Basta caminar un poco por el centro de Rancagua y ver como abundan los locales cerrados o edificios en venta o en arriendo. Muchos ven con gran preocupación que sus negocios están al borde de quebrar o ya se están lamentando por el cierre definitivo. El llamado “estallido social” de octubre, pero principalmente el impacto de la crisis sanitaria, ha afectado con particular dureza.
Dado que los bancos no perdonan, el Gobierno ha lanzado un paquete de medidas de ayuda con el fin de evitar su desaparición y la destrucción de empleos, como la capitalización del Fondo de garantía para pequeños empresarios (Fogape) para ofrecer créditos “blandos” a través del sistema financiero o la Ley de Protección del Empleo, para evitar una ola de despidos mucho mayor.
Pese a estos esfuerzos, los gremios de emprendedores coinciden en que la ayuda no ha logrado llegar a todos los que lo necesitan, o si ha sido otorgados los créditos han sido por montos menores a los prometidos cuando se dijo que serían similares a “3 meses de ventas”.
Ciertamente, las cifras económicas y laborales no son muy alentadoras, incluso algunas de estas no capturan en plenitud los impactos que tendrá esta pandemia, por lo tanto, será fundamental generar medidas que vayan en apoyo de los más afectados y necesitados. Faltan líneas de financiamiento que se alejen de la lógica bancaria y que estén más en la sintonía de salvar empleos, mantener viva la economía para que la recuperación cuando pase la pandemia sea más rápida y efectiva.
Luis Fernando González V.
Sub Director