Así de simple y claro, Chile está nuevamente de luto, y decimos nuevamente porque no es primera vez que pasa un lamentable suceso como el que vivimos los últimos días: la desaparición y posterior hallazgo del pequeño Tomás Bravo, fallecido en la zona de Arauco.
Sin saber, hasta el cierre de esta edición, los avances en la investigación que podrían culpar a su tío abuelo, solo podemos decir que sin lugar a dudas nos “remeció el piso” como sociedad, en un país que ha cambiado, que todo lo dice, que nada calla. Si hasta un candidato presidencial declaró que si le pasara esto a su propia hija, él mata al inculpado.
Con las ganas de un linchamiento al acusado ante el horrendo crimen de Tomás, otro grupo de personas clama la pena de muerte, la cual fue abolida definitivamente en Chile en 2001.
Si fuese un delito originario de un abuso sexual, debemos saber que la experiencia le dice a la policía que los agresores y abusadores están muchas veces dentro del mismo techo y familia. Los agresores coinciden con un mismo perfil, el que se gana la confianza de la familia, el que ayuda a la búsqueda, el que despista a la policía. Así lo afirman los psicólogos forenses. Sea cual sea el motivo del crimen, debemos dejar que la justicia actúe y llegue, aunque demore mucho tiempo. Llegará.
Pareciera que los años no pasan, desde el crimen del niño Rodrigo Anfruns en 1979, hasta el crimen de la joven Ámbar Cornejo el año pasado en Villa Alemana. Todos estos horrendos crímenes nos tocan el alma, nos conmueven, pero también nos hacen reflexionar y mirar a nuestros propios hijos e hijas y pensar que nunca estarán seguros fuera de nuestros propios ojos. Debemos cuidarlos siempre y no confiarnos de nada y de nadie. ¡Los niños y niñas no se tocan, se aman y se cuidan!
#JUSTICIAPARATOMÁS
Ximena Mella Urra
Edición de Turno