Por: Patricio Miranda Humeres.
“Él era una persona muy buena para hablar, muy circunspecto, muy correcto”, recuerda Juan Eduardo Romero, sobrino y ahijado de Ernesto Romero Escobar, uno de los socios fundadores del clásico restorán La Carpa, de Rancagua.
“Vibraba con el O’Higgins, con el fútbol, era un hombre bien particular. Compartimos mucho, él siempre estaba muy interesado en la política, en los temas de contingencia. Dio una lucha muy importante por la democracia”, añade Juan Eduardo, mientras mira hacia la primera mesa, a un costado de la entrada del local, donde solía sentarse su tío.
Y es que la mañana de este 04 de mayo, a los 77 años, Ernesto Romero falleció producto de complicaciones de salud que lo venían aquejando desde hace algún tiempo. Las mismas que lo habían hecho alejarse de a poco de la administración de La Carpa, uno de los clásicos de Rancagua que dirigía junto con su hermano Juan y que abrieron un 5 de marzo de 1975.
“Para Rancagua, La Carpa es una tradición, una identidad. Es un lugar de encuentro, también una escuela de trabajo para muchas personas. Es parte de Rancagua, de hecho, su slogan antiguo ‘si usted no conoce La Carpa, no conoce Rancagua’ dice mucho de eso”, afirma Juan Eduardo.
Así, este lugar de encuentro, que también fue uno de los precursores de la revista en la capital regional -junto La Carmelita- dejó un legado que, a juicio de Juan Eduardo, permanecerá por largo tiempo en el inconsciente rancagüino: “En los 80’, con La Carpa 2 y La Carpa 3, cuando estábamos en plena dictadura y toque de queda se hacían estos espectáculos. Pero también mi tío dio una lucha muy importante por la democracia en aquellos años, porque estos locales fueron cobijo además de la resistencia, de la clandestinidad a la dictadura”.
Pero la labor política de Ernesto Romero no quedó solo en eso. Con el retorno a la democracia, durante el mandato de Patricio Aylwin, Romero fue seremi de Gobierno. Tiempo después asumió la dirección de la Corporación de Fomento y la Producción (Corfo) y posteriormente fue director del Sernatur por dos períodos consecutivos.
“Fue un hombre que aportó lo suyo a Rancagua, a la comunidad en todos estos ámbitos. Y para mí, fue mi padrino, mi tío más cercano y yo el sobrino más cercano a él, creo era el más querido. Vivimos muchos momentos, navidades, años juntos, éramos muy cercanos porque también mi padre era su socio y mejor amigo”, rememora Juan Eduardo.
Así, dice su sobrino, se va uno de los pilares de la familia Romero. “Me queda mucho como legado. Era una persona muy humana, que sabía escuchar. No era un hombre ávido de lucro, por el contrario. Tenía una conciencia de servicio público importante y mucha rectitud, probidad y honestidad a la hora de server a la gente y los trabajadores”, señala Juan Eduardo. “Fueron 46 años de sociedad entre dos hermanos, en negocios que son dinámicos, que avanzan, que hay diferencias, que pasan cosas todos los días. Es un ejemplo para el empresariado, de cosas en común y fraternidad con la familia”, añade.
Ernesto Romero está siendo velado en los Funerales Paz y el restorán La Carpa se mantendrá cerrado por duelo este martes y miércoles.