Por Patricio Miranda H.
A la discusión sobre la presencialidad de las clases, las dificultades en la implementación de tecnología en los recintos y los cuestionamientos sobre la seguridad en el retorno a las aulas, la pandemia trajo consigo otro flanco que preocupa a autoridades y expertos en el ámbito educacional.
Y es que la deserción en prebásica, es decir, niños y niñas que abandonaron el sistema preescolar, alcanzó niveles que no se habían registrado en años anteriores.
Según información de la Seremi de Educación de O’Higgins, entre 2019 y 2020 los alumnos de prekínder que desertaron casi se triplicaron. En cifras: si en 2019 la tasa de incidencia de deserción en este nivel era de 0,8%, al año siguiente llegó a 2,2%. En 2021, en tanto, se registró un 1,5%, lo que equivale a 134 niños de la región.
A juicio del Seremi de Educación de O’Higgins, Felipe Muñoz, las cifras son preocupantes. “Hemos visto a nivel regional que tenemos una cobertura importante en todas las comunas de la región de O’Higgins en cuanto a accesibilidad de la educación parvularia, pero la cobertura no es todo”, reconoce.
En esa línea, Muñoz afirma que ya están trabajando en herramientas para intervenir a estos estudiantes. “Estamos implementando un sistema de alerta que nos va a permitir, con todos los colegios de la región, tener datos de cuántos estudiantes hoy no están siendo escolarizados y, de esa manera, también trabajar en conjunto con las comunidades educativas para llegar a estos estudiantes y sus familias, para tener primero la certeza del por qué no están siendo escolarizados”.
Etapa clave para el aprendizaje
La deserción en el ámbito preescolar es de todas maneras una mala noticia para Marigen Narea, investigadora del Centro de Justicia Educacional de la U. Católica. “El aprendizaje se da en etapas. Necesitamos tener cimientos fuertes para poder seguir aprendiendo el resto de la vida y lo que se ha visto desde la neurociencia es que las primeras conexiones neuronales, los primeros aprendizajes, van formando esta base sólida para después ir aprendiendo. Por eso es tan importante empezar lo antes posible”, postula.
Narea comenta además que existe evidencia que plantea que los niños 2020 están más atrasados en algunas áreas de desarrollo que los de años anteriores. “Los niños que no están teniendo educación preescolar se están atrasando en su desarrollo de alguna manera y que hay que hacer algo urgente”, advierte.
Por ello, la experta hace hincapié en la importancia de la educación parvularia, sobre todo por lo que puede significar a la hora de intentar acortar la brecha educacional entre distintos niveles socioeconómicos.
“Se ha visto que las intervenciones tempranas impactan más fuertemente a las poblaciones más vulnerables. En el fondo, los ayudan más a poder aprender. Los datos que tenemos de Chile es que los niños ya a los 10 meses, por el lugar donde nacieron, van a tener una trayectoria de desarrollo distinta”, asevera Narea. “Quienes nacen en contextos más pobres, por ejemplo, tienen más retrasos en su desarrollo que los más ricos. Eso lo vemos con datos chilenos desde los 10 meses, entonces lo que buscan las salas cunas es achicar esa brecha, que es una idea de equidad, que todos los niños de Chile, ojalá, puedan desarrollar todo su potencial y para eso se necesita crear salas cunas y jardines que logren esto”, puntualiza.
Obligación versus confianza
Según el seremi Muñoz, la imposibilidad de realizar clases presenciales debido a la pandemia es uno de los factores que puede haber detrás de la deserción.
“Lo que vimos en las semanas que hubo trabajo presencial, es que el impacto en el tema emocional y en el ánimo de los estudiantes fue notable, muy positivo. Los niños estaban muy contentos de ir al colegio y los recintos tenían en ese momento todas las condiciones sanitarias para poder abrir”, asegura. “Por eso creemos y vamos a mantener la insistencia de tener, cuando las condiciones sanitarias lo permitan, nuestros jardines infantiles y escuelas abiertas, con una disposición para que las familias de manera voluntaria puedan enviar a sus hijos”.
La autoridad plantea, además, que por esta misma razón desde el gobierno están impulsando el proyecto de ley que hace obligatorio el kínder. “El principal objetivo es que las familias comprendan que este nivel es fundamental para el desarrollo de los jóvenes en el futuro, porque así podrán tener una mayor y más exitosa trayectoria educativa”.
Narea, del Centro de Justicia Educacional de la UC, discrepa: “Creo que (el proyecto de ley) es muy insuficiente y creo que no es bueno juntar estos dos datos, porque puede ser confuso para la población. Con hacer obligatorio el kínder, estamos dando una señal de que es importante, claro, pero lograr que las familias lleguen al sistema va a pasar porque realmente entiendan la relevancia y también que confíen en el sistema. Mucho de lo que encontramos en las familias es que desconfían del sistema preescolar y eso necesita un cambio cultural”.
En esa línea, Narea señala que, en el caso de la educación particular subvencionada, por ejemplo, otra razón de los padres para no matricular a sus hijos “era no gastar dinero en algo que no iba a ser presencial o que no iba a funcionar. Pensaron quizás que era mejor no incurrir en gastos en este año de crisis, entonces también eso es un tema distinto con un grupo diferente de padres”.
Por ello, la investigadora sostiene que es necesario “llegar a las familias de forma creativa, esto es algo urgente. Muchas madres que dijeron que iban a meter a sus hijos al colegio finalmente no lo hicieron y la pregunta es por qué. Una de las causas fue el miedo a que los niños se enfermaran, seguido a que no les acomodaban los horarios porque eran muy estrictos. A eso me refiero con que hay que llegar de maneras más creativas también a las madres, especialmente durante esta crisis”.