Ante la crisis sanitaria a nivel mundial, diversas industrias y áreas del entretenimiento, como es el caso de la cultura y las artes, han sido fuertemente golpeadas por los efectos del Covid 19, y nuestro país no ha sido la excepción. Existen muchos espacios artísticos que al igual que los pub, restaurantes, entre otros, tuvieron que cerrar sus puertas y después de 9 meses aún siguen inhabilitados.
Ante esta situación, los distintos agentes culturales han debido adaptarse a las actuales condiciones remarcadas principalmente por la falta de recursos y por la salubridad pública que exige seguir protocolos sanitarios. Es el caso del añorado Teatro San Martin, ubicado en la avenida del mismo nombre en el centro de Rancagua. Luego de recuperar su estatus tras la gestión de un grupo de jóvenes artistas locales, y de haber reabierto con una exitosa temporada en el verano recién pasado, también se vio obligado a cerrar sus puertas.
Actualmente la ciudad se encuentra en Fase 3 del Plan Paso a Paso en medio de esta pandemia por el coronavirus. En tanto, el “San Martin” aprovecha esta oportunidad y se prepara para “subir nuevamente el telón”, para volver a ser una alternativa para la cartelera regional y una plataforma para la visibilización del quehacer de los artistas de esta región. “Con una atrevida, inclusiva y contingente programación, con la implementación de recurso tecnológicos que permitan mayor accesibilidad para el público y siguiendo las normas sanitaria que la pandemia requiere, muy pronto el estoico teatro reabriera sus puertas para seguir contribuyendo al desarrollo artístico cultural y social de la región de O’Higgins”, anunciaron desde este espacio.
UN LUGAR HISTÓRICO
Cabe destacar que este emblemático espacio cultural, data de 1925 y fue durante muchos años uno de los epicentro sociales y culturales de la región. Además el edificio en sí mismo, es un atractivo para la ciudad dado su diseño y arquitectura basado en el Deco Art.
Fue en la década de los 70 que producto de la situación socio política y el apagón cultural de la época, el Teatro San Martín debió cesar sus funciones, al igual que muchos otros centros de espectáculos del país. “Desde entonces el edificio se ha convertido en un sobreviviente, teniendo que adaptarse a distintos roles, invisibilizandose en la ciudad como un agente secreto para no ser un desaparecido más del progreso y sus devaneos, aferrándose a sus glorias pasadas en la rancagüina memoria de las más antiguas generaciones”, dice un trozo de su historia.