Declarada Monumento Histórico en 1994, la estación de tren del balneario era uno de los principales ejes de la ciudad. Allí, confluía el comercio, las conversaciones y gran parte de la vida de los pichileminos y turistas, quienes también llegaban para disfrutar de las añoradas “noches venecianas” en la Laguna Petrel.
Desde su creación, el ferrocarril ha sido símbolo de progreso para las comunidades. En el caso de Pichilemu, no fue distinto y cuando en 1926 el tren llegó por primera vez desde San Fernando, la estación se convirtió en el centro neurálgico del balneario.
“Este era el sector principal de Pichilemu, porque todas las personas llegaban para acá, era muy bonito. La gente compartía esperando a que llegara el tren y se producían muchas conversaciones”, comenta Guillermo Hernández, presidente de la Junta de Vecinos El Bajo Estación. “Afuera, por lo general, había coches que llevaban a la gente a diversos sectores”, añade.
En 1994, la estación fue declarada Monumento Histórico por el Consejo de Monumentos Nacionales, y hoy es una particular, Mónica Cornejo, quien mantiene en buenas condiciones la edificación, convertida en un museo donde en seis salas se exhibe la historia del balneario, además de numerosas imágenes de los 60 años en que estuvo funcionando el ferrocarril.
Hoy, funciona como museo donde se cuenta tanto la historia del tren como del balneario, además de ofrecer información turística. Posee seis salas que, a través de imágenes e historias, relatan el paso del tiempo a través de las seis décadas (1926-1986) en que estuvo operativo el servicio.La antigua estación de ferrocarriles de Pichilemu se mantiene en buenas condiciones gracias a particulares. Fue declarada Monumento Histórico en 1994.La laguna o humedal Petrel, ubicada a un costado de la estación, era un lugar no solo de reunión para los pichileminos y turistas, ya que también se podía practicar el nado y la pesca, además de ocuparse para la celebración de la añorada “Noche Veneciana”, donde las familias navegaban en sus aguas en iluminados botes.Atrás quedaron también las celebraciones de la Fiesta de la Primavera en la laguna o humedal Petrel. Aguas servidas terminaron por impedir cualquier tipo de actividad en el espejo de agua. “Antiguamente se hacían juegos náuticos y todo. Ahora está con aguas contaminadas. Tenemos que ver ese problema para solucionarlo de una vez por todas y recuperar este lugar”, plantea Guillermo Hernández, presidente de la Junta de Vecinos El Bajo Estación.En los alrededores de la estación, existen espacios que, a juicio del dirigente vecinal, podrían aprovecharse de mejor manera y así relevar la importancia histórica del sector. “Queremos, a través de un proyecto de la Junta de Vecinos, ver cómo le podemos dar otra utilidad, donde la gente vaya y disfrute, con mesas, sillas, donde puedan ver esas cosas y se conserve el patrimonio”, puntualiza Hernández.El museo alberga tanto archivos fotográficos como distintos elementos de las familias que llegaron a poblar la zona. Desde loza a máquinas de escribir o de coser, hasta antiguas cajas registradoras.Guillermo Hernández, presidente de la Junta de Vecinos El Bajo Estación, comenta que “uno de los primeros sectores que se pobló fue este, frente a la laguna. En un principio, también estaba acá el terminal de buses y coches, todo se juntaba en este lugar, por eso era fundamental este sector”.