Pese a la pandemia que puede habernos contagiado a muchos ciudadanos que concurrimos a expresar nuestra voluntad con respecto a la Constitución Política de la República, una cantidad importante concurrió ayer a los locales de votación en orden y respeto.
La decisión ya está tomada, el primer paso está dado. Ahora hay que continuar para implementar la voluntad de la mayoría.
Chile no es un país en blanco y negro. Nuestra patria querida es en colores, con muchos matices y por lo tanto de ahora en adelante la tolerancia, la libertad para expresar ideas y el derecho a ser escuchados debe ser la tónica.
Los ciudadanos somos antes que nada personas, no somos un número ni una clave única, menos somos meros consumidores y cuando elegimos autoridades es para que nos representen y no para que actúen de acuerdo a su propia voluntad.
La violencia de unos pocos debe ser erradicada inmediatamente, las rabias acumuladas deben transformarse en energías renovadoras y participativas. La gran clase media chilena debe actuar en su propio bien y en el de los más necesitados. Los poseedores de las grandes fortunas deben entender que su mayor riqueza es su gente más que sus máquinas e instalaciones.
La pandemia nos ha obligado a permanecer en la intimidad y a reflexionar sobre la vida y también la muerte.
Son muchos los chilenos, los habitantes de nuestra región, de nuestro pueblo y de nuestro vecindario que no pudieron votar ayer por encontrarse afectados por el corona virus o porque fallecieron entubados boca abajo conectados a un respirador luchando por la vida con el esfuerzo de un abnegado equipo médico. Si ellos pudieran habernos dejado un mensaje, un legado para todos seguramente nos dirían que la unidad, la amistad, la rectitud y la vida misma son lo verdaderamente importante más que las ideologías de moda o las mezquindades personales.
Alejandro González Pino
Director