Si bien la llegada de peregrinos fue masiva, el Rector del templo, Padre, Fernando Miqueles, notó una menor afluencia en comparación a años anteriores.
Fernando Ávila Figueroa
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Tal como se preveía fueron miles las personas que este domingo se animaron motivados por su fe a llegar hasta la localidad de Puquillay, y subir el encumbrado Santuario donde la Virgen María observa el Valle de Colchagua. Eso sí, hay que destacar que en comparación a años anteriores la afluencia de fieles fue menor, lo que se reflejó en un caminar expedito, y un templo donde se podía permanecer sin mayores inconvenientes.
Llegar al Santuario es un tanto complejo, ya que quienes viajan en locomoción colectiva debe bajar en Puquillay Alto y caminar al menos 30 minutos para llegar a la cima del cerro. Allí quienes quieran comer o tomar algo lo pueden realizar sin mayores problemas, comprar algún souvenirs también es una opción.
Ya subir el templo es una verdadera hazaña, sobre todos para aquellas personas que no tienen la condición física de los jóvenes. Camino encumbrado y pedregoso hacen que se deban detener a descansar en más de una oportunidad. Es por ello que la labor de la Cruz Roja resulta fundamental para atender a aquellos que van con algún problema o simplemente entregarles un vaso con agua. Sorprende también el fervor de algunos, quienes pese a lo complicado del camino, se animan a pagar sacrificadas mandas, incluso subiendo descalzos, pese al esfuerzo que ello conlleva.
Haydé Díaz, quien desde Placilla llegó al templo aseguró que el lugar tiene algo especial, ya que subirlo hace que el sacrificio valga la pena. Indicó que le pediría a la Virgen que la tenga con vida, salud y trabajo. Por su parte, Gabriel Bustos, indicó que acude cuando se puede, pero que este año llegó junto a su pareja a agradecer que se hayan conocido hace un par de meses atrás, así como pedir por sus respectivas familias.
También Bernarda Acevedo llegó durante la mañana a Puquillay, quien nos dijo que actualmente vive en la comuna de Peñaflor, Región Metropolitana. Para ella ir al Santuario es especial, ya que desde pequeña que iba con su madre y su padre. “Somos personas de fe, creemos en la Virgen y siempre hemos hecho mandas. Se lo inculcamos a nuestros hijos y sobrinos”, dijo Bernarda.
Desde San Fernando encontramos a Bernardo Pereira, quien trata todos los años de llegar a Puquillay. Para él el Santuario ayuda espiritualmente y uno se va con las “pilas cargaditas”. En esta oportunidad llegaron junto a una hija de Pichilemu, asegurando que el sacrifico lo hacen con mucho cariño.
Por su parte, desde Teno llegó Isaías Valdivia, quien todos los años visita a la Virgen. Cree que el sacrificio de subir por el camino empedrado se debe conservar, ya que conserva una mística especial, y hace que valga la pena el sacrifico que hace la gente.
El Rector del Santuario de Puquillay, Padre, Fernando Miqueles, señaló que este 2019 fueron menos los fieles que llegaron a Puquillay. La razón a su juicio pudo haber sido los problemas que ha tenido la Iglesia Católica en los últimos años, pero también mucha de gente de edad que ya no puede llegar y otros que también han fallecido. A esto se suma la contingencia actual que vive el país.