Por Flor Vásquez
Más que profesor fue un maestro. También, un poeta y trovador que regalaba y sorprendía con poemas e historias. Un hombre generoso, inteligente y sensible que dejó huella y un gran ejemplo de vida. Es don Jaime Burón Labbé, que el sábado pasado falleció, a los 98 años de edad, en su hogar en la población Manso de Velasco, tomado de las manos de sus hijos. Sereno y en paz. Ya necesitaba descansar. Y eligió para partir el día en que su esposa y musa Raquel Miranda habría estado de cumpleaños.
A ´causa de la pandemia no pudo recibir la despedida que merecía. Este domingo se realizaron sus funerales y en el responso fúnebre el padre Cristian recordó que tiempo atrás le correspondió celebrar la renovación de votos en los 70 años de matrimonio de don Jaime y su amada Raquel. Agregó que como decía su hija Ximena, don Jaime tenía triple nacionalidad: chileno, español y poeta. Destacó su trayectoria como profesor y educador, fundador de colegios y formador de tantas generaciones que no lo olvidan. Fue director del Liceo Comercial de Rancagua y entre sus alumnos estuvieron el alcalde Eduardo Soto y su esposa Ivonne Parra.
Lo acompañaron en la despedida sus tres hijos, sus seis nietos y una bisnieta, además de otros familiares, todos los cuales celebraron su vida y agradecieron el haberlo tenido tantos años. Sus restos mortales quedaron en el cementerio de Mostazal –en el lugar que él eligió- junto a los restos de su Raquel, quien inspiró varios de sus poemas.
Su familia recordó también que don Jaime fue socio y creador de instituciones como el Instituto Chileno de Cultura Hispánica, el Centro Español, «Aula» Librería Papelería, Club Probus y otras.
CASI UN SIGLO DE VIDA
Hijo de Tomás Burón Martín, inmigrante español; y Hortensia Labbé Bois, (hija de agricultores de Navidad), don Jaime Burón fue el cuarto de siete hermanos. Nació en Melipilla y su primera infancia transcurrió en el campo.
Después la familia se trasladó a Santiago, donde estudió en el Colegio Hispanoamericano, luego en el Liceo Particular de La Cisterna y la enseñanza secundaria en el Instituto Superior de Comercio de Santiago, de donde egresó con el título de contador general.
En 1942 hizo el Servicio Militar, y al prorrogarse éste debido a la Segunda Guerra Mundial, tuvo la oportunidad de ingresar al primer curso de Cadetes de la Escuela de Aviación de la Fuerza Aérea de Chile, recibiéndose como alférez.
En la FACH le dieron la posibilidad de estudiar Pedagogía en Historia y Geografía en la Universidad Técnica del Estado. Obtuvo su título y comenzó con entusiasmo su labor de educador. Se retiró de la FACH con el grado de teniente segundo y empezó a ejercer como profesor civil en la Escuela de Especialidades de esa institución.
En 1949 se casó con Raquel Miranda, profesora de Inglés, con quien tuvo tres hijos: Renato, Jaime y Ximena. A cada uno de ellos les escribió un poema.
En su carrera como educador se destacó por participar en la creación de varios colegios en distintas localidades. En Rancagua fue director del Instituto Comercial. Recuerda que llegó el 1 de octubre de 1967 y que la ciudad lo recibió embanderada, en homenaje a sus héroes.
En 1978 fue nombrado director del Instituto Superior de Comercio de Coquimbo y dos años después regresó a la Sexta Región, siendo destinado como director del Instituto Politécnico de Santa Cruz. Señala que debió defender a ese instituto ante la determinación que hubo de transformarlo en liceo. Dice que la defensa rindió frutos, pero le costó su carrera. Así, en marzo de 1981 firmó la renuncia no voluntaria.
Inquieto como es, en mayo de 1982, Jaime Burón decidió empezar una nueva actividad, esta vez en el área privada: una distribuidora de papeles y cartones AULA.
MARCADO POR LA POESIA
En una entrevista que dio a El Rancagüino, don Jaime señaló que su vida estuvo marcada por la poesía. “A través de los años muchas cosas han pasado en mi vida, mas permanece inmutable la magia que representa la memoria…y la Poesía, gobernándolo todo. Mis mejores recuerdos están ligados a ella, con tanta fuerza, que al evocar mi niñez, siento que ella ha conducido los acontecimientos diarios”, indicó. “Si busco en mi memoria está siempre mi padre, recitando y cantando cada día…y seguramente cada noche.Aún hoy, a mis más de noventa, me sorprendo cada vez que se asoma en mi mente el recuerdo de algún poema que no sé precisar cuándo lo escuché. A veces son fragmentos, pero si los comienzo a repetir, o logro anotar los trozos, en pocos días se van completando, aún cuando vengan en otro idioma o dialecto”.
Para despedirlo, recordamos ahora algunos de los versos de su poema “Búsqueda”:
…Y al final de la jornada
cuando el alma abandone su morada,
que mis restos aún tengan la esperanza
de convertirse en savia de algún árbol
que renazca y florezca al infinito
¡ en incesante búsqueda de Dios!