“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud.
Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y oyendo que era Jesús nazareno, que pasaba por ahí, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” Marcos 10:45-52.
Cuando oyó que Jesús pasaba por allí, Bartimeo, el ciego, encontró la oportunidad de darle a conocer su situación a Jesús y comenzó a dar voces y gritos, era su gran oportunidad, y no dejo de gritar aun contra aquellos que querían acallar su grito. Cuando le ordenaban que callase, dice la escritura que él “clamaba mucho más”. Su grito sonaba como el paradigma del grito de los pobres y marginados del mundo, que desean ser escuchados, para dar a conocer sus necesidades. Su rebeldía triunfó.
El mendigo ciego Bartimeo usó este grito: “¡Jesús, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”. Y nadie pudo apartarle de aquel grito. Se mostró rebelde a las órdenes de silencio y, cuanto más le querían obligar a callarse, más gritaba. Era Jesús. Su esperanza. No podían callarle.
Tal vez hoy, por el hecho de que nuestra sociedad es sorda y ciega da la espalda al grito de los marginados, este grito ha dejado ronca la garganta de los pobres… y se han resignado.
Jesús ante el grito de Bartimeo se paró no fue sordo. no pasó de largo, atendió, el ruego, el clamor la petición de Bartimeo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado.
Jesús hoy también está parado al lado de los pobres y sufrientes del mundo. Somos nosotros, los que decimos ser sus seguidores, los que no nos paramos ante el grito de los necesitados. Jesús nos dio ejemplo. Ejemplo que, si no seguimos sus pisadas, puede hacer que caminemos por el mundo con una fe muerta.
La Palabra de Dios nos dice: “Mateo 5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.
La palabra misericordia significa inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda. Jesús es la personificación de la Misericordia ¿Qué quieres que te haga? Es la Interrogante que Jesús le hace a usted, sin embargo, si usted se acerca con una fe sincera dispuesto a reconocerle como el Dios todopoderoso y este dispuesto a seguirle, las palabras de Jesús serán, “Vete, tu fe te ha salvado”.
La Biblia en la carta del apóstol san Pablo a los corintios nos dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones…”
Pastor: Alejandro H. Cabrera C.