Por Jacqueline Barraza y Rocío Valencia.
Profesores del taller: Tito Castillo y Grace Zamorano. La iniciativa es parte de un convenio entre el Liceo de niñas tiene y el Centro Interdisciplinario de Neurociencias de la U de Valparaíso.
Diversos factores pueden provocar que las personas no duerman las horas de sueño en forma constante todas las noches, y no es de extrañar que cuando se duerme un poco más tarde o se despierta más temprano de lo habitual, se llegue a experimentar una sensación de agotamiento a lo largo de la jornada. Horarios de trabajo extensos, la falta de organización para cumplir con obligaciones o, simplemente, irse a la cama con el celular para pasar un buen rato chateando con amigos o mirando videos graciosos, entre otros, son diferentes causas que podrían explicar la irregularidad en nuestras horas de sueño, las cuales provocarán consecuencias no deseadas al día siguiente.
También es cierto que, en el contexto actual de pandemia, la implementación masiva del teletrabajo no ha sido lo suficientemente controlada, pues parece que esta modalidad tan instalada ha implicado para los trabajadores una mayor carga laboral, agudizando aún más la falta de horas de sueño. Si bien es cierto, las personas tienen distintos tiempos de descanso nocturno, a todos nos afecta dormir menos en alguna medida, y la ciencia tiene bastante que decir al respecto.
Se han realizado diversos estudios sobre el efecto que puede traer el descontar horas de sueño al horario habitual de las personas, pero pocos se han centrado en investigar el efecto de la privación parcial de sueño de leve a moderada, que repliquen la perdida de sueño que muchas personas experimentan durante una semana normal. Teniendo en cuenta esta situación ¿De qué manera dicha privación de sueño influye en el desempeño de las personas en la vida diaria? Con el fin de dar luz a esta interrogante, este año, un grupo de científicos liderado por Ingvild Saksvik-Lehouillier, pertenecientes a la Norwegian University of Science and Technology, en Noruega, investigaron cómo es que la privación parcial del sueño de leve a moderada puede afectar en adultos jóvenes en su propio entorno, es decir, en el ambiente hogareño de los participantes. Los investigadores plantearon como hipótesis que esta situación tendría efectos negativos tanto en aspectos cognitivos como afectivos, los cuales serían monitoreados por la mañana.
En la investigación realizada, se incluyó a un total de 52 individuos sanos de entre 18 a 35 años en un protocolo de estudio de 11 días con seguimiento. Los participantes durmieron en sus hogares y se monitorearon sus patrones de sueño utilizando un actígrafo, el cual funcionaba como un reloj inteligente, registrando la movilidad del individuo durante las horas de sueño de manera objetiva; dicha información se complementaba con diarios de sueño, que los participantes completaban contestando a preguntas sobre la hora de dormir, las horas en que se levantaban, la latencia del sueño y los períodos de vigilia en la noche, permitiendo calcular de manera subjetiva la duración del sueño de los participantes. Luego de sacar un promedio de sueño de cada individuo durante las 7 noches de sueño normal, se pidió a los participantes que durmieran 2 horas menos que su duración promedio de sueño durante las últimas tres noches del protocolo de estudio, pero con la condición de que debían levantarse a la hora habitual. Para medir los efectos a nivel cognitivo, se administró la prueba de rendimiento continuo de Conners, alrededor de las 9 am, los días 1, 4 y 8 (de sueño habitual), y 9 y 11 (con privación del sueño); dicha prueba consistía en que sobre un fondo de pantalla negro iban apareciendo una serie de letras en una sucesión rápida, frente a las que el sujeto debía apretar la tecla de espacio cada vez que aparecía una letra, salvo cuando se presentaba la letra x, midiéndose así, durante 14 minutos, la precisión y velocidad de respuestas. Para conocer el impacto afectivo, los participantes completaron autoinformes, en los que dieron cuenta de diversos sentimientos y emociones experimentados, no solo a lo largo del proceso en general, sino que también respecto al desempeño en las pruebas de rendimiento cognitivo.
El estudio arrojó que dormir entre 1,5 y 2 horas menos de lo habitual durante 3 días seguidos, condujo a respuestas cognitivas deficientes. Antes de la deprivación de sueño, los sujetos iban mejorando su desempeño, sin embargo, en los días que durmieron menos, los tiempos de reacción disminuyeron; esto junto a un aumento en el número de errores en las pruebas de rendimiento continuo, dieron cuenta de que los sujetos se volvieron más impulsivos. Adicionalmente, los autoinformes reportados por cada individuo dejaban en evidencia una sensación de disminución de desempeño, que debían compensar realizando un esfuerzo mayor sin mejorar mucho los resultados demostrando que estaban conscientes de su rendimiento reducido; por otra parte, también los participantes reportaron una disminución en sus sentimientos y emociones positivas, situación que conlleva a reacciones más impulsivas y una sensación mayor de rendimiento deficiente, según plantean los investigadores.
Los científicos de esta investigación destacan que estudios previos han demostrado que la restricción crónica de sueño se asocia con una menor consciencia de sus efectos, es decir, que la conciencia de cómo funcionamos puede verse reducida si es que dormimos menos durante varias noches. Bajo estas condiciones, con un acceso limitado a recursos cognitivos y afectivos, las personas se vuelven más proclives al desarrollo de trastornos mentales. Esto no es novedad, ya que existen muchos estudios que sustentan la idea de que los problemas de sueño son factores que causan y mantienen diversos trastornos mentales.
Tomando en cuenta los resultados expuestos, es importante reflexionar acerca de las implicaciones de la privación de sueño en la vida cotidiana, en la que contar óptimamente con nuestros recursos cognitivos y afectivos es importante para un buen desempeño en nuestro trabajo, en el compartir diario con las personas que nos rodean o en cosas tan simples como andar en la calle, en donde la falta de atención puede producir un lamentable accidente de tránsito. Por otra parte, se debería pensar en si acaso son realmente tan necesarios los cambios de horario realizados cada año en Chile, en el que, por ejemplo, durante el mes de septiembre, se adelantan en una hora los relojes, provocando un desajuste que afecta a nuestras horas de sueño, con consecuencias que son fáciles de notar en la mañana siguiente, tanto en nosotros como en quienes nos rodean.
Finalmente, los participantes del taller infirieron que, debido a la situación de pandemia, el teletrabajo llegó para quedarse, por lo que es imperante una mayor regulación horaria y de carga laboral, con el fin de no provocar o evitar perjuicios cognitivos y emocionales. El estudio expuesto muestra que incluso una pequeña privación de sueño puede tener implicaciones importantes para la función diaria y la calidad de vida, por lo que es relevante tener en cuenta que se debe cuidar la cantidad de horas que dedicamos a cargar nuestras baterías.
recuadrito
Referencia del estudio
Título:
Mild to moderate partial sleep deprivation is associated with increased impulsivity and decreased positive affect in young adults.
Autor principal del artículo original: Ingvild Saksvik-Lehouillier (Publicado el 19 de abril de 2020)
Fuente: Sleep, Volume 43, Issue 10, October 2020, zsaa078,
https://doi.org/10.1093/sleep/zsaa078.