de profundidad donde no podían acceder los buzos. Los reportes de la época hablan de que la aeronave se partió en dos, produciéndose una explosión bajo el agua por el cambio de temperatura, lo que originó que se despedazara por completo. Hasta el día de hoy noticias sobre el paradero de las víctimas fatales se desconocen.
Al momento del hecho, el Capitán Roberto Goicochea Richardson, tenía tan solo 31 años de edad, tres hijos, y su esposa estaba embarazada del cuarto.