Antes de dar una masiva charla en la Medialuna Monumental de la capital regional, el astrónomo conversó en profundidad con El Rancagüino. En la ocasión, agregó que en el planeta rojo “se repartirán las cartas de nuevo, igual que cuando Colón” y los demás conquistadores vinieron a América. “Si uno sabe que acá las reglas del juego las ponen otros… Yo, si tuviera 18 años, no te quepa la menor duda de que apretaría para allá”, agrega.
Marcela Catalán
El jueves 11 de octubre, pasadas las 18:30 horas, el astrónomo José Maza se reunió con la fanaticada local que lo fue a escuchar a la Medialuna Monumental de Rancagua. La idea era asistir a una charla suya, inspirada en su libro “Marte, la próxima frontera”. Las entradas —gratuitas— fueron repartidas por Par Explora O’Higgins, prometiendo que el académico conseguiría su más alta convocatoria. Sí, pues el objetivo era hacer confluir a más de 5 mil personas. De tal modo es que al otro día, tras romper su propio record, los medios lo calificaron como un rockstar… o un superstar. Uno de tenida formal y boina escocesa.
Antes de encontrarse con sus seguidores, el Premio Nacional de Ciencias Exactas conversó con El Rancagüino sobre su última publicación y de cómo ve la carrera espacial al planeta rojo; él cree que en 2033 se concretará un viaje hasta dicho cuerpo celeste, dado que cada 15 años se reduce la distancia entre éste y la Tierra —fenómeno que sucedió en julio de este año—. El experto intenta aterrizar un tema complejo a través de múltiples ejemplos e imágenes, para darse a entender con rectitud.
Habla a buen ritmo, no se atora con las palabras, ni se complica al dar explicaciones más mundanas. Incluso bromea. Se nota su oficio como divulgador y comunicador de asuntos científicos.
¿Qué avances se requieren para que se concrete un viaje a Marte en 2033? El académico asegura que “la lista es muy larga”, porque una iniciativa de este tipo “es muy complicada, al límite o más allá de la tecnología actual”.
Un aspecto central es que las naves actuales demorarían 9 meses de ida y otros 9 de regreso, a lo cual hay que sumar los 4 ó 5 meses estando allá. Por tanto, el proceso “tomaría un año y medio o dos”. Lo anterior implicaría “un montón de complicaciones severas”, como portar “dos kilos de oxígeno al día” para que cada cual respire. “Si van 10 personas, estamos hablando de 20 kilos de oxígeno al día. No será así, pero si el viaje demora mil días, eso significaría 20 toneladas de oxígeno”, argumenta.
El astrónomo sentencia que, por ende, “se requiere una tremenda nave, que lleve todo el equipo y al menos diez personas”, incluyendo reemplazos para cada uno de los cargos a bordo”. Entre ellos, contempla la presencia de doctores. “En una estación ártica rusa, uno debió operarse de apendicitis: se metió una botella de vodka, se cortó el apéndice y después se cosió. Pero si uno no es ruso y no tiene vodka mano”, dice riendo, “habría que llevar dos médicos”. Agrega que deben ir geólogos a examinar el suelo, ingenieros en minas, y expertos en otras disciplinas”.
En su libro, Maza también habla acerca de una posible colonización del planeta rojo. Consultado sobre la importancia de visitarlo y habitarlo, recuerda la llegada de Estados Unidos a la Luna. “Muchos se preguntaban para qué iban lo gringos, pero si no hubiese sido así, tú no tendrías esa grabadora y yo no tendría este celular. Eso significó un gran adelanto tecnológico y una serie de beneficios para la humanidad”, arguye.
En tal sentido, el profesor añade que “si va gente a Marte, querrá saber lo que sucede en la Tierra. Entonces, se desarrollarán las comunicaciones entre ambos lugares”.
Maza rememora el viaje a la Luna y la Guerra Fría, con la pelea entre la Unión Soviética y Estados Unidos. “Rusia dijo ‘tenemos unos cohetes balísticos intercontinentales que podemos poner en órbita, y pusieron en órbita el Sputnik y a la perra Laika. Los norteamericanos se sintieron totalmente golpeados e hicieron esfuerzos enormes, llegando a la Luna antes del fin de la década del 60. Ahora, la batalla es entre China y Estados Unidos”, subraya.
No obstante, el académico advierte que ha surgido un tercer factor: la existencia de millonarios emprendedores. “Elon Musk, quien posee un patrimonio de 3 mil o 4 mil millones de dólares, quiere hacer naves para viajar. También quiere ir Jeff Bezos, dueño de Amazon y uno de los tres hombres más ricos del mundo, que con la empresa Blue Origin está diseñando su propio cohete”.
Sin embargo, el maestro de la Universidad de Chile explica que “la Nasa no quiere que los privados la pasen a llevar” en esta carrera. Por eso, consultado sobre quién arribará primero al planeta rojo, afirma: “si yo tuviera que poner mis fichas, me inclinaría por Elon Musk, los privados de Estados Unidos, junto con la Nasa. Los chinos están un poquito más atrás en tecnología y tampoco están tan obsesionados con el espacio; pero todo dependerá de cómo se desarrolla la cosa”.
Por eso, añade otra variable. Y es que no se debe olvidar la experiencia de Moscú en la citada materia, la que además es mayor a la alcanzada por el gigante asiático. Asimismo destaca que, hace un tiempo, ambos sostuvieron conversaciones para tener una estación espacial orbitando la Luna. En esa línea, sostiene que una alianza entre los dos países podría jugar en contra de los intereses de la nación de Trump.
“La situación casi depende de quién recibe el apoyo de los rusos. En 2024 vence el convenio que tienen con Estados Unidos, para operar la estación espacial internacional. La carrera espacial se pone peluda, si esa renovación no se firma y arreglan algo con los chinos. En cambio, si no lo hacen (con estos últimos), no creo que los chinos lleguen por su cuenta a Marte”.
Respecto a la posibilidad de que a futuro haya una colonia en el planeta rojo, el profesor imagina que allá habrá algo muy parecido a un gran centro comercial. “Los primeros cien años sería como un mall, un iglú presurizado, con una temperatura rica, donde las personas comprarán, irán al cine o a la escuela, con sólo módulos interconectados. Cuando alguien quiera salir, habrá una pieza como de descompresión, para sacar el aire y antes ponerse un traje para poder respirar. Pienso que eso sucederá en unos cien o dos años más, cuando la atmósfera de allá se potencie, tirándole toda clase de moléculas, sea oxigenada y hayan plantas que puedan sobrevivir en el suelo, transformándose Marte en un pequeño bosque”.
En cuanto a los futuros habitantes de una iniciativa de este estilo, Maza opina que “en Marte se repartirán las cartas de nuevo, igual que cuando Colón” y los demás conquistadores se embarcaron a América. “Esa vez no se vino ningún barón o marqués, sino que eran campesinos y apenas trabajaban para comer, lo mismo sus padres o abuelos; pero se vinieron para acá y se convirtieron en los señores de Chile”.
“Si uno sabe que acá las reglas del juego las ponen otros… Yo, si tuviera 18 años, no te quepa la menor duda de que apretaría para allá”, remata.