Desde hoy, ninguna comuna de nuestra región está en cuarentena, y la curva de contagios en nuestra región claramente va a la baja, al mismo tiempo se mantiene el toque de queda sanitario, y esperamos que lo peor de la pandemia ya haya pasado, pero con la incertidumbre de que sucederá, de si la variante delta será o una nueva pandemia o si por fin estamos saliendo de estos complejos años.
Más allá de la discusión, lo cierto es que los números -con las lamentables víctimas en términos de enfermos y fallecidos- resultan favorables comparados con los meses anteriores. Y esto es una buena noticia, pero los números siguen mostrando que la pandemia no ha terminado. Disminuyen los contagios pero siguen existiendo y enfermando a nuestros vecinos. La obligación de usar mascarilla, el lavado de manos, las limitaciones para el funcionamiento de locales de entretención (cines, teatros, restaurantes, pubs, discoteques), lo mismo que las reuniones masivas y los cultos religiosos siguen siendo nuestra realidad.
Pese a que ya han pasado casi dos años, el Covid sigue siendo un virus nuevo, y no sabemos todo sobre él, lo cierto es que hasta hoy los peores pronósticos no se han cumplido, pero esto no ha terminado. Una vez más se hace necesario insistir en no bajar la guardia e incrementar las medidas de control. A estas alturas sería imperdonable que por cuenta de eventuales negligencias o, simplemente, de desafortunados relajamientos en el seguimiento de las pautas sanitarias se echara por la borda lo alcanzado y nos pusiéramos al borde de una crisis sanitaria que puede causar cientos de muertes.
Si bien la labor de las autoridades a este respecto es fundamental, la mayor responsabilidad es de cada uno de nosotros. No podemos esperar que el Estado ejerza un control total y permanente, la autorregulación y la propia responsabilidad deben ser la norma.
Luis Fernando González V.
Sub Director.