El 4 de enero del 2012 el historiador Héctor González a través de sus columnas llamadas recordando nos hablaba sobre los incendios, sus consecuencias y causas.
En sus palabras se señalaba “como nuevas catástrofes en Chile, pueden ser calificados los devastadores incendios que, desde hace algunos años, se informan en el periodo de verano, en reservas naturales de diversas partes de la región y el país. Cómo fue el caso en el 2012 de amplias zonas de las Torres del Paine y en la Región del Bío-Bío. Son miles las hectáreas de bosque nativo y decenas las casas destruidas y multimillonarias las pérdidas que han sido ocasionadas”.
Palabras que fueron proféticas años después en la llamada Tormenta de Fuego.
Generalmente las causas de estos desastres no son naturales y recordando sobre episodios similares en décadas anteriores, aquí la columna completa:
“Pero, ahora no son catástrofes naturales, como los terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas o temporales, las que se han desatado, sino acciones en las que de algún modo ha intervenido la mano humana.
No es la primera vez que estas cosas suceden en nuestro país. Casi todos los años se han registrado incendios forestales, muchos atribuidos a la acción voluntaria o casual de personas. Varias veces nos hemos referido a estos reiterados problemas.
Es cierto que no es primera vez que esto sucede en Chile o en el mundo y lamentablemente no será tampoco la última. Ya en el verano de 1972, con el título de “Criminales incendios forestales” informábamos de esta situación : “Muchas veces hemos escrito acerca de la necesidad de luchar incansable e insistentemente contra el peligro de los incendios forestales, que están transformando lentamente nuestra bella zona central en un desierto. La destrucción de bosques y de tierras fértiles significa también aniquilar riquezas y alimentos para generaciones del futuro”…
Agregaba: “La mayoría de los incendios forestales tienen culpables. Entre ellos están los que acostumbran a arrojar descuidadamente cigarrillos encendidos por donde pasan. Debe buscarse también entre los desaprensivos excursionistas que preparan sus alimentos en fogatas que luego no apagan debidamente”…
Finalizaba el Editorial con esta frase: “Los culpables existen. Hay que ubicarlos y castigarlos por el crimen de quemar parte de la riqueza del país”. Hasta aquí nuestras palabras de hace 40 años, las que lamentablemente siguen vigentes hoy y seguramente también lo estarán la próxima temporada de incendios.
Luis Fernando Gonzalez
Subdirector