– El experimento consistió en la selección de una especie vegetal relevante para el consumo humano -maíz, alfalfa, soya y trigo- que, a través de un proceso de selección de semillas en condiciones determinadas, permitió obtener de forma paulatina características que posibiliten su adaptación al riego con agua salada.
Gisella Abarca
Fotos Héctor Vargas
Ocho años abocados a la investigación llevan los amigos granerinos Robert Vettiger, Ingeniero Agrícola; Juan Carlos Reyes, Ingeniero Comercial y José Patricio Reyes, Ingeniero en Marketing, quienes dedicados al análisis y experimentación, crearon el Centro de Investigación C.G.I- Graneros LAB.
Ellos, preocupados de la sequía que se está extendiendo por el mundo, donde nuestro país y las tierras de nuestra región no están ajenas a esta debacle, decidieron experimentar en materia agrícola teniendo presente las inmensas costas de nuestro país, donde con el agua salada poco se puede hacer. Así, dedicados a la investigación, seleccionaron y experimentaron con semilla de maíz dulce (semilla C4) cuyo resultado fue la máxima adaptabilidad al riego con agua de mar.
UNA SEMILLA CRECE CON LA SALINIDAD DEL AGUA
El experimento consistió en la selección de una especie vegetal relevante para el consumo humano -maíz, alfalfa, soya y trigo- que, a través de un proceso de selección de semillas en condiciones determinadas, permitió obtener de forma paulatina características que posibiliten su adaptación al riego con agua de mar, obteniendo como producto final una semilla capaz de germinar y desarrollarse con riego directo de esta agua sin ser afectada por su salinidad.
Así lo dio a conocer el director de Investigación del Centro de Investigación C.G.I- Graneros LAB, Robert Vettiger explicando el proyecto muestra: “aquí tenemos 65 cm de arena, un sustrato de tierra inerte de 8 cm, algas marinas verdiazules y ésta es nuestra joyita (maíz) que después de mucho tiempo de seleccionar semillas, adaptándola al mediombiente marino, se empezó a regar directo con agua de mar”.
Con esto, Ingeniero Agrícola explica que “Estas son las primeras semillas (de maíz) que se pueden regar directo con agua de mar, resisten 28.200 partes/millón de salinidad. El maíz normal, está 20 veces bajo ese registro. Estas plantas llegaron a seis hojas verdaderas, con lo que termina el estado vegetativo de la planta y comienza el estado reproductivo”.
Luego, el investigador da unos pasos en el centro de estudio, ubicado en Antonio Varas 107 en Graneros, se acerca a otra muestra y expone “Ésta, es la primera alfalfa en el mundo regada directamente con agua de mar, semilla también hecha por selección. Esta semilla de alfalfa resiste 31 mil partes/millón, mientras que el trigo resiste 15 mil partes/ millón”, sostiene.
EL LARGO PROCESO
Las etapas que tuvieron que pasar para llegar a seleccionar la semilla y su adaptabilidad al riego de agua de mar -explicaron los investigadores- fue informarse acabadamente de la situación ambiental relacionada con la escasez hídrica a nivel regional y nacional. Luego analizaron las posibles soluciones y alternativas que se estaban llevando en práctica a nivel mundial para resolver la escasez de agua particularmente para riego agrícola.
Posteriormente pusieron en práctica el uso de agua de mar como alternativa para regar cultivos, para finalizar experimentando en el laboratorio el acondicionamiento de una semilla tipo C4 con riego saturado con agua de mar, lo que científicamente se conoce como ‘jumper positivo’ a salinidad.

En este contexto, el investigador Robert Vettiger explica que normalmente lo que hace un laboratorio “es manipular genéticamente la semilla, mientras que nosotros la seleccionamos. Partimos de la premisa que éstas, son plantas domesticadas por el hombre. El maíz no era así, el ser humano lo fue mutando. Todas estas plantas tienen resistencia moderada a la salinidad y lo que hacemos mediante un proceso de selección, es activar ese gen que hay en la planta e ir aumentando el umbral de resistencia a la salinidad. Aquí no hay manipulación, no hay otros genes, solamente un proceso de selección muy largo”, expone el ingeniero agrícola.
En esta línea agregó “Hay que manejar la semilla y estresarla a tal nivel que tu empiezas con 10 mil semillas y vas a encontrar 2 semillas que resisten a la sal, y así se va seleccionándolas”, expuso Vettiger.
En tanto, el investigador Juan Carlos Reyes, sostuvo “Lo que hicimos con la selección de semillas fue saturarla, exigirle al máximo con agua salada para ver si resistía o no. Plantamos 13 semillas, de las que se reprodujeron 9, las otras se perdieron por una condición de depredarse unas con otras, no porque no resistieron”.
Y es que según explica Reyes “La planta que nació, la expusimos a las condiciones más extremas posibles, sin entregarle ningún tipo de beneficio; que se desarrollara en las condiciones más brutales medioambientales, sin ningún tipo de nutrientes, solo riego con agua de mar. Las plantas resisten 50 grados de calor en el suelo. Esta semilla nos permite producir alimentos en condiciones que nunca antes lo había logrado”, apunta el Ingeniero Comercial.
Así, los investigadores dan a conocer que el resultado es una planta que obtiene sus nutrientes a partir de los elementos de composición del agua de mar; por tanto, no requiere de fertilización previa; por otro lado, su elevado nivel de resistencia a salinidad, hace que no existan competidores tales como malezas, ni plagas como insectos.
“La maleza no resiste al agua de mar, no necesitamos nitrógeno, sodio, fertilizantes, porque el agua de mar lo tiene todo. Los componentes del agua de mar colaboraron en que no necesitemos nutrientes en la semilla. El agua de mar es sodio, zinc, cobalto, es un montón de micro y oligoelementos que le sirven a la planta”, sostiene Vettiger.
Cabe destacar que la investigación se ha extendido por ocho años de manera intermitente trabajando en la selección de las semillas, producto que los integrantes del equipo tenían sus propias actividades económicas; no obstante, los últimos dos años decidieron dedicarse a tiempo completo al proyecto: “Cuando tuvimos una semilla que podíamos presentar, comenzamos a trabajar de manera exclusiva en esto. La sequía para nosotros es tema importante hace rato, y esto da un vuelco al tema, porque más allá de lograr la semilla, significa que tienes alimentación animal con agua de mar”, expuso Reyes.
A lo que agregó “nosotros no queremos especular respecto a esto, queremos presentar resultados reales. Primero, tener una semilla que pueda ser regada con agua de mar. No hay ninguna semilla y ninguna experiencia que diga que haya llegado a un proceso vegetativo y reproductivo, nada. Todas las experiencias mundiales están determinadas solamente como se mitiga la cantidad de sal en el agua. Es decir, si yo uso agua de mar, qué hago para que esa agua no sea tan salada y eso se hace desalinizando”.
En esta línea, los investigadores exponen que en terrenos empobrecidos, que actualmente no son de uso agrícola, se puede cultivar. “En este momento de Bienes Nacionales hay 318 mil hectáreas entre la 4° y la 7° región que se podrían recuperar con este trabajo”, sostienen.
Y es que para los investigadores la importancia del estudio representa un logro a nivel global, en cuanto a la recuperación de tierras hasta ahora improductivas para la agricultura, pues según explican se podría asegurar la alimentación humana y animal a un bajo costo, sin limitación hídrica. “Con los resultados hasta ahora obtenidos, podemos decir que eventualmente podemos dar solución a la alimentación de la masa ganadera; es decir, que no se mueran de hambre por la falta de agua en las zonas de pastura”, expone Juan Carlos Reyes.
Agrega “Esto significa un logro impresionante, estamos hablando de alimentación, esto nos va permitir seguir viviendo, no solamente al hombre con trigo y maíz; sino que también para la masa ganadera, donde la alfalfa es el elemento básico para los animales”.
En tanto, el investigador Robert Vettiger expone que lo que lo mueve a hacer este tipo de trabajos “es la gente, trabajamos para lograr algo que redunde en beneficios, ese en nuestro logro”, finaliza.
LOS PASOS A SEGUIR
Las etapas que siguen en la experimentación –explican los investigadores– es realizar los análisis de suelo respectivo para determinar la composición mineral y las variaciones de la planta.
No obstante, en forma inmediata es la consecución de fondos de financiamiento, ya sean públicos o privados “para gestionar la patente de nuestra semilla y posteriormente replicar la experiencia de laboratorio en estaciones experimentales costeras”, explica el Ingeniero en Marketing, José Patricio Reyes, quien agrega “Todo esto lo hemos hecho con recursos propios, y hoy día hemos buscado el apoyo financiero a través de empresas públicas, del estado, donde aún no lo hemos encontrado”.
En tanto, Juan Carlos Reyes, agrega, “Aquí no hay una situación de azar o suerte, aquí hay aprendizaje, conocimiento, mucho sacrificio, porque todo esto lo hemos hecho con recursos propios, no tenemos aportes de nadie. Ésta va a ser una sub especie, estamos hablando de una semilla marina que es muy distinta a la semilla normal. No germina en tierra normal”.
Luego se debe remitir el material vegetal a SAG e INTA y/o INIA -informan- a fin que las entidades competentes realicen los estudios de variabilidad vegetal, composición de micro elementos y oligoelementos, además de evaluar eventual consumo animal y/o humano. “Debemos enviarlo al INTA, hay que hacer los estudios respectivos si es para consumo humano; esa es otra fase, pero esto ya se logró. Ya es una realidad”, expone satisfecho Vettiger.
Aquí explican los estudiosos que las características de la planta y la semilla que se pretende obtener “dependerá del análisis que posteriormente deberán hacer las instituciones acreditadas para evaluarlas y determinar científicamente las características de la semilla; es decir, llegar a certificarla”.
Y el último paso -declaran- es reproducir la semilla en diferentes tipos de terreno a través de estaciones experimentales en las distintas regiones del país de la 4° a la 7° región. “Nuestra expectativa es llevar a cabo esta experimentación a un ensayo de campo; es decir, sembrar nuestra semilla en la zona costera de nuestra región y otras. La idea es ojalá poder tener centros de reproducción de semillas ya en la costa, pero hemos golpeado puertas y no hemos tenido respuestas”, relata Robert Vettiger.