La cinta obtuvo el Premio Teddy en Berlín y ganó la Competencia Nacional de la reciente edición del Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic).
Marcela Catalán
El 7 de septiembre y gracias a MiraDoc, se estrenó en la capital regional ‘Lemebel’, cinta dirigida por Joanna Reposi y producida por Paula Sáenz-Laguna, la cual es posible ver en Rancagua los restantes sábados de septiembre a las 16 horas, además del viernes 27 a las 18:30 horas en Cachapoal N°90. El filme realiza un viaje principalmente por las performances de Pedro Lemebel y ha logrado conquistar a la crítica.
Es así como obtuvo el Premio Teddy en Berlín y ganó la Competencia Nacional de la reciente edición del Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic). Su directora conversó en exclusiva con Diario El Rancagüino, abordando la película, su primer encuentro con el artista, la amistad que mantuvo con él, entre otros temas. Parte del tiempo habla en presente, como si el cronista todavía estuviese vivo.
Reposi cuenta que conoció al autor en el año 2000, cuando trabajaba para la productora televisiva Nueva Imagen. Ésta grababa ‘El Show de los Libros’ para TVN, que en ese momento pretendía hacer un capítulo sobre homosexualidad y literatura, donde escritores leyeran frente a la cámara. “Pedro Lemebel ya era todo un referente y había sacado sus dos primeras crónicas, aunque todavía no ‘Tengo miedo torero’, sin embargo empezaba a resonar”.
La realizadora agrega que el equipo intentó convencerlo, “pero él no estaba ni ahí con ir a la televisión. Por eso propuse ir a verlo a la Radio Tierra, donde tenía un espacio llamado ‘El Cancionero’. Apareció toda diva y nos dijo ‘¿qué hacen aquí?’ Le explicamos y accedió. Nos dio una entrevista durante una hora, de lo que se incluyen fragmentos en la película. Yo trabajaba con el tema de la proyección y la diapositiva, entonces lo empiezo a fotografiar y elegimos su ‘Manifiesto’ para llevarlo a la pantalla. Cuando salió al aire, me llamó y dijo ‘Jovi, me encantó’. Surgió un respeto y una amistad entre ambos, recuerda.
La primera impresión de la directora fue estar frente “a un personaje fascinante del arte chileno. Me conmovió su figura y me pareció un tipo valiente, arriesgado y sumamente inteligente”. Mas, su presencia no la paralizó. De ahí que califique su vínculo como uno “de igual a igual”. Sin embargo, confiesa: “La verdad es que nunca fui fan de Pedro. Creo que eso también contribuyó a que nuestra relación fuera de tú a tú”.
Luego Reposi viajó a Londres para estudiar Cine, pero ya se le había ocurrido hacer un filme en torno a Lemebel. A su regreso le propuso hacer una cinta sobre sus performances, faceta que ella consideraba “bastante menos conocida” y que por lo mismo quería explorar. “Me permitía trabajar cinematográficamente, porque me gusta mucho la proyección audiovisual. Quedó encantado y empezamos a grabar”.
Consultada sobre si las performances le permitían al autor lograr algo que la escritura no, la realizadora lo descarta. “Estas dos artes corrieron de modo paralelo, pero diría que Pedro parte con las performances y después transita a la literatura. Comenzó en ello cuando era adolescente y se fotografiaba en la casa, con una cámara regalada por su hermano. Empezó haciendo travestismo, no necesariamente de mujer, sino que al principio de Al Capone y de figuras de películas”.
La cineasta agrega que “en paralelo iba a los talleres de Pía Barros, pero en los 80 tuvo ese impulso creativo de expresar a través del cuerpo. Dio voz a los que no la tenían, desde su homosexualidad y hablando a favor de los derechos humanos (…) Después traslada eso al papel, usando en vez del cuerpo, la pluma”. No obstante, reconoce que debido a la situación del país a fines de los 80, “la performance era mucho más radical y fulminante, lo que lleva a la literatura”.
AMISTADES
Si bien Joanna Reposi y Lemebel mantuvieron una gran amistad desde que se conocieron, también hubo roces entre ambos durante los ocho años en los cuales trabajaron juntos en el documental. A veces se debían a las inseguridades y al carácter del autor. “Todos quienes lo conocieron en profundidad, saben que tenía su forma de ser: era muy dulce, aunque en otras muy agraz. Lo invitaba a levantar fondos concursables y de repente decía ‘nadie me quiere en el gobierno, así que no los ganaremos, dejémoslo para el otro año’. Yo me enojaba, le respondía que debíamos postular, y nos mandábamos a la cresta”. Más temprano que tarde retomaban los contactos. “Ninguno de los dos era muy rencoroso y volvíamos a trabajar juntos (…) Si querías estar con él, debías perseverar y ser paciente”.
Los problemas hicieron que a momentos la realizadora temiera por el futuro del filme. “Fueron años en los que no sabía si lo podría terminar. Pero yo lo trato con paciencia y también estaba la tenacidad de no aflojar, creyendo en el proyecto hasta el final. Así somos los documentalistas. Además no tenía la ansiedad de finalizar pronto. En ocasiones en el cine documental hay propuestas que tienen su tiempo. Eso es súper importante de comprender”.
Pedro Lemebel no tuvo un gran amor de pareja, pero de acuerdo con la cineasta, para él su madre era muy importante. En palabras de la directora, sus amores fueron “sus grandes amigas, que lo acompañaron en distintos momentos”. Entre ellas menciona a Carmen Berenguer, Pía Barros, Gilda Luongo y Carmen Gloria Camiruaga. “Fueron sus referentes, lo comprendían y amaban. A su madre le tenía un amor infinito. Cuando muere, él cae en una depresión feroz. Por el año 2003 decía, ‘ahora que me viene el éxito, no tengo con quién compartirlo’ (…) Ella era súper respetuosa de su opción sexual”, revela.
En la cinta, la escritora Pía Barros señala que la figura del hombre detrás de ‘Adiós mariquita linda’ causaba rechazo en sus correligionarios comunistas. La situación habría comenzado a cambiar con el apoyo de la fallecida Gladys Marín. “Le abrió las puertas del partido. Era su líder y una mujer maravillosa. Se transformó en el gran amor de su vida. De hecho, él le dedica un libro”, comenta.
RECONOCIMIENTO
Acerca de qué pensaría Lemebel respecto a la llamada ‘Revolución Feminista’, Reposi si bien evita ponerse en su voz, sostiene que él “tendría una visión crítica, aunque de todo, para cuestionarse dónde queremos estar y para dónde queremos ir. Por eso se hace tan necesario, porque él abría fronteras políticas y culturales”. La cineasta recuerda que “Pedro fue un gran feminista y estuvo con su lucha desde siempre (…) Él tenía un programa en la Radio Tierra, la primera que era feminista a fines de los 90 en Chile”.
De acuerdo con Reposi, antes de fallecer, el escritor estaba por completo abierto a que ella hiciera el filme de sus sueños. “Dejó los derechos firmados, en un acto súper generoso. Me dijo ‘Jovi, haz la película que quieras’ (…) Él sabía que hace tiempo yo estaba en esto y que no llegaba al final, como mucha gente, que aparece cuando alguien obtiene reconocimiento. Yo estuve con él desde siempre y creo que eso lo sintió y valoró, pese a lo receloso de su privacidad”, opina.
La realizadora destaca que nunca sintió el peso de hacer un gran filme, en vista de la importancia de su protagonista. Tampoco pretendía “hacer una biografía ni hacerme cargo de todos los temas. Nunca tuve esa aprehensión.. Cuando uno tiene ese tipo de presiones, hace obras que buscan complacer a todos. Eso no cabe para mí”.
El recibimiento de la producción la tiene contenta, aunque le asombra su buena acogida en naciones que supuestamente no están demasiado al tanto de Lemebel. “En todos los países donde ha estado, la recepción ha sido increíblemente poderosa, con salas llenas. En Berlín, las cinco funciones se vendieron en cinco minutos. En lugares donde no ha sido conocido, él llama muchísimo la atención de la prensa y del público (…) Te das cuenta de que era bastante único e inclasificable, pero su discurso e historia conmueve a personas latinoamericanas y europeas”.
Consultada sobre si el autor se sentía valorado en Chile, Reposi contesta que sentía el cariño de la gente en cada Feria del Libro. “Era un rockstar. Cuando estaba en presentaciones, habían filas para verlo. Pero a nivel de las élites, creo que nunca lo consideraron un escritor con el prestigio y la preponderancia que tiene hoy. En muchas oportunidades le criticaron que sólo hacía crónica, como si ésta fuera el hijo chico de la literatura (…) Además era ‘maricón y pobre’, como él mismo dice, así se define. En vida sólo le dieron el Premio José Donoso, pero el merecía muchísimo. Debió ganar el Nacional de Literatura”, remata.