“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” San Juan 14:27
Puede parecer extraño que alguien pueda sentir una verdadera paz en vísperas de la prueba más difícil y angustiante de su vida, sin embargo, Jesús nos deja su ejemplo frente a la crucifixión.
Jesucristo sabía y entendía el gran propósito por el cual había venido a esta Tierra — un propósito que eclipsaba todo lo demás propósitos. Sin su sacrificio por nuestros pecados, no podía haber paz ni salvación.
Jesús dice: «No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo». Al decir estas palabras Jesús, tiene en mente, la paz de nuestro corazón, y Él es nuestro ejemplo de paz. Con el aliento de Dios padre, las aguas tempestuosas que Jesús tenía que atravesar, se volvieron, aguas apacibles en su corazón. A través de su ejemplo Jesús quiere que sus discípulos también sean libres de toda ansiedad y tengan paz.
Jesús dice: “la paz que yo doy, no os la doy como el mundo la da”
Jesús sabe que el único tipo de paz de corazón que puede dar el mundo es la paz mental basada en las buenas circunstancias. Si el mundo puede quitar nuestros problemas, mediante el seguro médico, o las cuentas de retiro, o la protección contra enfermedades inundaciones, o los dispositivos que ahorran trabajo, entonces el mundo puede dar algo de paz mental.
Cuando Jesús dice «no os la doy como el mundo la da». Quiere decir que Su paz no está basada en las buenas circunstancias. Esta paz de Jesús, es dada, y sostenida, a pesar de las malas circunstancias. Así es como Jesús lo dice en Juan 16:33: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he Vencido al mundo». Su paz no la nuestra.
Es por eso que San Pablo, en Filipenses 4:7, la llama «…la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”. Su paz que sobrepasa todo entendimiento, va a cambiar todo aquello va a tratar de aquejarnos en la vida, aunque sea una gran tormenta, pues esta tendrá que someterse a Su paz.
Cuando sus discípulos estaban siendo azotados por la tormenta ¡El Príncipe de la Paz solo habló “¡Calla, enmudece!» Y los vientos y el mar le obedecieron. (Marcos 4:39) Su paz cambió la tormenta en una calma perfecta.
Busque al príncipe de paz, a Jesús y sus miedos desaparecerán de su vida.
Tenga usted presente estas palabras de Jesús “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Pastor: Alejandro H. Cabrera C.