- Las investigaciones canónicas de esos 7 presbíteros concluyeron que los hechos denunciados no eran verosímiles por lo que los sacerdotes fueron restituidos en sus mismos cargos pastorales. En tanto, 3 sacerdotes pidieron su dimisión la que fue concedida por el Papa Francisco perdiendo así el estado clerical, mientras que 3 investigaciones previas aún no han concluido y un sacerdote investigado, falleció.
Gisella Abarca
Fotos Marco Lara
Abierto a hablar del último escándalo que vive la iglesia en Chile, específicamente en nuestra región por las denuncias que han enfrentado 14 sacerdotes acusado de cometer delitos de diversa índole, entre ellos abusos sexuales contra menores, se mostró el Administrador Apostólico, Fernando Ramos frente al doloroso acontecimiento que durante todo el 2018 han tenido como escenario a la Diócesis de Rancagua que actualmente lidera y que precisamente llegó producto de la crisis que desencadenó la denuncia de la presunta Cofradía.
Conversamos en extenso con Monseñor Ramos, quien recordó los tristes hechos y dio a conocer en qué situación actual están los 14 sacerdotes cuestionados por el bullado caso que produjo un terremoto a la iglesia local.
En mayo pasado se dio a conocer uno de los casos que remecieron la Iglesia Católica donde se reveló la existencia de un grupo de sacerdotes de la Diócesis de Rancagua vinculados a supuestos abusos a menores ¿qué ha pasado desde esa fecha hasta ahora?
R.- Esta situación estalló en torno al 21 de mayo del año pasado, fruto de las denuncias que se hicieron y de la gran exposición pública quedaron restringidos de sus ministerios 14 sacerdotes. Ellos no podían públicamente celebrar sacramentos ni hacer ninguna acción propiamente sacerdotal mientras no se resolviera su situación y se iniciaran investigaciones tanto dentro de la Iglesia como investigaciones de la Fiscalía de marzo del año pasado.
¿Cuáles han sido esos procesos judiciales?
R.- Desde el punto de vista de la Fiscalía Regional, han habido distintas audiencias ante el Tribunal de Garantía de Pichilemu en donde se han ido viendo casos particulares de sacerdotes. Lo importante es que en la primera audiencia que fue a fines de septiembre de año pasado, el fiscal hizo una declaración muy importante al decir que con todos los análisis y métodos intrusivos, se había acreditado que no existía La Cofradía. No existía una asociación ilícita para delinquir. Ese fue un tema cerrado donde no siguieron investigando.
¿Qué pasó con los sacerdotes suspendidos en cuanto a lo judicial?
R.- Quedaban los casos particulares de los 14 sacerdotes que habían sido acusados de variados temas desde malversación de recursos económicos, relaciones impropias como sacerdotes y algunos que estarían involucrados con casos de menores de edad. De esos 14 sacerdotes, 8 de ellos la Fiscalía dijo no haber encontrado ningún delito y cerró los procesos de investigación. Están liberados. El último de ellos fue el caso del padre Miguel Ángel Riveros, situación que lo desvincula de esta causa al igual que ha ocurrido con otros 7 sacerdotes. Quedan 6 sacerdotes acusados que tiene que pronunciarse el Tribunal de Garantía poniendo a disposición del Ministerio Público a las conclusiones que han llegado.
¿Qué pasa con la Investigación Canónica en curso?
R.- Desde el punto de vista nuestro, de estos 14 sacerdotes, uno falleció inesperadamente, el padre Fernando Armijo y nosotros hemos vuelto al ministerio a 7 sacerdotes, que son justamente de los que la Fiscalía ya no tiene nada más que decir. 7 de esas investigaciones concluyeron que los hechos denunciados no eran verosímiles. Ellos han sido restituidos en el mismo cargo pastoral que tenían antes, en la misma parroquia. (Aquiles Correa- La Compañía, Gino Bonomo- Pumanque, Hugo Yáñez- Rancagua, Sergio Farías – Coltauco, Robinson Piña – San Fernando, Ernesto Castro- Coinco y Miguel Ángel Riveros – San Enrique, Chimbarongo).
3 sacerdotes en este proceso, en que había cuestionamiento sobre alguna conducta, solicitaron que el Santo Padre los exonerara de la condición sacerdotal y ellos ya han recibido eso y dejaron de ser sacerdotes (Héctor Fuentes- Peumo; Fredy Gorigoitia- El Manzano y Luis Rubio- Paredones). Y aún queda la investigación pendiente de 3 más y en eso estamos (Pablo Donoso – Pichilemu; Óscar Zúñiga – Las Cabras y Cristian Catalán – San Fernando).
¿Cómo ha trabajado la Iglesia para reparar el daño causado?
R.- Después que concluye la Investigación Previa, se hace un informe, se analiza, y cuando uno tiene una convicción que se está bien hecho el informe y la conclusión es que la acusación era Inverosímil, y he tomado la decisión que tiene que volver al ministerio, me junto con el sacerdote, tengo una conversación con él diciéndole que se le acusó de esto, nosotros investigamos de esto, y hemos concluido que su acusación era Inverosímil. Ahí tenemos una conversación de lo que ha significado este tiempo que ha sido muy duro para ellos, tanto en lo personal, en lo familiar como también en las comunidades y nos ponemos de acuerdo con el sacerdote, con algún representante de la comunidad para que en un día o dos lo restituyo oficialmente a la parroquia.
¿Las comunidades cómo los reciben a esos sacerdotes que fueron acusados públicamente?, ¿cómo apoyó la Diócesis en eso?
R.- En su restitución, nos reunimos o con el Consejo Pastoral, o con las personas que quieran ir, es abierta a la comunidad. Les entregó una carta donde digo que el año pasado hubo una acusación genérica a varios sacerdotes, donde se concluyó que no existía La Cofradía, y que este padre y digo exactamente de qué fue acusado ese sacerdote que tengo en frente… que hay cosas de tipo económico, relacional o abuso de menores, qué investigamos nosotros, lo que concluyó la Fiscalía, que ha cerrado los casos al igual que nosotros por no haber encontrado ningún elemento constitutivo de delito y el sacerdote se restituye a la comunidad.
¿Y emocionalmente cómo se encuentran estos sacerdotes?
R.- El tiempo en que estuvieron restringidos fue muy desgastador emocionalmente, muy duro, muy cuestionador, para él y sus familias y al momento de llegar, vienen por un lado con la alegría de volver al ministerio, de sentirse revalidado como persona y con cierta ansiedad de volver a reencontrarse con su comunidad y que ésta los reciba con cariño.
¿Ellos llegan por un tiempo o indefinido?
R.- En general, en esta diócesis los nombramientos han sido indefinidos, pero a nivel de la Conferencia Episcopal, hemos tratado que los nombramientos sean definidos -de 6 a 12 años- habitualmente de 12 años, y a fines del año pasado hicimos varios cambios, sobre todo los que llevaban mucho tiempo, creemos que es muy positivo para la comunidad, para el sacerdote, porque es una riqueza y un valor hacerlo.
De los sacerdotes que estuvieron suspendidos hay varios que llevan un buen tiempo en sus parroquias, ¿qué pasa con ellos?
R.- Ellos van a quedarse más o menos en torno a un año. Eso lo he anunciado en general y estoy pensando en uno que lleva 16 años en su parroquia y a la comunidad le informé en su restitución, este padre vuelve, pero al año lo vamos a cambiar, no por estas razones; sino porque ya lleva mucho tiempo en esa parroquia. Uno de ellos es el de Coinco (Ernesto Castro) y el otro es el de Coltauco (Sergio Farías).
¿Cómo lo hicieron los 14 sacerdotes para mantenerse económicamente durante el tiempo de suspensión?
R.- Ellos recibían un apoyo económico muy modesto de las parroquias donde habían estado trabajando. Su condición era bastante restringida. Algunos vivían con sus familias, con cercanos, con religiosas, tenían una vida bastante sencilla.
El 26 de mayo Monseñor Goic renunció al Consejo de Prevención de Abusos, el 28 de junio se materializa su renuncia tras ser acusado de no actuar debidamente en casos de abusos a menores ¿Cree que esa fue una salida digna para alguien que estuvo tantos años al mando de la Diócesis?
R.- Había cumplido tres años desde que había presentado su renuncia y eso era inminente que en cualquier momento se la aceptaban. Que haya coincidido con este momento, para él fue muy duro y quizás mucha gente lo interpretó como si lo hubiesen echado, pero me parece poco justo verlo desde ese horizonte. Él estuvo 14 años como pastor de esta comunidad y ya había presentado su renuncia por edad, había tenido diferentes dificultades de salud, así que para él la conducción de esta diócesis era ya una dificultad muy grande y lamentablemente coincidió con este fenómeno que se dio. Las circunstancias que rodearon su salida no fueron las más adecuadas.