Los treinta y tres mineros que quedaron atrapados durante sesenta y nueve días bajo tierra en una mina, en el norte de chile, en agosto del 2010, dieron a conocer al mundo una frase y esta fue: “Estamos bien los treinta y tres en el refugio”
¿En qué piensa usted cuando escucha la palabra «refugio»?
Cuando hablamos de un refugio, inmediatamente nos viene a la mente un lugar que sirve para protegerse de un peligro.
Durante este tiempo, en el peregrinar de nuestra vida, como personas, estamos expuestos a muchos peligros y amenazas no solo por contraer un virus, una enfermedad o estar expuestos a ser afectados por de algún fenómeno de la naturaleza. El peligro y la amenaza más grande viene del corazón del ser humano que ha sido infectado por el pecado.
Los noticiarios de cada día están llenos de los efectos y consecuencias que ha producido la maldad del ser humano, en el mundo; pobreza, enfermedades, asesinatos, atentados, asaltos, encerronas conflictos, guerras, revueltas de toda índole etc.
La palabra de Dios en el libro de Santiago, nos dice: “¿De dónde surgen los conflictos y las luchas que hay entre ustedes? Sin duda, de las pasiones que llevan y que están siempre en pie de guerra en su interior. 2 Si ambicionan y no tienen, asesinan; si arden en deseos y no pueden satisfacerlos, se enzarzan en luchas y contiendas. Santiago 4:1-2
Jesús al auditorio de su tiempo dijo de donde provenían todas estas cosas: “Del corazón salen los malos pensamientos, los pleitos, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones, los robos, las mentiras y los chismes. Mateo 15:19
La interrogante que nos hacemos hoy es ¿En dónde encuentro un refugio para proteger mi vida, mi familia, de estos peligros?
Hay muchos pensamientos y ofertas que hoy están dándose a conocer en las redes sociales, que dicen tener la solución frente a esta interrogante, pero permítame decirle, aunque hoy estas soluciones, aunque aparentan ser nuevas están retocadas y son las mismas filosofías que han fracasado en el tiempo a nivel mundial, la historia lo avala.
Mientras Dios no sane el corazón del hombre, seguiremos, diariamente expuestos al peligro. Sin embargo, la Palabra de Dios le hace una invitación hoy, y esta es: “Si haces del Señor tu refugio, del Altísimo tu protección, ningún mal te dominará; ninguna calamidad llegará a tu hogar.
Hoy que sentimos que las tristezas nos persiguen, que nuestros sueños parecieran deshacerse, que parece que todo a nuestro alrededor se viene a abajo, ¡es es el momento de buscar la protección y el cuidado de Dios! ¡Es la oportunidad de hablar con él y recibir su ayuda, su abrazo y su compañía y encontrar en el verdadero refugio!
Pastor: Alejandro H. Cabrera C.