Se dice que fue y sigue siendo el “más famoso violinista del mundo”. Pero es difícil establecer comparaciones. Es lo mismo que pasa con los cantantes líricos de diferentes años en la historia, cuando no hay medios técnicos para verlos y escucharlos junto a otros también famosos, pero de distintas épocas. Por ejemplo: ¿Cual cantaba mejor, Caruso o Pavarotti?…
Con Nicolás Paganini pasa lo mismo. Pero que fue un extraordinario violinista, y un virtuoso en su arte, no cabe duda. Son muchos los testimonios de aquellos años, en que aún ni se soñaba en inventos que pudieran dejar registrados la voz y la música, ni siquiera era imaginable la fotografía. Su figura se conoce especialmente a través de un retrato pintado por Ingres en 1818, cuando el violinista tenía 36 años de edad.
Recordemos que Nicolás nació en Génova, el 27 de octubre de 1782 y que falleció en Niza en 1840, a los 58 años de edad. No sólo fue violinista, sino que también un gran compositor musical, autor de numerosas obras, entre ellas los 6 “Conciertos para violín”, y los 24 “Caprichos”.
Su genialidad la reveló desde niño, cuando a los 9 años ya integraba una orquesta, asombrando a sus familiares y a quienes lo conocían. A los 26 años comenzó a recorrer Italia ofreciendo exitosos conciertos, hasta 1830, cuando con 48 salió al extranjero realizando una gira de cuatro años por diversos países, dejando una estela de aplausos y ovaciones que le dieron el título de “el mejor del mundo”.
Su técnica en el violín era asombrosa, con nuevos métodos de afinación, pulsación y en especial en sus pizzicatos.
También su vida romántica y aventuras amorosas eran motivo de comentarios y admiración, de tal modo que comenzó a tejerse la leyenda de que Nicolo tenía “Pacto con Mefistófeles”… En una de sus biografías se cuenta que todo se inició cuando el 29 de marzo de 1828, un día como hoy, en un periódico italiano, un crítico de arte comentando un concierto de Paganini del día anterior, asombrado por la extraordinaria forma de ejecutar, no halló nada mejor que escribir: “Cuando tocaba “Le streghe”, vi su lado la figura de Satán”…
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