El mal rendimiento del equipo, y su peligrosa cercanía con el descenso derivó en acabar con el contrato del entrenador, a quién aún le restaba por cumplir un año y dos meses de vínculo con la institución. Marco Antonio Figueroa asomaría en el horizonte como el reemplazante del charrúa.
Ricardo Obando
Corría el 30 de junio pasado, y tras la mentada renuncia de Gabriel Milito a la banca de O’Higgins, se anunció que Mauricio Larriera era el DT escogido por la dirigencia para liderar al plantel por el próximo año y medio.
Las expectativas eran tales, que hasta se habló de clasificar a una Copa Libertadores, o a lo menos, asegurar el cupo en la Copa Sudamericana. De eso, nada. Hoy el Capo de Provincia está con la soga al cuello, y el fantasma de la B se ve muy cerca.
Tras ocho partidos, donde solo se conoció de una victoria, un empate y seis derrotas, el uruguayo Mauricio Larriera no continuará al mando del plantel, y junto a sus ayudantes Bruno Piano, Fernando Parola y Mauricio González, dejaron el Monasterio Celeste para no regresar.
Pese a que el ex ayudante de Gerardo Pelusso dirigió la práctica del lunes, “el paso de las horas”, como lo dijo el domingo post derrota en Curicó, determinó por sentenciar su futuro en Rancagua. Es más, a eso de las 14.00 horas el DT y sus colaboradores abandonaron el recinto de Requínoa con todas sus pertenencias.
En la institución, tienen claro que se equivocaron en la elección del director técnico para este segundo semestre. El propio Ricardo Abumohor lo dejó entrever el martes 21 de agosto, cuando el presidente de la SADP que administra al club, manifestaba que, “dejemos las críticas para después, sáquennos la mierda cuando corresponda, cuando hagamos los balances y las meas culpa”. Tras eso, el equipo solo sacó un punto, lamentando el haber dejado partir a Milito.
¿Qué es lo que viene? De momento, un interinato se hará cargo del plantel profesional, donde seguramente John Armijo deberá tomar el buque al igual que el año pasado, cuando Cristián Arán renunció (previo al arribo de Gabriel Milito).
Es más, la dirigencia hace rato que venía evaluando un nuevo nombre para poder acabar con la mala racha. ¿El Fantasma Figueroa? ¿Jorge Pellicer? ¿Rodrigo Pérez? Son entrenadores que interesarían. De ellos, el primero ya estuvo hace algunos años (se fue del club con un 39 por ciento de rendimiento en 2010, donde ganó 3 partidos, empató 5 y perdió 4) y volvió a interesar su propuesta, siendo hasta el cierre de esta edición el más cercano. Con el segundo hablaron previo a la llegada de Milito, y con el tercero… él estuvo el domingo presenciando el partido del equipo en el estadio La Granja.
LAS PALABRAS LO CONDENARON
El 6 de julio fue presentado, actividad encabezada por el vicepresidente Cristián Abumohor. Allí, Mauricio Larriera confesó que “acá la idea es clasificar a una Copa” y que “vamos a intentar (…) que (O’Higgins) sea un equipo protagonista y que haya un buen equilibrio entre la estética y la eficacia”.
Además, dijo que “a nosotros nos contrataron para ganar”. Inclusive, en esa ocasión apuntó que “quiero que mi equipo luzca en la cancha para que luzca en la tabla”.
Frases para el bronce, pero nada de eso se cumplió. El plantel no creyó en el DT, y eso ha quedado de manifiesto en que el rendimiento sigue a la baja, y el nivel futbolístico de O’Higgins es signo de que el enfermo no tendrá cura, a no ser que un “milagro” haga que los celestes vuelvan a recuperar confianza en sus medios.
Otra de las frases de Larriera, y que llamaron a atención en su momento, la expresó previo al duelo ante Unión La Calera, en la fecha 17. En esa oportunidad, apuntó que “para ganarnos tendrán que correr más que nosotros, jugar más que nosotros y meter más que nosotros”. Y sí que ha tenido razón, pero no del todo. Las facilidades que el equipo entregó a sus rivales en defensa, fueron aprovechadas sin mucho esfuerzo, y en las seis derrotas que acumula en el segundo semestre. Claro está que, todos han corrido, jugado y metido un poquito más que los rancagüinos, y con eso les ha alcanzado.
UNA VICTORIA EN OCHO PARTIDOS
Todo comenzó bien, en lo que al resultado se refiere. El mal juego en Viña del Mar no fue un impedimento para derrotar al colista de aquella fecha: Everton. El solitario tanto de Albert Acevedo, en los 4′, era un indicio de que se podría, pero desde la jornada 17 en adelante, el equipo cayó libremente al vacío.
Una semana después, llegó el torneo de recibir en Rancagua a Unión La Calera. Ahí, los Cementeros vencieron por 2-3, descuentos que fueron marcados por Ramón Fernández (34′) y Fabián Hormazabal (90’+2′).
Luego, tres derrotas consecutivas para completar cuatro en línea. Un 0-2 frente a San Luis (visita), 0-3 contra Antofagasta en El Teniente y el 0-1 contra la U en el estadio Nacional, entregaban luces de que algo no andaba bien, y que el anuncio de un sisma podría llegar pronto.
Después de eso, el tanto de Matías Vera (41′) evitó otra derrota, porque Unión Española vino a la capital regional a conseguir los tres puntos.
Y, en las últimas dos fechas, nuevamente derrotas. El gol de Raúl Osorio (53′) no evitó la caída en Iquique (1-3) y lo de Curicó, ni hablar (0-1).
Es decir, en su campaña, Mauricio Larriera se anotó solo un 16.6 por ciento de rendimiento, nada que ver con lo que había realizado este O’Higgins con Gabriel Milito en el primer semestre.