Más de una vez los rancagüinos nos hemos hecho esta pregunta. La repuesta que de pequeños nos enseñaron tiene que ver con la celebración de la valentía de los Patriotas que jamás se rindieron ante el invasor, respuesta que si bien es correcta recibe varios reparos.
Primero cabe preguntarse por qué celebramos una derrota, Rancagua fue un desastre militar, no se cumplieron los objetivos estratégicos de la defensa de la capital y la táctica empleada por O´Higgins no fue la correcta. Tenía más sentido desde el punto de vista estratégico la defensa de Angostura, lo que permitía tener la retaguardia libre para recibir refuerzos y recursos o realizar una eventual retirada en orden.
La Batalla fue la muestra evidente de las profundas divisiones que cruzaban a la nueva República, en estricto rigor el mando de Rancagua le correspondía a Juan José Carrera, por ser el militar de más alto rango, pero mayoritariamente las fuerzas que llegaron a la plaza tras el desbande del Cachapoal eran leales a O´Higgins, recordemos que Chile estaba en una guerra civil entre carreristas y ohigginistas, conflicto bélico aplazado pero no resuelto con la llegada de Osorio. Conflicto que también puede estar en parte del porque José Miguel no viene en ayuda de O´Higgins.
También se podría decir que nuestra guerra de Independencia, no era una confrontación contra un poder extranjero, era una guerra civil, la gran mayoría de los soldados de ambos bandos eran chilenos, y en lo material Rancagua fue un desastre que prácticamente destruye la ciudad y significa la muerte para gran parte de su población, entonces ¿por qué celebramos esta derrota?
No, no celebramos la derrota. Recordamos a los valientes caídos, que pese a todas las dificultades jamás se rindieron, admiramos a los Patriotas que pese a todas las diferencias lograron construir un nuestro País. Celebramos a una heroica ciudad que pese a haber sido destruida supo renacer de sus cenizas y construir un futuro, una ciudad que tiene en su ADN el volver a inventarse, crearse nuevamente. Tal vez un poco desordenadamente, pero con la tozudez del huaso que se combina ya en el siglo veinte con el esfuerzo y el método del minero.
Lamentablemente por la pandemia el tradicional desfile no se pudo realizar el año pasado, y nada se ha dicho oficialmente sobre que ocurrirá este 2021 pese a que solo restan días para el 2 de octubre. Extraoficialmente sabemos que la organización estaría en manos del Delegado Presidencial y se haría un desfile solo militar, sin público, en el estadio El Teniente. De ser así es comprensible dadas las circunstancias pandémicas que no participen escolares y se haga sin público, pero no la ausencia de instituciones ciudadanas que prestan valiosos servicios, como lo son Bomberos, la Defensa Civil e incluso personal de salud. Sería una manera simbólica de rendir un merecido homenaje también a los héroes de hoy, en el día que se recuerdan los héroes de ayer.
Punto a parte merece la oportunidad perdida de que esta fiesta de Rancagua -en su organización- sea abordada desde lo local, y sea ojala el municipio local con apoyo de la gobernación regional quienes asuman esta celebración, pero la tradición de que fuese la intendencia que organizará pudo más.
Luis Fernando González
Sub director
Diario El Rancagüino