Ayer nos enteramos que dentro de la próxima semana se comenzará a vacunar en nuestra región al personal de salud, a nuestra zona llega la vacuna un poco después que en otras regiones del país, precisamente porque presentamos mejores números que otras zonas. Aunque este no quiere decir que las cifras aún sean preocupantes, pese a la baja observada en los últimos 2 días con relación a la semana anterior.
Eso sí, más allá de quien se vacune primero o después, Chile tiene prácticamente garantizadas las más de 30 millones de dosis de vacunas que serán aplicadas a los diferentes grupos de población, según nivel de riesgo, durante todo 2021. A fines de año, se estima que debería estar inoculada a lo menos al 80% de la población, habiendo alcanzado así la inmunidad de rebaño.
El primer turno ya está definido. Es de las trabajadoras y trabajadores de la salud y luego –durante todo el primer trimestre de 2021- vendrá el resto de las personas que también están desplegadas en el combate contra la pandemia del coronavirus, los que sufren enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes y cáncer y a los adultos mayores, sobre todo quienes habitan en asilos y casas de retiro, donde los índices de mortalidad han sido muy pronunciados.
Si bien hay amplio acuerdo que los primeros en recibir la vacuna debiese ser la “primera” línea existe un debate un poco silencioso pero que es bueno que se de en torno a quienes debiesen seguir, por ejemplo si sabemos que el confinamiento colectivo propicia contagios, se podría argumentar la necesidad de una vacunación temprana en las prisiones.
Por otro lado, también se podría sugerir que la inmunización se haga siguiendo criterios prácticos y se empiece por vacunar a los jóvenes. No sólo porque son más propensos al contagio al ser un grupo importante de ellos más porfiados a la hora de seguir las normas de autocuidado, también es cierto que son jóvenes quienes son los bomberos, policías, repartidores, reponedores y quienes realizan muchos otros oficios necesarios para que podamos quedarnos en nuestros hogares.
También se podría argumentar que la pobreza, la discriminación y las desventajas sociales han provocado tasas desproporcionadas de infección, hospitalización y muerte en las comunidades más vulnerables. Entonces, por un principio de equidad, a esas comunidades se les debería asignar prioridad para obtener el remedio.
Como puede verse, argumentos para tomar decisiones en una u otra dirección sobran y no hacen más que revelarnos la complejidad del manejo de esta etapa de la crisis sanitaria en Chile. Debate que debiese darse de manera abierta y no sólo bajo cuatro paredes en el Minsal.
Luis Fernando González V
Sub Director.