La opinión de Manuel Polgatiz
Periodista y comentarista deportivo
La propuesta es simple y bañada en convicción. El abrazo furioso del plantel tras el triunfo ante Unión Española es el corolario de una firme consigna que baja desde las gradas virtuales, hasta los propios jugadores que llevan con orgullo la camiseta celeste. Se siente en el ambiente, esa fragancia a positivismo y renovadas energías.
El equipo no solo se despliega mejor en el campo de juego, sino también, es capaz de sostener una intensidad nunca vista en la temporada. El ordenamiento de las líneas y la recuperación de los niveles individuales ha construido desde sus cimientos, una nueva ilusión para escapar del fondo. En los análisis post partidos, el protagonista ya no es desidia ni la falta de compromiso, porque con la llegada de Dalcio, la institución retomó el rumbo extraviado.
Casi como una película con segundas partes, esta vez el guion no presenta groseras falencias que cuestionen su calidad. Se trata de un texto sólido, robusto y bien aceitado, que no apela a chovinismos nacionalistas para escapar de la crítica bien fundada en las primeras 17 fechas del torneo.
Sin embargo, el buen presente no está en condiciones de reclamar su origen. Fecha tras fecha el objetivo es avanzar sin mirar lo que quedó al lado del camino. Hoy todos los estamentos que componen el club y la ciudad deben estar más unidos que nunca para lograr la permanencia, que no está ni por muchos asegurada.
Se vienen días y semanas complejas, donde el temor debe ser más débil que las ganas; donde la quimera tiene que derrotar a la tristeza; y donde el amor entre quienes se aferran a los colores sea cada vez más eterno e infinito.