“Cracklandria” anotó, de penal, el último tanto de la victoria de O’Higgins sobre Audax Italiano. Tras seis años en el club celeste, el goleador se retiró del fútbol como una leyenda rancagüina, como el “último campeón”.
Ricardo Obando
La historia de Pablo Calandria en O’Higgins, se cerró con un final feliz. El goleador, que culminó su estadía en Rancagua con 77 festejos oficiales, cerró su ciclo como futbolista profesional retirándose a lo grande, con un estadio rendido a sus pies y marcando un tanto que lo festejó con el alma.
El 29 de noviembre de 2018 quedará marcado a fuego en la vida de este argentino nacionalizado chileno, que nació en 1982 en las cercanías del gran Buenos Aires, pero que alentado por su familia, aprovechó sus condiciones para dedicarse al fútbol, jugar en el viejo continente, y volver luego a cono sur para forjar su leyenda con los colores celestes.
Resistido en un comienzo, luego de pasar por Santiago Morning, Universidad Católica y Santiago Wanderers, Eduardo Berizzo confió en él para que liderara el ataque de un equipo que terminó siendo campeón. Se formó en el “Globo”, Huracán, uno de los pocos elencos trasandinos por el cual todos los fanáticos del fútbol argentino le tienen cariño. De ahí, a Europa en 1999, donde fue traspasado al Olympique de Marsella, posteriormente al Racing de Rens. Luego a España, donde actuó en el Málaga, Leganés, Sporting de Gijón, Hércules y Albacete. Con la aventura europea terminada, en 2008, llegó nuevamente a su país natal, donde destacó en el Gimnasia y Esgrima de Jujui, y también en Atlético Tucumán. Hasta que llegó el 2010, el año del terremoto en nuestro país, cuando los “Bohemios” se hicieron de sus servicios.
Y tres temporadas después, el “Toto”, con quién compartió en Francia, lo trajo. Pese a la resistencia inicial de los hinchas, se ganó el cariño y la titularidad a punta de goles en ese 2013 mágico, y ahí se inició el que para muchos rancagüinos es un amor eterno entre “Cracklandria” y el “Capo de Provincia”.
EMOCIONES EN EL CIERRE DE LA VIDA DEPORTIVA
Pitazo final de Francisco Gilabert. Luego de haber ingresado al campo (por Mazzola), en los 69′ y tras el festejo del gol de penal que significó el 4-0 sobre Audax Italiano, la historia se acabó. Pablo Calandria se toma su rostro con ambas manos, rescata una bocanada de aire, se abraza con un par de audinos, y ahí se da cuenta que el futbolista Pablo Calandria pasó a ser uno más, como lo dijo él mismo, “una persona normal”.
Felicitaciones de sus compañeros, del cuerpo técnico, de los funcionarios del club, de su familia. Todos, nadie de quiso perder la fiesta, inclusive algunos hinchas que corrieron desde las gradas eludiendo a los guardias para tratar de conseguir la camiseta de su ídolo, o al menos un abrazo. Tras ello, los homenajes, si hasta la llaves de la ciudad de Rancagua recibió. Los fuegos de artificio en la galería norte, el grito ensordecedor de “Calandria, Calandria”, la vuelta olímpica saludando a cada fanático que lo vitoreaba, y después ese caminar lento para abandonar de la cancha por última vez como jugador profesional.
“Hoy anuncio que no voy a seguir jugando más, creo que después de ésto mi vida cambia”, sostuvo el goleador en conferencia de prensa. Sereno, tranquilo, el crack confesó que “se termina esta etapa, la de futbolista, y mañana empieza otra”.
Es más, el referente que tuvo O’Higgins en estos últimos seis años, sostuvo que “fui un privilegiado de haber vestido esta camiseta y habernos cruzado”.
Respecto a su último partido como jugador profesional, Calandria no se guardó nada. Sobre el tema, indicó que “fue una noche soñada, con un gol, ganamos, se dio todo. Creo que no había mejor forma que terminar así”. Y claro, cualquier futbolista -en su vida deportiva- imaginó irse así, a lo grande.
A su vez, el ex “9” destacó que, cuando llegó, “vine a lucharla como siempre me pasó, y terminó la historia de una forma que nadie lo soñó. Agradecido de todos, porque ha sido una noche magnífica”.
EL ÍDOLO, LA LEYENDA
“Aquí me han pasado cosas que, nunca las soñé. Yo también fui hincha, fanático de un equipo, y creo que el fútbol traspasa una línea que, a veces, uno no se da cuenta. Nunca en mi vida soñé que alguien se tatúe mi camiseta, mi cara, que le pongan a sus hijos por mi nombre, y por eso es un orgullo para mi”, puntualizó Calandria, recordando lo que le ha tocado vivir en estos seis años.
Es más, dijo que para el último partido del torneo, en su despedida, “han venido 7 mil personas, un jueves. Creo que es un hito y solo agradecer a la gente por ese apoyo en todo momento”.
De paso, comentó que tras colgar los botines, “vuelvo a ser una persona normal y corriente, ya no volveré a ser jugador”.
Ahora bien, Pablo Ignacio Calandria marcó 77 goles con la camiseta rancagüina. ¿Cuáles lo marcaron?
“El de Talca fue un gol importante para obtener ese título que toda esta gente soñaba. Creo que ese gol marcó un antes y un después, así como el gol que anotó contra Palestino en el estadio viejo, donde empezó a cambiar la relación del hincha hacia mi persona, goles que han marcado estos seis años”, agregó.
Además, aseguró que “lo de Talca quedó en la historia, y después cada gol ha sido una alegría enorme, el haberlo vivido y soñado. Creo que era impensado cuando llegué acá, nunca pensé que iba a terminar de esta forma”.
¿PODRÍA SEGUIR LIGADO AL CLUB?
“Las vida nos unió y seguramente vamos a estar juntos en algún momento. Esta relación no se termina hoy”, reflexionó uno de los puntales para obtener el título nacional de 2013 y la SuperCopa 2014.
Es más, dijo que tras las vacaciones, “seguramente nos sentaremos a hablar, porque hay una charla pendiente”. Esto porque “los dirigentes siempre me han manifestado la intensión de que continúe ligado al club, y veremos como siguen las cosas”.
Finalmente, Calandria se despidió de todos comentando que en su pasada por Rancagua, “estoy encantado, no puedo estar tan agradecido de la gente del club, de los hinchas. Han sido seis años que han marcado mi carrera, y ojalá los caminos nos tienen que volver a cruzar”.