A casi dos años del estallido social en Chile, que levantó banderas y consignas de dignidad, inclusión, estado plurinacional y multiculturalidad, impacta profundamente lo acontecido este viernes 24 con el desalojo de más de 100 familias de migrantes en la Plaza Brasil de Iquique.
La solución emanada desde el Gobierno deja de manifiesto un problema humanitario que no ha sido resuelto por el Poder Ejecutivo quien además ocupa la violencia y el desalojo como respuesta a un problema humanitario y sanitario.
Llama profundamente la atención que las organizaciones pro vida no levanten la voz por el aborto provocado a una ciudadana migrante por los apremios recibidos en la jornada, que todos y todas los practicantes de cultos religiosos guarden silencio ante la deshumanización de cientos de feligreses que marchan en romerías a la Tirana a dar gracias y que nos mantengamos inmunes al peregrinaje de cientos de migrantes por el desierto que hoy solo cargan su pena y aun un poco de esperanza de lograr un buen vivir. Tampoco se denuncia la falta de medidas que pongan control en la especulación generada por las empresas de transporte en el norte.
Es necesario que recordemos que antes de ser azotados por la pandemia del Coronavirus nos encontrábamos y nos reconocíamos en cada plaza cientos, miles de chilenos y chilenas en las calles manifestándonos ante un Estado que ignoraba nuestras necesidades y hoy no somos capaces de reconocer en cada migrante un otro u otra, que también es ignorado y reaccionamos desde el miedo atacándolo cuando nuestro enemigo en común es otro.
Generalmente es la irracionalidad del miedo la nos paraliza, dividiéndonos entre los buenos y los malos, entre defensores y ofensores de la patria, en lugar de avanzar y construir una política de refugio y una migración segura, regular y ordenada que nos permita enfrentar la crisis migratoria y remediar la profunda crisis de humanidad expresada.
El Estado de Chile y el Ministerio del Interior debe abordar la migración no como un problema policial, sino que como uno de implementación de una política pública integral con criterios de ingreso, permanencia y dignidad.
Esta crisis migratoria se supera con humanidad con un Estado que tenga la voluntad y la capacidad de escuchar y entregarle dignidad a sus propios ciudadanos y ciudadanas.
Margarita Crespo.
Presidenta de Revolución Democrática O’Higgins