Recordando
Por Héctor González V.
Eran otros tiempos. El fervor patriótico se manifestaba sin temores. La ciudad de Rancagua (una aldea grande), sentía orgullo de sus tradiciones. En las calles todos se conocían. Los estudiantes… ¡estudiaban! Pero también sabían desfilar, mostrando su disciplina, su espíritu de cuerpo y su cariño por el colegio, instituto, liceo o escuela.
La celebración del Centenario de la Batalla de Rancagua, el 2 de octubre de 1914, fue un verdadero sacudón a la ciudadanía de este pueblo. Comprendió mejor la importancia histórica de este lugar. En el centro de su plaza heroica fue erigido el monumento a don Bernardo O’Higgins. En adelante, sería el centro de los homenajes patrióticos.
EL INSTITUTO O’HIGGINS
El nacimiento del Instituto O’Higgins, en 1915, fue el mejor estímulo al cultivo de las tradiciones patrias. Paradojalmente, profesores extranjeros, venidos desde España, iban a enseñar a los muchachos chilenos las mejores lecciones de chilenidad. El Instituto inauguró la era de los desfiles patrióticos públicos. Realizó, además, extraordinarios desfiles históricos, que nunca han sido superados. Mostró al público la educación física de sus alumnos, en inolvidables Revistas de Gimnasia.
El juramento a la bandera de los estudiantes institutanos, eran una ceremonia de la más grande solemnidad y emotividad.
El Instituto O’Higgins, al finalizar la década del veinte, sorprendió a Rancagua presentando a todos sus alumnos correctamente uniformados en los desfiles patrióticos y ceremonias públicas. Fue el primer colegio que mostró una banda de guerra, que alcanzó una extraordinaria eficiencia, con clarines y tambores que se hicieron famosos.
LICEO DE HOMBRES
Estimulados por lo que hacía el Instituto (sus rivales en el afecto del público), alumnos y profesores del Liceo de Hombres de Rancagua se esmeraron en sus presentaciones, desfiles y revistas de gimnasia.
Como el principal desfile patriótico de Rancagua por allá por el año 30 era el del 21 de mayo, el liceo impactó a la ciudad presentando a todos sus alumnos con un correcto y vistoso uniforme de marino. Los muchachos se sentían orgullosos y saludan militarmente con la mano en la visera, erguidos y “sacado pecho”…
También sacó una Banda de Guerra, que aprendió a “encajonar” y a cuyos marciales compases los liceanos marcharon airosamente.
Ser liceanos y chilenos eran su mayor timbre de orgullo.
EL DESFILE EN LA PLAZA
Los desfiles patrióticos se realizaban por aquel entonces en nuestra pequeña Plaza de Los Héroes. No había pavimento, y las calles tenían grandes piedras de huevillo. Pero eso no era obstáculos para que los estudiantes, los scouts, y las instituciones cívicas desfilaran patrióticamente, ante las autoridades que se apostaban en la Intendente.
Cuando la plaza fue pavimentada, los desfiles adquirieron una mayor importancia. Los alumnos del Instituto O’Higgins y del Liceo de Hombres comenzaron una rivalidad creciente, para demostrar su corrección, su disciplina, sus bandas, su presentación ante el público que, convertido en juez, daba su veredicto con aplausos.
EN SAN MARTÍN Y BRASIL
La Plaza se hizo pequeña y fue necesario buscar otro escenario para los desfiles. Estos fueron trasladados primero a la Avenida San Martín. Las autoridades se instalaban frente al edificio de la Compañía de Teléfonos. La gente repletaban las aceras a lo largo de unas tres cuadras para presenciar el desfile y aplaudir a los Liceos, al Instituto, a las escuelas públicas, a los bomberos, Cruz Roja, Veteranos del 79, etc.
Pero también San Martín se hizo estrecho. El desfile se trasladó entonces a la avenida Brasil y comenzaba prácticamente desde Santa María hasta la Plaza, pasando por una doble fila de miles de personas. La tribuna de honor estaba en el sitio del cuartel general de bomberos.
A LA ALAMEDA
Hasta que Brasil también fue estrecho y los desfiles se trasladaron a la Alameda, frente a la cancha. Había llegado el Grupo Membrillar que se convertía en la principal atracción. Desfilaba a caballo y en su banda se destacaba majestuoso el timbalero. Comenzaron a incorporarse las delegaciones de las escuelas militares y el desfile, de escolar y cívico comenzó a transformarse en una pequeña parada militar.
Sin embargo, el público esperaba con más ansiedad la presentación de los colegios tradicionales. El liceo y el instituto seguían rivalizando en bizarra presentación, dividiendo los favores y aplausos entusiastas del público.
En 1962, el desfile y parada militar se trasladó al Estadio Braden recién construido. Aquí comenzó la nueva época. Llegamos al presente que todos conocen y que no necesita mayores comentarios ni recuerdos. La parada militar continua brillante y espectacular. Pero, se ha terminado la sana, entusiasta y estimulante rivalidad de los colegios. Desaparecieron las bandas. Desaparecieron sus uniformes especiales. Y… quizás si en algunos desapareció también su cariño por el establecimiento y su orgullo de chileno.
Lamentablemente la pandemia no permitió que el año pasado se realizará el desfile y este año se realizará sin público y solo con personal militar en el estadio El Teniente. Esperamos que más pronto que tarde el desfile vuelve a las calles, ya que ha quedado demostrado que más personas pueden participar sin restricciones ni invitaciones repartidas por los políticos como era en el estadio. Esperamos que el espíritu de antaño se recupere, son otros tiempos, es cierto, pero los valores fundamentales permanecen.