El principal ejecutor de la iniciativa es Víctor Monárdez, quien recorrió múltiples sectores para que su lente pudiera capturar a las retratadas. La propuesta fue financiada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Marcela Catalán
El viernes y en dependencias del Museo Regional de Rancagua, se realizó el lanzamiento del libro fotográfico ‘Conectadas a la tierra: un recorrido en imágenes’. La publicación retrata a mujeres de sectores rurales de Cachapoal y Colchagua, quienes fueron capturadas por el lente de Víctor Monárdez. Aquello ocurrió gracias al financiamiento otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en el marco de un Fondart Regional en la línea de Creación Artística.
De acuerdo con el principal gestor de la iniciativa, su fin es “mostrar la diversidad” de féminas que viven lejos de las zonas urbanizadas. “Siempre ha existido el prejuicio de que la gente de allí sólo trabaja en el campo. Pero al visitar estos lugares nos dimos cuenta de que son muchas las cosas que se hacen en estos sitios, cuestión que refleja esta obra”.
En vista de que detectaron que las mujeres de estos sectores practican múltiples oficios, el equipo detrás del proyecto decidió restringir su acción a Cachapoal y Colchagua. Una de sus primeras conclusiones es que “ésta es una región de artesanos y artesanas. Además, muchos están dejando las ciudades para irse a vivir al mundo rural”.
Durante el desarrollo de la iniciativa también contaron con el apoyo de Andrea Jösch, fotógrafa que igualmente es investigadora de la Facultad de Artes de la Universidad Finis Terrae. “Ella quedó muy satisfecha con este trabajo, porque resultó muy bonito. Se nota que hay cariño y respeto”, explicó el responsable de la idea.
Consultado sobre cómo es la mujer rural, Monárdez señala que “es creativa, innovadora, muy generosa y obstinada. Aunque se encuentra alejada de la tecnología, se acerca a las bibliotecas públicas a investigar, porque no tiene acceso a información y a hacer efectiva su ciudadanía. No tiene derecho a opinar, por su lejanía”, argumenta.
El gestor del proyecto relata que en un principio contactaron a 50 féminas, seleccionando luego sólo a 21 para retratarlas y ahondar en sus historias. Cada imagen suya, en blanco y negro, va acompañada de un texto relativo a su quehacer. En algunas aparecen mirando directo a la cámara, mientras que otras capturas reflejan la esencia de su oficio.
El libro tiene mil copias. El Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) distribuirá una parte a través de hoteles y restaurantes de la región. El objetivo es que en dichos recintos pueda ser apreciado por viajeros. También obsequiarán ejemplares a bibliotecas públicas y lanzarán su versión digital en el fan page ‘Mujer Rural de la Región de O’Higgins’.
Verónica Rivera es una de las protagonistas de esta publicación. Ella es de Coínco y junto a su marido se dedica a la agricultura, “sembrando tomates, plantando manzanos y duraznos. Ahora estamos con los nectarines, así que trabajamos todo el año”.
Respecto a la importancia de ser parte de esta iniciativa, explica que “fue una experiencia muy bonita. El sacrificio y la belleza del campo no lo encuentras en la ciudad. Tienes que amar el campo para poder hacer esto. Es algo que me enorgullece, porque con mi esposo pudimos educar a nuestros tres hijos, que son universitarios”. Agrega que dedicarse a producir frutas y verduras no obstante implica riesgos, pues “aunque trabajas con cariño, si hay heladas lo pierdes todo”.
En cuanto a su retrato para el libro, lo califica de modo positivo. “Es una linda foto. Él la tomó acostado en el suelo, porque yo estaba agachada cortando tomates. Se esforzó para lograr una buena imagen. Hizo un muy buen proyecto, para dar a conocer nuestros oficios”, remata.
Víctor Monárdez enseñando su libro.
Verónica Rivera, el día del lanzamiento del libro.
Gladys Marín es tornera.
Luz Cartes es artesana en totora.